El engaño electoral fue premeditado.
Parece una obviedad, ¿verdad?. Pero a veces es importante no olvidarse de los detalles más simples.
Realmente algo que no puede negar nadie en este país -ni Nicolás, ni Diosdado, ni nadie- sin volverse motivo de burlas, es el hecho de que las elecciones presidenciales del año 2018 fueron llevadas a cabo en medio de una operación mediocre y burda para evitar una derrota como la de la Asamblea Nacional. Es decir, con premeditación.
Ya todos habíamos sido testigos del pánico desatado por la derrota electoral y sus efectos: una espiral de decisiones erráticas que condujeron a una escalada de situaciones (TSJ, inhabilitaciones, ANC, etc.) y que hoy terminan con un resultado cantado: una derrota moral fulminante del proceso.
Y es que, es sabido que el miedo no es un buen consejero ni ayuda a tomar las mejores decisiones. Pero en este caso en particular pareciera que tuvieron que haber existido otros complementos mucho más graves para que el gobierno no escuchara y se cerrara a actuar de esa manera, ya que el resultado era fácil de intuir. Sin embargo, por más advertencias que se hicieron desde todos los sectores de la sociedad, no quisieron hacerlo.
La crisis nos exigía algo distinto, un cambio radical y urgente de liderazgos. Y por el contrario se impidieron los procesos democráticos: no hubieron elecciones en el chavismo, ni tampoco hubieron candidatos habilitados de oposición que tuvieran un nivel de popularidad aceptable. Tampoco partidos nuevos independientes, pese a las incipientes ideas de varias organizaciones, ni nada más. Simplemente no escucharon, porque para ellos no había nada que escuchar.
Fué Maduro vs. El Espejo.... y solo así se pudo producir lo impensable: la reelección del peor gobierno de la historia.
Hacemos una pausa aqui para recordar que, como dijimos al principio, a veces es necesario no olvidarse de los detalles más simples. Por eso recordamos que, como ya es costumbre (indigna) de la Venezuela actual, este plan premeditado no fué un plan complejo, producto de una mente maligna brillante, sino que vino acompañado de un esperpento mediático inaguantable, producto de esa misma incapacidad que define a quienes hoy siguen empeñados en atravesarse en nuestro destino.
Día tras día nos tocó aguantar, no solo el surgimiento de un nuevo sinsentido tras otro, sino que nos fueran servidos en la mesa siempre a través de la peor propaganda basura. Además de la usurpación de las consignas naturales de la verdadera izquierda, teníamos que convencernos de que lo que veíamos no era lo que veiamos mientras lo veíamos, sino una cosa distinta y teníamos que hacerlo a través de los escenarios más infantiles y ridículos.
Lamentablemente para ellos, se les olvidó un detalle: El coeficiente intelectual promedio del venezolano no es el de un plátano.
Al madurismo y sus opinadores:
El hambre insatisfecha que la mayoría del pueblo venezolano tiene por elegir a un presidente que represente su voluntad mayoritaria no va a ser sustituida por más hambre. Lo que hoy exigimos los venezolanos patriotas, es decir, unas elecciones sin ningún tipo de manipulación previa, por el contrario, con un CNE que en vez de impedir facilite que la voluntad mayoritaria del pueblo se vea reflejada en los resultados, es algo suficientemente justo como para taparlo con matrices, consignas y más basura prefabricada.
Es una exigencia y un deber con el que no se debería jugar. ¿O piensan que van seguir corriendo por siempre, de aquí hacia el infinito en el aire, sin un piso?
Y de ser asi.. ¿como pensarían hacerlo? ¿dando brincos, como Bambi?
¿O cortando cabezas, como Boves?.
Todos queremos un cambio y la constitución señala el camino.
