Hay un fenómeno que vale la pena estudiar, es el proceso de pérdida de la vergüenza y el decoro en los procesos de restauración capitalista, de traición revolucionaria. Veamos.
Pasó en la Unión Soviética, cuando aquella Revolución que conmocionó al mundo terminó en manos de gorbachov, el pusilánime, y de yeltsin, el audaz. Pasó en la China milenaria, cuando desaparecido el Gran Timonel, Mao, sus usurpadores abrieron camino al capitalismo chino, al imperialismo chino y, ¡oh paradoja!, el Glorioso Partido Comunista Chino aprueba medidas para impulsar el capitalismo y su fase superior.
Este proceso de deterioro moral será objeto de estudio durante años, es un campo fértil para la psicología, para la psiquiatría, para la literatura, estudiar la responsabilidad, la inconsecuencia de los dirigente con la ética, la moral, los valores profesados. Se estudiará el fenómeno del cambio drástico de los líderes. Debe responder la psicología, ¿cómo es posible que duerman tranquilos los renegados que abandonan sus creencias, que las cambian por todo lo contrario?, ¿qué efectos psíquicos tienen estos saltos, a qué le temen, cuáles son sus niveles de culpa, cómo se justifican?
También debe estudiar la psicología social cuál es el mecanismo para hipnotizar a la masa, cómo le cambian el discurso, las metas, los valores de un día para otro y consiguen anestesiarla, que no reaccione, que persiga trapos rojos, que adore fetiches. Son campos pocos estudiados. Nosotros sólo nos proponemos adelantar algunas pinceladas al complejo problema, algo que pueda abrir la discusión para la comprensión de las calamidades que hoy padecemos.
Está claro que el madurismo no es Chavismo, eso no necesita argumentos. Lo que nos llama la atención es que la derrota del Chavismo no ocurrió desde las filas de la derecha externa. No fueron las mariacorinas ni los capriles los que derrotaron al Chavismo, fue su misma gente, fue su delfín, el designado, el ungido y su corte, los judas derrotaron al Chavismo. Y los que ayer hablaban de Socialismo, los que ayer hablaban de conciencia del deber social y trabajo voluntario, de propiedad social de los medios de producción, hoy con sinvergüenzura hablan de capitalismo, de privatización de PDVSA, de alianzas con el imperialismo chino, de estímulo a la empresa privada, de alianzas internacionales con los capitalistas.
Un elemento a estudiar es la manera como se justifica el cambio de postura. Primero se muestran argumentos traídos por los cabellos, se dice: "es para elevar las fuerzas productivas", "se trata de superar al rentismo", "de derrotar la guerra económica", y la masa, incauta, se va tras esos trapos rojos. Simultáneamente sobre ella llueven dádivas, bonos, aumentos de sueldo, no importa que no sean eficaces, que sean ficticios, el efecto psíquico adormecedor, estimulador del egoísmo, fragmentador es lo que se busca, la ilusión enmascara a la realidad. Cuando la masa perdió la capacidad de lucha, cuando el egoísmo la aísla de la política, sólo le permite reacciones individuales, entonces, se caen las caretas y aparece el antichavismo sin maquillaje, los que ayer eran Socialistas hoy aparecen como capitalistas.
En espera de una mejor calificación, de más precisión, que es tarea de la psicología, nosotros podemos denominar a los líderes que ayer fueron chavistas y hoy son cómplices, o callan ante la traición al Comandante de SINVERGÜENZAS. Y recordamos a Milanés:
Pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada
y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes…
Evocaré en un cerro de Santiago a mis hermanos que murieron antes...
Y pagarán sus culpas los traidores.