El sistema de dominación capitalista se ha perfeccionado hasta llegar a la democracia burguesa y su esquema de bipartidismo, atrás quedaron las dictaduras, apelando a ellas sólo en situaciones de emergencia.
El bipartidismo atenaza la psiquis de las sociedades y las enclaustra en una ilusión de cambio, a un movimiento pendular entre los dos polos del bipartidismo que les impide zafarse del capitalismo, de allí el celo en mantener la alternabilidad. Esa ilusión de cambio es la garantía de que todo seguirá igual.
Las sociedades adquieren una costumbre, una tradición de bipartidismo que las blinda en el inconsciente contra cualquier otro esquema: en condiciones normales no hay lugar para un tercero. De esta manera, las situaciones políticas son analizadas con este esquema, que podríamos llamar deportivo: un gobierno y su adversario, todo en el mismo juego, algo así como la final de la Champions, o la final de Wimbledon, o el final de la Serie Mundial. Las sociedades del capitalismo difícilmente se libran de este esquema binario, cuando esto sucede la dominación está en crisis.
El bipartidismo es una barrera contra la intromisión de un tercero, cuando éste aparece suele ser de una fuerza electoral despreciable y adquiere características románticas o de club de amigos.
Chávez rompió el esquema bipartidista de la cuarta república, primero con un acto de fuerza que despertó a la sociedad: después del 4 de febrero no todo era el bipartidismo, se podía pensar con otro esquema, era posible tocar las puertas de Miraflores sin pasar por los filtros de la democracia burguesa, un tercero con vocación de poder emergió de las entrañas de la sociedad. Luego, con esa demostración de altruismo, de entrega a la causa de los humildes, capaz de correr riesgos en época cuando la comodidad, la red de seguridad, no ir al fondo era la regla de la vida política, pudo participar en las elecciones burguesas y romper el bipartidismo.
El resto lo conocemos, el bipartidismo adquirió otra naturaleza, se transformó en su contrario: de un mecanismo de protección del capitalismo, pasó a ser un mecanismo de sustitución del capitalismo. Había llegado la Revolución y comenzaba el cambio de mundos, que lamentablemente no llegó a modificar la esencia del sistema electoral burgués.
Después del asesinato del Comandante, la Revolución entra en crisis, el madurismo se pliega en lo económico al capitalismo, desanda lo avanzado por el Comandante, pero, en lo político es incapaz de aceptar la alternabilidad, pretende atornillarse en el poder desvirtuando la naturaleza del esquema de dominación capitalista.
La confrontación de hoy entre gobierno y oposición tiene las características de la contienda bipartidista clásica, es una final que no acepta terceros en el ring. He allí la dificultad para hacer que el Chavismo chavista, el Socialismo, entre en combate. Lo que pasa con la ayuda humanitaria, las pendejadas de carreño, las morisquetas de iris, las groserías de jorge y delcy, son parte del circo del bipartidismo. El torneo en el puente, la incógnita de quién quemó el camión parecen el guión de una telenovela, las amenazas de invasión son ingredientes para la intriga necesaria en esa película. Al final, el madurismo será derrotado (ya lo está estratégicamente), y vendrá la dictadura del bipartidismo…
Hay un peligro en este intento de restaurar el bipartidismo, es el peligro fascista que asoma en la pugna entre las bandas capitalistas. Allí se ha perdido la mesura, no hay límites. Ese comportamiento de la capa dirigente, aunado a la falta de una vanguardia revolucionaria, produce una suerte de esquizofrenia social que es el terreno propicio para el fascismo.
Ya aparecen los odios deshumanizados en las dos bandas. Los belicistas toman el control. La vicepresidenta declara con desfachatez que lo del sábado es una pequeña muestra de lo que son capaces de hacer, en clara alusión a la violencia de la que son capaces. Los voceros de la oposición piden de rodillas que alguien, una fuerza extranjera, le tumbe el gobierno, en clara demostración de cobardía. Las fuerzas paramilitares de lado y lado se activan ante la vista de todos. Las fuerzas militares se inhiben, pierden personalidad, son arrastradas por las dirigencias, no hay alternativa al triunfo de la barbarie.
El fascismo, que de alguna manera, más brutal o menos brutal, se presagia, sólo podrá detenerse construyendo un poderosos muro chavista chavista. Un frente antifascista que presente combate al fascismo de lado y lado. Que permita escaparse del dilema: o guaidó y su fascismo, o maduro y sus mentiras y su fascismo. Ese es el reclamo del clarín de la Patria.