Está visto que Maduro no da pie con bola, todo le sale mal. Ahora el llamado plan de prosperidad económica no aguantó ni un piche mes, se vino abajo. Estos fracasos ya serían suficientes para pedir su renuncia, han producido un desastre, pero hay un peligro mucho mayor. Veamos.
Ahora Maduro nos viene con un nuevo invento. Dice, nada menos, que los gringos ordenaron a Colombia que lo asesine. Y ayer, nomás, andaba por aquellos lares pidiendo entrevista con su supuesto asesino. ¿Cómo tomarlo en serio? ¿Cómo no dudar después de tanto invento? ¿Cómo no pensar que es una excusa barata por el fracaso que él mismo confiesa cuando imputa a los empresarios de saboteo del último plan?
Pero hay más. Que un Presidente serio acuse a un país vecino de tener la orden de querer asesinarlo es poco menos que una declaración de guerra. Y si con ese país hay tensiones desde los mismos días de su fundación, el asunto es alarmante, no es para juego, no es para la política pequeña.
Venezuela, esta sociedad, debe tomar medidas, detener la locura de Miraflores que conduce las relaciones con los vecinos como si de una pugna entre comadres enemigas se tratase. No es posible que se tenga este tipo de relaciones irresponsables, llamando diablo al presidente vecino, perros a los de más allá, de esto y de esto otro a los europeos. No es posible que dejemos que estos tontos de Miraflores suelten los odios nacionalistas que ya asoman. Sabemos que Miraflores ejerce un control precario sobre las instituciones del país, hasta los bomberos están por la libre, esto aumenta el peligro de una confrontación fratricida.
Antes propusimos una comisión binacional, formada por personalidades, pero hoy la situación se agrava por minutos. El gobierno está desesperado, los fanatismos de lado y lado se potencian, la hora es grave, hay que tomar medidas drásticas.
Hay que salir de Maduro, y hacerlo pronto; no es un asunto político, es un requerimiento Patriótico, de salvación nacional. Debe ser sustituido por un gobierno de Paz, que reconstruya las relaciones con los vecinos y con los otros países agraviados; que retome el rumbo de la soberanía, que no es el rumbo de la pelea pequeña con los vecinos, de tirar piedras al techo del vecino, sino el de la convivencia, el respeto a los sistemas diferentes, a la autodeterminación; que no permita que Venezuela sea centro de las pugnas geopolíticas de los imperios, que declare a esta región zona de paz; y, que quede claro, no sea un gobierno para dar continuidad a la entrega del país a los capitalistas, tampoco para volver a la siniestra cuarta república, sino para retomar el rumbo que nos dejó señalado el Comandante Chávez; en resumen, un gobierno que nos devuelva la esperanza.
O los que pueden lo hacen, o el país se nos convierte en cenizas y pasaremos a la historia como la generación boba que por cálculos egoístas y cobardía se quedó sin Nación.
