He seguido con sumo interés el accionar de los poetas venezolanos en torno al tema de la guerra contra EE.UU, contra Colombia, contra Brasil, contra las islas del Caribe adversas al gobierno de Nicolás Maduro y, en general, contra el Grupo de Lima y parte de Europa. Sorprende la actitud de algunos poetas y poetisas que abiertamente aplauden la invasión y la destrucción armada del país, con la carga de violencia que eso implica contra la población civil, ya de por sí diezmada por la crisis económica, por el hambre y las penurias actuales. Como se sabe, consecuencias éstas de un sostenido plan de hundimiento del aparato financiero de la nación, el sabotaje a sus procesos de comercio internacional y a todo tipo de vejamen unilateral por parte de la potencia del norte. Amén de los errores del gobierno y sus funcionarios.
Si bien no vale la pena decir nombres, me atreveré a mencionar algunos. Por ejemplo, un poeta llamado Néstor Rojas, nativo de El Tigre, otrora comunista, de cuando regentaba en qui0sco de revistas en el mercado municipal de esta ciudad, y distribuía el periódico del Partido Comunista de Venezuela, es ahora un payaso de postín, que se hace llamar "exiliado" en España, en Valladolid, desde donde aprovecha el Facebook para auto promocionarse y echarle pestes a la patria. Hace poco lo desenmascaré y me borró de sus contactos. Aquí nadie lo perseguía ni amenazaba, porque residía en Ciudad Bolívar tarifado por una alcaldía adeca, sin hacer nada. Ni siquiera sus jefes lo leían, para por lo menos alimentarle el ego. En los últimos diez años no leí nada sensato de él, pero aún así fue invitado varias veces a las ferias del libro de Caracas y los festivales de poesía que organiza el Ministerio de la Cultura. ¿Qué más quería? ¿Ser ministro? ¿Chupar del Estado como lo hizo en la Cuarta República, vendiéndose como poeta de izquierda? Vaya paradoja Néstor Rojas.
Además de su ya larga y pastosa vanidad, de cuando usufructuó el CONAC mediante becas para "investigar" en buena parte de Europa y Centroamérica, dice haber ganado en 2006 el Premio Nacional de Literatura, lo cual es falso. Siempre se ha pegado de una falda de mujer para chuleársela y sacarle viajes al exterior, y sus últimos "empleos" fueron para parasitar en instituciones públicas sin hacer nada. Por otra parte, ni ha sido un investigador, ni ha creado una obra sólida (aunque tiene un par de poemarios conocidos), ni estudió una carrera universitaria. Por ello le desmonté dos mentiras más: No es periodista con título en Comunicación Social, sino empírico; ni fue nunca profesor de la Universidad Autónoma de México. Poner eso en su currículo para engañar a los españoles puede traerle suerte, pero no le sirve para engañarnos a quienes nos hemos forjado en el trabajo intelectual y académico desde la niñez. Desde que comenzamos estudios de primaria y segundaria en nuestra Mesa de Guanipa. Pregúntenle a Benito Yrady y a Earle Herrera, sólo para mencionar dos poetas de esta geografía.
Otros poetas aprovechan las redes sociales para fijar posición, pero es en aporrea.org donde se expresan más abiertamente algunos puntos de vistas a favor o en contra de la intervención armada. A Luis Britto García, por ejemplo, han intentado vapulearlo algunos "intelectuales" realmente mediocres. Por ello, celebro la ironía de Juan Veroes acerca de otorgarle el Premio Nobel de la Paz al "invidente" de Margarita, podrido de odio, rencor y resentimiento, bañado siempre de lágrimas lloronas y verbos asquerosos, presumiendo de lo que no es (poeta, escritor), y de lo que no tiene (cerebro), pasando por su lápiz lastimero cualquier cosa que los medios arrojen a la calle como basura mediática, para él contar cuántos lectores le siguen el juego de su vanidad.
Así mismo, discrepo de Yuri Valecillos acerca de que los poetas de izquierda están callados ante la actual coyuntura. Precisamente los poetas y escritores de la derecha son quienes parecen escondidos, encuevados. No sueltan prendas, a pesar de que en el pasado se vivieron el Conac, viajaron por medio planeta y se auto otorgaban los premios de literatura que se convocaban en el país. También se auto publicaban en Monte Ávila y Fundarte. ¿Por qué no han ganado más premios, ni dentro ni fuera del país? ¿Ya no tienen jurados amañados, o se les acabó la "calidad literaria"? Aunque algunos se fueron del país, sabemos que otros pululan en Caracas en el más incierto anonimato.
