Enterremos al Capitalismo

La dirección política del proceso revolucionario bolivariano en este momento decisivo de la lucha debe responder con objetividad a las exigencias de la coyuntura táctica y a la etapa del desarrollo estratégico del proceso. Si esto no se tiene claro se pierde la visión de objetivos estratégicos y por muchos que sean los triunfos que se logren se corre el riesgo de perderse en un laberinto sin salida y sucumbir ante el empirismo, el oportunismo y el reformismo, entidades perversas del sistema capitalismo que se niega a morir ante el triunfo de la revolución socialista. El capitalismo bajo cualquier forma trata de invadir el cuerpo del socialismo naciente, de la sociedad nueva que lucha por nacer y vencer las sombras del pasado.

Sería injusto negar los logros, conquistas y triunfos del equipo de camaradas que asumió el gobierno y la conducción del proceso revolucionario después de la siembra del Comandante Chávez. Por supuesto que se han cometido errores, se pudieron hacer mejor muchas cosas, se puede cualificar el proceso y tomar definitivamente el rumbo cierto. Esto es posible enderezarlo y cambiarlo si hay conciencia y lucha de clase, pensamiento crítico, teoría y práctica revolucionaria, fundamentadas en el marxismo leninismo y en el legado y valores de Bolívar y Chávez, derroteros que se van perfilando con la lucha cada vez más definida e intrincada con los enemigos estratégicos, fundamentalmente con el Imperialismo.

Después del atentado cibernético al sistema eléctrico nacional que dejó sin energía eléctrica al país por cinco días y sometió al pueblo a privaciones criminales sin precedentes, el Imperialismo Norteamericano coronó la cima de su perversidad y demostró su desmedida rapacidad por nuestras riquezas.

La lucha sigue y la historia ni se detiene ni se acaba. Nacen y mueren las épocas como nacen y mueren los imperios, así está muriendo el capitalismo y está naciendo el socialismo en el mundo. Solo que es la sociedad la responsables de esos cambios. El capitalismo tiene que ser enterrado para qué el socialismo nazca sin sombras y brille su esplendor. A los venezolanos del siglo XXI les aguarda la honra histórica que asistió a los compatriotas de la independencia de las primeras décadas del siglo XIX, como fue enterrar en nuestro continente sur americano al Imperio Español.

Hoy la revolución bolivariana tiene tres enemigos poderosos y estratégicos que debe combatir simultáneamente. Primero el Imperialismo Norteamericano con su guerra de cuarta generación. Segundo, el desabastecimiento interno y el tsunami especulativo del empresariado industrial y comercial que ha llevado la inflación y la incapacidad adquisitiva de las clases asalariadas y marginadas a situaciones desesperantes, y finalmente, la indefinición ideológica y política que se observa en la conducción del proceso hacia la construcción de una economía socialista fundamentada en un Modo de Producción Socialista, sustentado en la propiedad social y relaciones de producción regidas por valores y principios de equidad y justicia que hagan posible la sociedad sin clases y se acabe con el sistema de explotación del hombre por el hombre.

Los revolucionarios de a pie, que no creemos que Dios resuelve los problemas por iniciativa propia, que creemos en el socialismo como hechura social producto de la lucha de clases, que negamos las alianzas con la burguesía por razones de principios y por un historial de experiencias que revelan la imposibilidad de esas alianzas, por la incompatibilidad de intereses de clase, por muchísimas razones más, estamos preocupados por los vientos que soplan, porque de los vientos nace la tempestad y de ésta los lamentos y después de ojo sacado no vale Santa Lucía.

UNIDAD-LUCHA-BATALLA Y VICTORIA



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Rafael Godoy Villasmil


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