Ya conocemos el diagnóstico de los males causados por este gobierno. Ahora lo pertinente es hurgar en las causas profundas que nos llevaron a esta situación, encontrar el punto donde erramos el camino, volver y desde allí enmendar el rumbo, poner todo el esfuerzo en la construcción de una alternativa revolucionaria a este desastre.
El capitalismo conocía que el proceso revolucionario era débil en lo ideológico, lo había penetrado de diversas maneras, una de ellas, el grupo boston. La derecha del continente se volcó sobre Venezuela, alguna vez Antonio Aponte escribió un texto que, si no recordamos mal, se llamaba el "Batallón del reformismo", publicado en el diario "Vea". Allí habla de la cantidad de izquierdosos que se acercaron a dar consejos y desviar el rumbo con teorías disolventes. Sabía el capitalismo que el rumbo socialista se debía a la intuición, al espíritu, a la naturaleza revolucionaria de Chávez, entonces, saliendo del Comandante la derecha interna se encargaría de conducir el proceso hacia el capitalismo. Y no se equivocó, al magnicidio sucedió un viraje violento a la derecha.
Y allí están dos causas principales del extravío de hoy: la debilidad ideológica y el manejo errado de la lucha interna. Estas parecen ser las fallas de los movimientos revolucionarios en el mundo, "esto parece ser una ley".
En estas condiciones la política de alianzas, el crecimiento del campo contestatario, debe ir precedida por un vigoroso núcleo revolucionario que la guíe, no hablamos de número, se trata de liderazgo. Ir a la política de alianza sin ese liderazgo es entregarse a los reformistas internos, condenarse a perder la lucha interna. Y aquí surge otra afirmación, otra ley, "el rumbo del proceso se lo imprime el liderazgo". Es así que Chávez le imprimió Socialismo al proceso, y cuando se perdió el liderazgo revolucionario, la derecha interna hizo fiesta.
Las fuerzas reaccionarias conocen esta ley, y tratan de impedir el aparecimiento del liderazgo, esa pugna es la principal en las primeras etapas de un proceso, en nuestro caso de la recuperación del rumbo perdido. De allí la brutal campaña para hundir a posibles líderes en la tumba, quebrar a otros con prebendas, puestos, y desprestigiar a otros con la acusación difusa, imprecisa, de corruptos, inhabilitar. La censura de los medios privados tiene ese objetivo, la prédica de los programas de opinión aceptados se rinden a este fin. La masa, la sociedad, está indefensa frente a la abominable guerra contra el liderazgo revolucionario, es manipulada con éxito desde siempre, Cristo es el mayor ejemplo. Bolívar fue expulsado de los países que libertó con la anuencia de la masa engañada.
Toda la fuerza revolucionaria, todo el esfuerzo debe ir a la formación del liderazgo revolucionario, y allí surgen dos interrogantes: uno, cómo llegarle a la masa; el otro, cómo sumar a grandes sectores de dirigentes que no son revolucionarios sin hacer concesiones. La solución la dictará la fuerza acumulada, la realidad del liderazgo.
La tarea es virgen.