Mi palabra

Respuesta certera a un provocador

"La gente más triste del mundo

es esa que ante la ignorancia,

elige el odio y no la curiosidad"

Daniel Arzola

El día amaneció desbordado de gente en el centro de la ciudad de Acarigua; sobre todo donde funcionan tres entidades bancarias; parecía una feria con el ir y venir de personas de todas las edades, bajo un sol canicular, cuando apenas eran las nueve de la mañana, dejando caer sus rayos con tanta intensidad, dando la ligera impresión de poder achicharrar las mismas piedras. En medio de ese ambiente, una señora con varios años encima, muy entusiasta y activa se desplaza muy tranquila celular en mano viendo unos mensajes, cuando de pronto un provocador de oficio le dirigió una expresión tratando de vejarla: ¡A usted no le da pena apoyar al gobierno, por esos piches bonos!

La mujer, ni siquiera levantó la cara para reconocer al ofensivo del momento; detuvo la marcha, guardo el teléfono en un bolso bastante deteriorado por el tiempo, y se colocó tranquilamente en una cola, que se extendía casi una cuadra pegada a las paredes de los edificios de la calle. El alborotado se le acercó para seguirla fustigando; la conoce desde hace mucho tiempo, y carga la obsesión de molestarla cada vez que la ve; parecen reminiscencias de un amor frustrado, más el odio político incrustado en la mente. En muy poco tiempo le lanzó varias palabras atacando al gobierno tratando de minar la paciencia de la asignada, sin dejar de nombrar los bonos, el verdadero blanco del momento, el cual han convertido de la noche a la mañana en una especie de caricatura de la ayuda previamente concedida por el gobierno, para tratar de paliar la criminal inflación en los productos de la dieta diaria, más la escases, el cual ha contribuido a elevar los precios, haciendo más empinado el calvario de los pobres.

El ataque despiadado del agitador tenía una razón de ser, y en la gente adulta parece más rabioso el rencor: los dos se conocieron militando en AD, pero la mujer no paso de una simple militancia, para terminar atraída por el verbo, y la osadía del Comandante Chávez, mientras el señor siguió en las filas del partido del "pueblo" y las veces que se encuentran en las calles, el hombre casi la persigue para echarle en cara la supuesta "traición", más cuando ve a la ex compañera entusiasmada cobrando la pensión, o cualquier bono implementado por el gobierno para tratar de remediar en algo la situación de los pobres.

A medida que pasaba el tiempo, el militante adeco, parecía alterarse por la indiferencia de la mujer, y prácticamente convirtió las palabras (¡A usted no le da pena apoyar al gobierno, por esos piches bonos!) en algo parecido al estribillo de una canción. La señora seguía inmutable, y por momentos sacaba el celular para ver la hora, sin prestarle atención a la provocación. El hombre se apartó unos instantes, como buscando aire para recargar las "baterías", pero al colocarse nuevamente al lado de la señora, quiso seguir con la misma cantaleta; nunca se imaginó escuchar la voz pausada, muy clara y fuerte de la matrona a pesar de los años, y el fuerte calor, como entrenada para responder en el momento más oportuno delante de varias personas, que tenían rato escuchando el ataque despiadado sin contestación alguna: ¡A mí no ¿y a usted?; toda la vida voté por los adecos, y nunca me dieron nada,! Al momento se escucharon las carcajadas de los presentes para refrescar el ambiente en medio del calor, desconcertando al insidioso al no poder esconder en el rostro el golpe moral, para emprender la retirada, como picado por un enjambre avispas.



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Narciso Torrealba


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