El gobierno, empapado en la ideología marginal y de clase media, tacticista y pragmatismo, fracasa en su meta de restaurar el capitalismo. Su impericia y testarudez nos trajo a este desastre que hoy vivimos. El gobierno no tiene cómo mantener su política populista, pero insiste en ese camino. Su conducta incendia al país con los conflictos de la necesidad. Veamos.
Primero fue la marcha campesina, pedían reivindicaciones muy justas, tierra, facilidades para el cultivo. No obstante, apuntaban al mal comportamiento de algunos funcionarios subalternos. Así, el gobierno y su ideología de construir burguesía quedaba incólume. Hasta el sol de hoy esta marcha aún no se ha dado cuenta que el centro del problema no es castro soteldo, sino el gobierno y su ideología capitalista. Por lo tanto, la solución a los problemas sociales pasa por sustituirlo, por instaurar un gobierno que no funcione con la "lógica del capital". Queda la marcha campesina como el primer campanazo sobre una situación que exige la construcción de un pensamiento de poder.
La clase media y los marginales emigran, van a resolver su problema personal en otras tierras refractarias. Los que aún permanecen están lejos de alguna acción social. Su individualismo, su egoísmo les impide organizarse alrededor de objetivos sociales, impera la ley de la selva, quien no es presa es predador. Es el segundo campanazo.
La burguesía medra, engorda a la sombra del miedo y el despilfarro del gobierno, se negocian, se enriquecen más con la miseria social.
Los obreros atrapados en las garras de una dirigencia aburguesada, no consiguen salir del economicismo. Su rebeldía de hoy no pasa de la defensa del salario, de los contratos colectivos, de la tarjeta de alimentación, se olvidaron de su papel histórico, se dejaron birlar la posibilidad socialista y ahora lloran las penas del capitalismo. Los obreros petroleros dejaron perder la esencia revolucionaria de PDVSA y se mantienen indiferentes frente al desmantelamiento de la industria petrolera, que hoy, cualquier pendejo, amenaza con su liquidación.
Es así, los obreros que derrotaron el golpe de abril, el sabotaje petrolero, los obreros que tenían la producción en alto nivel para apuntalar la construcción de la nueva sociedad, dejan hoy perder al Socialismo sin ni siquiera un grito, ni una pinta de protesta. Si queremos buscar la causa principal de la gran derrota que sufrió el Socialismo, el Chavismo, el legado del Comandante, deberíamos en primer lugar pensar en la carencia, en el vacío que deja la clase obrera al abandonar su objetivo histórico, la causa socialista. Y ese vacío se debe a la dirigencia, a los líderes obreros, que en la practica, más allá de los discursos de ocasión, están al servicio de la restauración capitalista, de la traición al proyecto socialista.
La construcción de una dirigencia obrera imbuida de la ideología revolucionaria es una tarea pendiente de la revolución, sin ella no habrá clase obrera, es decir, los obreros conscientes de su papel histórico y conscientes del poder como generador de la nueva sociedad, que es la gran reivindicación. Conscientes de su deber de conductores del resto de la sociedad hacia la construcción de la nueva sociedad, donde cada uno aporte de acuerdo a su capacidad y reciba de acuerdo a su necesidad.
La situación catastrófica que vivimos, de desamparo ideológico y de liderazgo, impone la convocatoria a un Congreso de Rescate del Chavismo, del Socialismo, que debe agrupar a los "Resteaos con Chávez". Tan fuerte está la represión a los chavistas que este congreso, su comisión preparatoria, todo debe ser en silencio…