Es asombroso el freno de mano que acaban de meter los medios de comunicación venezolanos subordinados a la rancia derecha criolla. Callan sin ningún tipo de rubor, luego de semanas explayándose en difundir noticias de cómo un enorme contingente de sufridos "exiliados" venezolanos habían tomado por asalto todas las agencias de bienes raíces de la capital española, en un bacanal inmobiliario para adueñarse de las mejores urbanizaciones de Madrid. Sin lugar a dudas con mucho dinero mal habido.
Pero la línea editorial ha cambiado. Ahora solo hay silencio. Un mutis sepulcral. Y es que en medio de la investigación adelantada por la "Brigada Central de Investigación de Blanqueo de Capitales de la Policía Nacional española" salió a relucir el nombre de un imberbe de nacionalidad argentina llamado Luis Vuteff García.
Este es un personaje secundario en una enorme trama policial-mafiosa, pero ostenta el nada honorable título de yerno del protoprócer de la derecha venezolana, el "presidenciable" (según orden de operaciones del Departamento de Estado), Antonio Ledezma.
El desventurado familiar de Ledezma cayó preso en el marco de la Operación "Carabela", ya que era el principal administrador de la empresa "gestora de capitales ColumbusOne", con la cual realizaban operaciones de "blanqueo de capitales", mediante la adquisición de infinidad de inmuebles y hoteles. En la punta del iceberg apenas aparecen "130 inmuebles en Madrid y Marbella, valorados en más de 72 millones de euros". El pillaje y la ratería parecen tener aún mayores proporciones.
En medio de este latrocinio y para asegurar la captación (y lavado) de recursos para mantener el estilo de vida de su "casi" menesteroso y humilde suegro (pero que vive en España a todo lujo y viaja alegremente por todo el planeta), Vuteff García registró en Madrid una modesta fundación de nombre "Crecer Sin Fronteras", supuestamente para ayudar de manera desinteresada y altruista a los migrantes llegados al reino español. Que descaro.
Este señor aparece sin pena alguna, haciendo lobby por su suegro, ante presidentes, reyes, príncipes y demás personajes de la logia conservadora mundial. Mientras hacía en paralelo sus fraudulentos negocios al margen de la ley.
Ledezma por supuesto puso cara de circunstancias. Ha caído víctima de un ataque de nervios, por ser sometido y expuesto nuevamente al escarnio público. Por ahora ha bajado su perfil esperando que pase el aguacero. Ha hecho silencio, un vergonzoso silencio. Propio de los cómplices que están obligados a defender a sus secuaces.
Cómo explica Ledezma que, bajo su techo, su avispado yerno lavara millones de dólares en ostentosas operaciones inmobiliarias. Puro descaro. Pero Ledezma es un zorro viejo de la política, viene del mismo partido de tracaleros y rateros que Ramos Allup (que también tiene tiempo callado, cabizbajo). Así que, haciéndose el musiú, soltó por sus redes sociales un escuetísimo comunicado expresando su asombro y consternación: "Está en curso una investigación. No voy a hacer señalamientos anticipados. Dios se encargará de colocar en la cima de nuestro cielo la verdad. La gente tiene que tener la seguridad que este que está aquí, no tiene ni una mancha ni en el alma ni en la conciencia". Súbitamente Ledezma se volvió devoto del Señor y como las hermanas de la Orden de los Carmelitas Descalzos, se afana en rezarle todas las noches a San Juan Nepomuceno:
"Abogado del buen nombre y el honor,
dígnate apartar de mí toda infamia y mentira,
toda habladuría, mala lengua, difamación,
falso testimonio, calumnia y humillación,
toda intriga, deshonra, mala fama y confusión pública
que por cualquiera parte me amenace,
y concédeme que disfrutando yo
de los honores y bienes de la tierra, no pierda los eternos
que para sus escogidos tiene el Señor
preparados en el Cielo".
Amén.
(Nota: El pecador Ledezma debe rezar en cuclillas la Salve y el Padrenuestro. Además de darse 100 latigazos de autoflagelación).
Evidentemente que este caso ha generado muchas suspicacias y dudas. Pañuelo en la nariz. Pareciera que, directamente, el negocio en cuestión pudiera ser propiedad de Ledezma, y el yerno solo puso su nombre; o indirectamente, el yerno operaba su propia lavandería, pero compartía con Ledezma parte de sus coimas, a modo de subvención, con el fin de mantener a su "indigente" suegro. Como en una serie policial (digna del Professor T), parece que el yerno es solo una mampara, el socio visible dentro del velo corporativo delincuencial. Para no especular más, un testaferro con todas las de la ley.
En todo caso, el lavado de millones de dólares ocurría en las narices de Ledezma, ahora devenido en santo, cogido en su buena fe. Un inmoral yo no fui, para desentenderse de los negocios turbios del yerno. Se imaginan a Ledezma de presidente (su eterno sueño malogrado), poniendo a valer a todos sus familiares, amigos y financistas. Algo huele mal en Dinamarca diría Shakespeare.
La peor inmoralidad ocurre en los medios de comunicación venezolanos. Puesto el tapabocas ahora miran para otro lado. Igual hicieron con los Panamá Paper, cuya lista de clientes está llena con los apellidos del mantuanaje más rancio de este país. Es silencio cómplice, lleno de inmoralidad.