La diplomacia madurista se ha dado el lujo de menospreciar y denigrar del gobierno de Donald Trump, y en cuestión de horas extenderle la mano postrado para dialogar; inclusive ha llegado a solicitar una entrevista con una cadena de tv del norte para poder hacerse escuchar por el orgulloso gobernante; ha mostrado su elasticidad, su polimorfismo y su rapidez al mismo tiempo. Pero eso parece ser, para algunos especialistas, una cualidad de la "alta política", donde el madurismo, según parece, les lleva a muchos una verdadera ventaja.
Un amigo que ve con preocupación mi escepticismo por todo lo que hace Maduro dice, para justificar su política versátil, que el fracaso de EEUU en el escenario del medio oriente, y en general en el resto del mundo distinto a América, hace que ahora ejerza más presión sobre nuestro continente, que el imperio del norte busque afianzar su hegemonía en él; dice que, sobre ese contexto mundial debemos analizar la situación de Venezuela. Me hace ver que en este punto es donde juega un papel fundamental "la política", según él, hecha casi siempre para ocultar y engañar al otro (¿?), queriendo dar a entender que las gestiones de Maduro con EEUU, con su enemigo declarado, para aumentar la producción de petróleo con sus empresas, para comerciar con ellos; que las peticiones de diálogo con aquel gobierno y extenderle la mano, etc.; y lo que sea que se negocia con rusos chinos y turcos, son actos de "política" (le faltó decir, de "alta política") donde todo se justifica, donde todo parece y nada es real, mostrando "la política" como el estilo de la hipócrita diplomacia occidental europea; una especie de club de farsantes enmascarados y mentirosos, de lobos disfrazados de caperucitas, negociando en secreto, capaces de hacer lo que sea para obtener ventajas de poder: "¡esa es la política!", dice mi amigo emocionado. ¿Y el resto del mundo qué?
Pero, digamos ¿Y si nuestros representantes hablaran en nombre de una revolución socialista y a favor de los intereses de un pueblo en rebeldía contra los capitalistas? ¿Cómo sería esa política, como debería ser esa "diplomacia"? ¿De cara al pueblo rebelde, acaso No cambiaría la norma?... ¡Claro que cambiaría!
Recordemos la diplomacia cubana de los primeros años de la revolución y hasta la muerte de Fidel, los discursos encendidos de Fidel y el Che en la UN y sus correlativos en la plaza de la revolución. Pero recordemos las difíciles negociaciones de la recién nacida revolución bolchevique la cual se defendía con las uñas y con acciones por demás revolucionarias, ante los enemigos nacionales y de clase; una de las acciones más importantes fue, a saber: develar los secretos de todas las negociaciones que se hacían con los enemigos, en la prensa y en las asambleas (soviets), actuar sin secretos justo frente al pueblo alzado en armas o sin ellas que sostenía viva la revolución.
La pregunta que uno se hace es si eso es procedente en nuestro caso –en razón a que todos hablan de diálogos, todos dicen que hay que sentarse en la mesa de negociaciones, que todos "meten su cuchara" en la sopa, presidentes, ex presidentes, el papa, movimiento sociales, todas las ONGs habidas y por haber de todo el mundo… –, y yo digo, que ¡sí es procedente! ¡No nada más es procedente sino que es necesario!, ahora mismo, donde hay una parte de la población creyendo ciegamente en Maduro y que hay una revolución, y que detrás de todo lo que hace Maduro está el corazón de Chávez (tal y como nos lo hace creer cada semana Diosdado Cabello en su programa de TV). Sin embargo, hay muchos, como mi amigo, que piensan que la política es esa cosa de andar mintiendo de un lado para el otro, para afuera y para dentro, porque gente como uno no entiende de "razones políticas" y por eso hay asuntos de los cuales las mayorías no debemos saber nada (recuerden como se chispotearon todos los engaños con los perniles "prometidos" en diciembre por boca de un funcionario "bocón", o Sanguino, otro bocón, diciendo que el Plan de la Patria fue "actualizado" cuando en realidad lo adulteraron, etc. etc. etc.; hablamos de mentiras "necesarias", por intereses "políticos", de "seguridad nacional": promesas, placebos, lenitivos, encantamientos).
¿Por qué es necesario desvelar los secretos y hablar con la verdad? Porque es este pueblo comprometido con Maduro (con Diosdado y similares), el que soporta, el que ¡carga en sus hombros a Maduro y a su gobierno! ¡No se lo puede mantener en ascuas!, ¡no se lo puede engañar más!, la lista de promesas incumplidas y engaños es muy larga como para que ahora se vuelva a comprometer nuestro futuro mediato e inmediato, en negociaciones que desconocemos; se trata de hablar con la verdad pero de cara a nosotros, de saber a qué atenernos con este gobierno, ¡aclarar bien cuál es y dónde está el enemigo! ¡De qué enemigo hablan, el de ellos o el de todos!
Para continuar el cuento de mi amigo, nuestra respuesta al comentario sobre la política fue justamente esa, que en una revolución socialista (un proceso sostenido de cambios) debe hacerse una política nueva, revolucionaria, de cara a los que luchan en ella y por ella, no es posible actuar de otra forma, porque el poder, la fuerza que la estimula y la sostiene ahora, es esa gente que resiste con su paciencia, que muestra fe y esperanza en que las cosas van a cambiar para mejor, sobre todo en la vida de todos los que apuestan y ponen una cuota de sacrificio en ello; la gente revolucionara es su razón de ser. No mentirles a los que ahora firman esa carta tramposa, que nadie lee porque –como dice mi amigo –, eso solo es "un gesto político", que "el contenido no importa", que es "política ¡¿entiendes?!" No mentirles a los que pasamos trabajo y hambre y que, a pesar de todo, no hemos sido capaces de saquear esa "tentación" que es el Excélsior Gamma, el mercado de Quinta Crespo o el Sambil. Esa fe es lo único que comparte y tiene en común el chavismo en estos momentos, ¡lo único!, todo lo demás es otra pelea, una lucha personal por resolver de manera individual el día a día de cada vida por separado.
Si el gobernó vuelve a mentir y sigue "metiendo la pata", el pueblo chavista –crédulo y no crédulo –, ¡toda Venezuela! va a estallar, a pesar de Maduro y su ridícula política de paz, donde los únicos calmados han sido los más ricos y los muertos. Pero los muertos de hambre, los olvidados de siempre, trabajadores, desempleados y marginados en general, de la sociedad y de las políticas de prosperidad económica del presidente, podemos perder la calma; saldremos a defender nuestra patria, es cierto, pero la de los hambrientos, pero de los expropiadores, con la furia de un incendio, y, quizá más tarde, seremos masacrados por Maduro, o por los Cascos Azules, en nombre de la paz, la otra paz, la paz de la "alta política".