Que los poetas escribamos versos, prosas, cuentos o novelas que aborden conflictos sociales, luchas de clases, reivindicaciones sociales, tonos antiimperialistas, rescates de voces forjadoras de la identidad, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos es algo que responde al libre albedrío. El lector decide si sigue ese discurso o no. Si el escritor de derecha escribe sobre pajaritos preñados, paraísos extraterrestres, paisajes imaginarios y episodios tipo Harry Potter, es cuestión de mercado. Que le vaya bien en ese terreno. El lector suyo deberá valorarlo igualmente. Sin embargo, que el poeta de derecha asuma en pleno sus posición política, la defienda y consuma sí es una materia útil para la discusión, para el debate, para la crítica. Siempre que lo haga con un discurso de altura. ¿Por qué no lo hacen? ¿Por qué no dicen abiertamente que Donald Trump es el presidente que nos merecemos los venezolanos? Quítense las máscaras por la línea del medio.
Yo quisiera leer las palabras de los escritores de derecha de Venezuela aupando la guerra de Estados Unidos y Colombia contra Venezuela, para analizar sus argumentos, sus razones de tipo económico y social para avalar semejante despropósito. ¿Qué argumentarían? ¿Qué hay una dictadura en Venezuela? ¿Qué los norteamericanos garantizan la igualdad social, el bienestar y la paz nacional? ¿Qué los gringos no tocarán el petróleo nuestro ni el resto de nuestra riqueza mineral? ¿Qué su nuevo presidente de derecha será un santo que no robará ni permitirá la corrupción administrativa? Quisiera leer de ustedes, poetas enconchados y auto silenciados de la derecha, sus argumentos, sus tesis, sus hipótesis sobre el devenir futuro de Venezuela, sobre su destino y sobre su independencia real.
Que no se sostengan sólo echándole paja a Cuba, a Diosdado, a Chávez y a Maduro; vayan más allá, traten de convencer, traten de ilustrar, de hacer creer que ustedes tienen más cerebro que Capriles, Leopoldo, María Corina, Ramos Allud y Güaidó. Con esos cinco nombres basta, porque en ninguno de esos cinco nombres hay nada de intelectual que merezca la pena reconocer. Son títeres de USA y juegan a destruir al país más allá de su mísera realidad actual. Juegan a desaparecer la nación para ponerla a las brasas, como cena de los yanquis y narcocachacos colombianos. Juegan a matar, no a ver nacer ni a edificar. Tal vez surja de los poetas inteligentes de la derecha un candidato idóneo para la presidencia de la republica, de modo que logre llenar ese hondo vacío del que adolecen los políticos de derecha en Venezuela: la falta de buenos candidatos presidenciables.
Del lado de acá he seguido con interés la carta del poeta hermano Miguel Márquez aparecida en Facebook, ante la cual reaccionaron, en su momento, el poeta Celso Medina y nuestra hermana Giordana García, ex presidenta de la Editorial El Perro y la Rana. Me quedo con la amplia y puntual exposición de Giordana, por su tono de respeto y sinceridad. Sin embargo, la idea del poeta Miguel de convocar a unas elecciones de todos los poderes públicos como salida a la crisis política no debe ser descartada.
El Presidente Maduro le ha pedido a gritos al autoproclamado que convoque a elecciones a ver qué pasa. ¿Será legítima una convocatoria lanzada por Güaidó? Pienso que no. Esa materia corresponde a otras instancias. ¿Cuenta Güaidó con el Plan República para unas elecciones presidenciales? Pienso que no. ¿Avalaría el CNE unas elecciones que convoque unilateralmente Güaidó? Pienso que no. Juan Güaidó no quiere y no puede ser un presidente electo constitucionalmente. Sólo la metralla gringa, los drones, los satélites, las armas químicas norteamericanas, y los aviones dotados con rayos láser del ejército de EE.UU pueden brindarle ese capricho. Pero, ¿a qué costo? He ahí el dilema. Por ejemplo, ¿le temen los gringos a los submarinos rusos que acudirían a nuestras costas para enfrentar a los portaaviones de la Armada de USA? ¿Se atreverán a una guerra cuerpo a cuerpo por las fronteras con Colombia y Brasil? ¿O repetirán el libreto de lanzar bombas de madrugada, de la manera más cobarde y ventajosa?
