Mi palabra

Las confesiones de Rafael Ramírez

"Conócete a ti mismo.

No tomes la admiración que tu perrito siente por ti

como una prueba concluyente de lo maravilloso que eres".

Ann Landers

Los maracuchos son muy dados a las chanzas, en medios de las conversaciones, y no dejan pasar una, para responderle a cualquier amigo, o engreído, cuando empieza resaltar sus cualidades, como si estuviera llegando de otro planeta. Hace algunos años, me encontraba departiendo con un grupo de amigos, en un barrio del Maracaibo pintoresco, y atractivo por las edificaciones, y en medio de la tertulia, uno de los tertulios se empezó a "destacar" por la manera, como resaltaba sus cualidades profesionales, sin apartar la buena vestimenta de marca, que en ese momento lucía; fue tan exagerada la petulancia del señor, que de pronto se oyó la voz de uno de los presentes: ¡Alábate pato, que mañana te mato! Al momento se escuchó un coro de risa, como si habían ensayado; callando al imprudente, quien se metió en un profundo silencioso, para finalmente marcharse en medio de un calor intenso.

El último escrito de Rafael Ramírez, me hizo recordar ese momento muy grato, y de una enorme enseñanza, porque es una verdadera lección, para cualquier mortal. Es tanta la similitud, que parece estar vendiéndose en una subasta, y de ñapa, el inmaculado, ahora se encuentra asqueado "De la cloaca de la política y el fascismo". Sin embargo, no dice absolutamente nada nuevo, cayendo en la misma cantaleta, el cual se saben de memoria sus miles de lectores–entre ellos el que escribe– sigue la misma orientación de Joseph Goebbels, basado en el principio de la renovación: "Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones."

No es fácil leer los artículos del ingeniero Ramírez; porque aparte de largos, al final se convierten algo tedioso, al caer en el grupo de los eternos personajes, que se dedican a evadir cualquier vinculación con hechos de corrupción, aún, cuando se encuentra anclado en medio de una isla, rodeado de la podredumbre destapada en los últimos años en la principal empresa del país: PDVSA. Son varias las personas muy cercanas al "chavista" puro, señalados en corrupción con pruebas suficientes, pero el ex gerente de petróleo, recurre al recuento retrospectivo familiar, para enfrentar la tempestad, que lo viene amenazando, y evade con una táctica propia del boxeo: la mejor defensa, es un buen ataque, y hasta los momentos parece reportarle buenos dividendos.

Lo cierto, es que vuelve al mismo punto de partida, con tanta celeridad, que al no conseguir nada nuevo, cae en los mismos baches; pero con la capacidad suficiente para tratar de evadir cualquier compromiso con el pasado reciente, inundado de corrupción. En ninguna parte, toca a los que se hacen llamar "chavistas" auténticos, y lo más grave aún, por nada del mundo se atreve a nombrar al imperialismo; el creador de todos los vericuetos por donde se van infiltrando los enemigos del proceso bolivariano; para él, el único enemigo es Nicolás Maduro, a quien trata con todos los adjetivos descalificativos, para presentarse, como el "salvador" de la patria.

En todos sus largos relatos, por cierto con títulos muy llamativos, cae en otro de los elementos de la propaganda nazi, creados por Joseph Goebbels: principio de simplificación y del enemigo único: "Adoptar una única idea, un único Símbolo; individualizar al adversario en un único enemigo". Para muestra, simplemente nos remitimos a la coincidencia con la propaganda de los sofisticados laboratorios fascistas. Parece haber leído el método para emplearle contra Maduro, o por simple casualidad repite experimentos del pasado, que sirvieron para exterminar millares de personas, en la época de Adolf Hitler.

Todo esto me da argumentos suficientes para hacerle las siguientes preguntas al "inmaculado" de Ramírez: ¿Quién está más cerca del fascismo? ¿Por qué calla antes las reiteradas denuncias de corrupción de personas, muy allegadas a su gestión? La verdad es como el aceite en el agua: siempre sale a flote, por mucho que la revuelvan los interesados en crear la confusión para escapar de la justicia.



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Narciso Torrealba


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