La almohada le parecía una piedra. Una y otra vez Manuel Galindo Ballesteros acomodaba su cabecita en la almohada y no sentía la suavidad de las finas plumas de corocoras con las cuales estaban hechas. No sentía la seda de su almohada Tailormade Pillow, que habría comprado hacía más o menos dos años, cuando fue a supervisar auditorías en Anzoátegui sobre contrataciones en la Faja Petrolífera del Orinoco, pero sin saber cómo, llegó a Margarita. Sí, me acuerdo, fue en ese paseo por el Sambil. Andaba en esos carritos tan simpáticos que alquilan en el Sambil para que el visitante no camine mucho. Recuerdo que el vendedor me dijo que como esta que había comprado no había otra de esa marca parecida. Revolucionariamente exclusiva.
Se pregunta Manuel Galindo Basteros mientras veía en la penumbra de su cuarto la hora en su reloj: ¿Es insomnio? ¿Es que aún no encuentro como comunicar este tubazo que deseo dar sobre la corrupción en Venezuela en el programa con "José Vicente Hoy? ¿Cómo no le tiro la burra pa´ el monte a los corruptos? ¿Cómo no calificar como traidor?
Pasaba la mano por la suave y blanca seda de su almohada. Contaba una a una todas las irregularidades acumuladas en la contraloría por sobre precios en contratos en todos los niveles del Poder público y el sueño nada que aterrizaba. Tampoco terminaba de contar los casos porque había una pregunta o detalle que lo distraía.
Por un momento, sintió que se hundía en un hueco y repentinamente dio un salto en la cama y dijo: ¡Dios mío! Sí; ¡los contratos! ¡Los contratos! Ahí está la cosa. Dios no lo veía. Ellos son los responsables y la fuente de la corrupción. Nunca los funcionarios. ¡Eureka! ¡Los contratos! ¡Los contratos!
No hay que buscar responsables. La fuente son los contratos y hay que meter presos a cuanto contrato se haya hecho en Venezuela. Son "la mayor fuente de corrupción"[i]. Ellos se colocan sobre precios y ellos mismos se cobran sus comisiones y se la cobran. ¡Eureka!