Veo, de manera subjetiva, no puede ser de otro modo, muy probable un ataque militar norteamericano y colombiano contra Venezuela en los próximos noventa días. Rusia expresa que ese ataque ya está decidido. Los EE.UU están moviendo sus comandos para ese fin. Las consecuencias serán terribles, incluso, para los norteamericanos (su pueblo, sus políticos y su comercio), porque su salud política interna tampoco anda bien.
No veo a los poetas de derecha con un fusil en las manos para convertirse en soldados de la "democracia" de Güaidó. Más bien los veo cagados del miedo, y más encuevados. Tampoco veo a los poetas de la izquierda chavista echándole plomo a un marine, en términos de cine, quiero decir, pero sí veo a un pueblo armado, y con ese pueblo estaremos los poetas, defendiendo nuestra soberanía como un venezolano más, amante de su patria, para preservar nuestros recursos naturales, nuestra legitimidad como nación y nuestra libre determinación a dirimir internamente y sin metrallas ajenas, nuestras diferencias ideológicas y políticas. Miles de señoras y señoritas, miles de jóvenes y trabajadores, miles de ancianos y profesionales están dispuestos a defender a plomo limpio a Venezuela en una guerra cuerpo a cuerpo, aunque los massmedia se burlen diciendo que los marines nos harían papillas hasta con tirarse un peo.
Más allá de las provocaciones, las pasiones encontradas, las traiciones, las deslealtades, los odios sin remedios, debería imponerse la cordura, la moderación, la racionalidad. Por ello, la idea del poeta Miguel Márquez no luce del todo descabellada. Si la oposición se decide por unas elecciones presidenciales y de la Asamblea Nacional, debería apoyarse esa salida. Eso sí, con garantías recíprocas. Un solo candidato de derecha contra un solo candidato chavista. De tú a tú. Con una campaña electoral limpia y sin injerencias externas. Gane quien gane, que se desbloqueen las cuentas de Venezuela, se le restituyan sus plenos derechos financieros internacionales, su libre comercio y sus activos en el exterior. Quien pierda pierde, punto. Jugamos los gallos.
El gallo que pierda está muerto hasta las próximas elecciones. Superado el trauma. Que se abran las puertas de las inversiones internacionales en términos justos, sin enajenar nuestros bienes ni recursos, sin quitarle al empresario nada pero sin mancillar al trabajador, sin explotar a nadie, sin la artificiosa manipulación del dólar negro. Incluso, pienso que conviene poner la paridad cambiaria uno por uno; es decir, un dólar por un bolívar, por cuanto ya Venezuela está prácticamente dolarizada. En ese sentido, el salario debe ser adecuado a un nivel justo, no inferior a los 350 dólares mensuales. El corrupto debe ser condenado, sea quine sea, hasta los mismos jueces, hasta los mismos militares. Que la ley se cumpla sin titubeos, sin manipulaciones ni intereses particulares. Que el estado de derecho funcione.
Venezuela necesita realmente una nueva perspectiva de desarrollo integral. Hay que levantar el aparato productivo en todos los órdenes (agropecuario, industrial, turístico, petrolero, minero, entre otros), recuperar la empresa privada, permitir la inversión internacional que no responda al manual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial; apoyar al pequeño empresario con financiamientos desburocratizados y no politizados, rescatar las escalas salariales reivindicativas (tan golpeadas actualmente); recuperar las buenas relaciones comerciales con los Estados Unidos pasando la página de las contradicciones y las disputas políticas (quizás la más difícil tarea), establecer nuevas relaciones de comercio y asistencia mutua con los países de Suramérica, más allá del actual chantaje del Grupo de Lima, en fin, unas cuantas medidas que lucen imposibles ahora pero que son probables, son viables, dentro de un clima de legalidad y de respeto a la patria si las partes internas se ponen de acuerdo y creen en la superación de estas enormes diferencias actuales. Mientras eso ocurre, los poetas miramos y miramos a ambos lados para juzgar cada quien con su conciencia, pero con muy poco entre las manos para dar con una solución definitiva. Eso sí, cuidado con una bala en la cabeza. Ese sería el punto final. En la guerra caen justos por pecadores.