El socialismo ha sido, como lo dice Eligio Damas en su artículo, el "pagapeos" del siglo xxi (en Aporrea: "El socialismo el gran pagapeo del siglo XXI"). Todo lo malo que pasa en el mundo, según los expertos, es a causa del socialismo. Dice el maestro Damas, "Pero resulta que toda la pobreza acumulada por años en toda América Latina y por el capitalismo, particularmente en países como Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, por sólo nombrar a aquellos donde ha habido gobiernos "progresistas" que intentaron cambiar las cosas sin lograrlo por distintos factores, se le atribuye al socialismo, sin que este modelo tenga absolutamente nada que ver con ello." Lean el artículo completo, él lo dice mejor de lo que yo pudiera (¡hay que economizar recursos!), no hay que redundar mucho. Pero lo que vale para los gobierno progresistas de américa latina, vale, inclusive, en países donde ni siquiera hay gobiernos "progresistas"; es suficiente leer algunos de los artículos de los semanarios del CATO Institute, Heritage, etc, los cuales hacen de expertos mundiales en cuestiones de economía, para que se den cuenta de lo que decimos. Si algo no funciona en Nigeria, la culpa la tienen los controles económicos, si hay un déficit en la economía inglesa se debe a los gastos estatales en la seguridad social, si África es pobre se debe a que no saben ahorrar y todo lo gastan en ayudas sociales y cosas así. Estos expertos no son otra cosa que los tanques pensantes del liberalismo, que hoy no tienen nacionalidad (pueden ser chinos, rusos, norteamericanos, fraceses), que terminan siempre asesorando a líderes distraídos como Maduro.
Nicolás Maduro se ha propuesto a darle suficientes razones a estos "tanques pensantes" del capitalismo para que terminen de calumniar al socialismo, que, como dice Eligio Damas, ¡ni siquiera existe!, por lo menos como un hecho instalado en el planeta. El socialismo sigue siendo un ideal, una luz para las revoluciones, para la acción. Lo más cercano que ha llegado ese ideal a realizarse ha sido en la Cuba socialista, sobre todo en la vocación revolucionaria de su pueblo, al cambio, a ser mejores en todo, solidarios. Y con todo y eso, ahora parece ceder ante la esclerosis capitalista mundial.
Maduro habla de socialismo cuando toda la acción del gobierno se dirige a fortalecer, ¡qué digo fortalecer! a satisfacer la glotonería capitalista (y es que uno se confunde con el leguaje oficial de llamar las cosa siempre con palabras grandilocuentes, a la mierda desechos, a los asesinados del Sebin los llaman "neutralizados", al robo "fallas de supervisión"...). El presidente (declara abiertamente) está llamando a los "inversionistas extranjeros" para resolver nuestros problemas de producción, de eficiencia, y dice: ¡socialismo!, peor aún, habla de "independencia" (luego, por ser coherente, dice "independencia política, territorial"); reparte cosas: viviendas, comida, dinero, a los más pobres, como lo haría un Rómulo Betancourt cualquiera; y lo llama socialismo; habla de paz en un país donde "cabemos todos", desde los más ricos hasta los más pobres, y lo llama socialismo… Los males del país, para Maduro, ni siquiera tienen como origen al capitalismo, el sistema de producción y explotación capitalista, sino que yace en la maldad de algunos individuos que se dedican a bachaquear y a especular con el precio del dólar, es decir, en la "maldad" diabólica de algunos… ¡Vaya sociología científica!, y así lo repiten todos sus ministros.
El caso de las empresas norteamericanas. ¿Cómo es posible que hoy llamemos a las mismas empresas trasnacionales que Chávez desplazó del control y las tomas de decisiones en nuestra industria cardinal, para que hagan el trabajo que nos corresponde hacer nosotros, como Estado, como sociedad, soberanamente?, diría el espíritu de Chávez – "¿Tanto nadar para morir en la orilla?". Y a ésto Maduro lo llama socialismo. Es un descaro; el famoso "transito al socialismo" no lo justifica... Tampoco es "independencia", es entrega; cuando Maduro diga "independencia" hay que leer siempre "entrega", es la manera de traducir su lenguaje oficial.
Ese famoso "transito" les ha servido de comodín para poner en práctica todas las mañas heredadas del pasado: el robo de lo público, la improvisación, los pactos, el chantaje y la manipulación, el derroche burocrático… –Está un ladrón tratando de encender un carro ajeno, es descubierto en el acto y el propietario pregunta "qué crees que estás haciendo", y desde adentro el ladrón le dice al propietario "¡espera! ¡espera! ¡espera!", más o menos es lo que hace el gobierno con el cuento del "transito al socialismo", mientras esperamos los ladrones se lo llevan todo y el país queda inservible-.
Para nosotros el socialismo es una forma de vida; Marx diría que es "la realización particular y solidaria, incluso unilateral, del principio socialista… la superación emocional de la mezquindad del otro", y no un discurso, sólo útil para engañar a la gente; no se trata de promesas, se trata de realización, de prácticas de vida, de voluntad para hacer las cosas bien. El socialismo existe porque existe gente que lo practica, porque su conducta es guiada a diario por sus principios, no promete nada. Si todos lo bocones que hablan en su nombre se condujeran con esa voluntad las cosas fuera distintas en este país, hubiéramos avanzado en esa dirección y no al contrario, como Maduro, que avanza hacia atrás, en su idea de "tránsito hacia el socialismo" (para los filósofos, hacia un "imperativo categórico", un imposible inexistente).
Sí los pocos seres humanos que quedaron después del apocalipsis capitalista mundial quisieran reconstruir la sociedad de nuevo, conscientes de sus causas, lo más seguro es que no dejarían en manos de uno pocos privilegiados el destino de la humanidad, optarían por el socialismo, "la superación emocional de la mezquindad del otro", no harán lo contrario, como ahora o hace Maduro estimulando la mezquindad recompensándola con dólares, petróleo y oro –Maduro facio-.