Invita guaidó a los chavistas disidentes a unirse a sus huestes: es un signo que refleja el tiempo político que hoy vivimos. ¿Por qué un vocero de la ultraderecha invita al chavismo? Veamos.
Alguien pensará, este guaidó es un hombre nuevo, quiere de verdad unir al país, esta preñado de buenas intenciones, esa invitación no esconde algún puñal en la espalda. Otro le respondería, con más sensatez, y recordando al Che: a la derecha no hay que creerle ni tantico así. Y otro, más allá, podría terciar diciendo que son instrucciones de leopoldo, el dueño del circo. Todos se quedarían en la superficie, así podrían seguir discutiendo por siglos, sería un torneo de frases.
Debemos ir más al fondo. Hay un hecho al que no se le ha dado respuesta: ¿Por qué la derecha invita a los chavistas? Y de seguida viene otra pregunta: ¿a cuál chavismo está invitando? Y así estaremos encaminados a entender mejor el paisaje político. Hay un chavismo que no le es incómodo a la derecha, y es más, le es necesario en esta etapa electoral, y no es el chavismo renegado, el que ahora blasfema de Chávez, los que se llaman "ex" como los divorciados. Al contrario, le interesa un chavismo que no renuncie a Chávez, que mantenga su imagen pero vacío de su ideología, un chavismo aceptable, castrado, el mismo que le sirve al gobierno, un chavismo sin chavismo.
Al chavismo sin Chávez, sin su ideología, sólo su imagen petrificada para engañar a las masas, se lo disputan hoy gobierno y oposición. Y lo hacen con comodidad porque el chavismo chavista, los verdaderos herederos del Comandante callan, están congelados, no aparecen, no están cumpliendo con su deber de chavistas; por omisión, dejan de ser leales. El Comandante dio ejemplo de acción, irrumpió en la escena con una acción, el 4 de febrero, y toda su vida política fue motorizada por acciones: declaraciones explosivas, medidas sorpresivas, conductas valientes, y sobre todo coherencia en la lucha contra los enemigos.
Esta es la primera marca del tiempo político: hay una gran cisma en el chavismo, con el inmenso golpe que significó su asesinato, con el remate de la traición de maduro, el chavismo atraviesa una crisis de identidad, se desgajan las corrientes oportunistas, los vacilantes, los pragmáticos. Los chavistas auténticos están paralizados. En palabras más directas: no hay vanguardia, rumbo revolucionario, el grueso de la base revolucionaria se la disputan la derecha del gobierno y la derecha de la oposición.
Es maricori un cuento aparte, ella es, con todo respeto, lo decimos, bocona, deja entrever lo que se discute en los conciliábulos más íntimos de la derecha. Ellos saben que la democracia burguesa, la legalidad burguesa es incapaz de dar respuesta, de superar la crisis política que hoy vivimos, por eso se desmarca de las elecciones, plantea salidas fuera de la legalidad burguesa. Y aquí se repite un fenómeno muy interesante: en medio de una crisis, son los revolucionarios los que más respetan a la legalidad burguesa; los burgueses, tienen fino olfato para entender el momento político.
En resumen: el paisaje político hoy está marcado por una dispersión del chavismo sin chavismo, una parálisis del chavismo chavista, al tiempo que hay una ofensiva de la derecha externa y un rumbo errático de la derecha del gobierno. Esto, acompañado por un estallido de la legalidad burguesa. Estamos en tiempos revolucionarios, el sistema burgués está inestable. Sin embargo, la falta de una vanguardia revolucionaria augura un desaprovechamiento del momento, de la encrucijada de cambio.