Mi palabra

No se harte de rabia ¡Sonría!

"Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste,

porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa."

Gabriel García Márquez

Este jueves 21 de marzo, temprano en la mañana fui a pagar el recibo de la televisión por cable; me conseguí una cola enorme de personas, y de paso muy lenta.¡Raro! La mayoría estaban pensativos, algunos con la mirada hacia el trecho esperando su turno para cancelar la mensualidad. Apenas llegué, trate de hacerle ver a todos los presentes la necesidad de sonreír, aun, cuando la fecha para celebrar el día de la sonrisa este algo lejano. Entre los presentes surgió un oportuno curioso, preguntando por la fecha, día mundial de la risa. La respuesta: todos los años, el primer viernes de octubre; ría, si no lo sabía. Muy pocas personas dieron demostración de estar enterados de esta fecha universal; algunos voltearon con indiferencia por la información; otros expresaron fugaces risas, dejando los rostros tan serios, como estaban. Me tocó el turno de pagar, y por unos instantes dude, "creía" que se encontraba adelante un señor. Detrás una señora, casi me empuja; entendió mi estado de embeleso al ver salir a una dama con las posaderas, como dos pelotas de barro pegadas a su cuerpo. Al pasar a la taquilla, el cajero con una sonrisa (tiene con qué) se disfrutaba la salida modelada de la fémina.

La actitud de la señora, al incitarme a pasar, desesperada por cancelar e irse a su hogar, motivó la risotada en el rostro de algunos de los recién incorporados a la fila, dejando ver la refrescante expresión de la risa. No todo el mundo está dispuesta a sonreír al llegar a una cola, pero cualquier motivo enciende la mecha, y después es muy difícil apagar. Las veces, cuando me toca pagar alguno de los servicios y me encuentro con esas largas y aburridas colas; busco el momento y el pretexto para incitar a las personas a sonreír, explicando los beneficios para la salud, haciendo la salvedad: solo en la calle y a plena luz del día, da para pensar y hablar, y nunca falta alguien con la mala intención: ¡Ese anda ido del coco! por eso hay que aprovechar cualquier oportunidad para reír, en grupo o en buena compañía.

Las colas siempre parecen una riña de gallos, pero pocos sonríen, aunque nunca falta alguien con una estruendosa carcajada dejando ver toda su dentadura, como un potro relinchando enamorado, para convertir la aburrida espera en una cadena de personas sonrientes, que muchas veces no se dan cuenta, cuando les llega el turno para hacer efectivo su pago; pero también se encuentran, los que viven pensando echarle la culpa a Nicolás Maduro, de las largas e interminables esperas, que por supuesto desespera a los más impacientes y toman la decisión de marcharse, porque no soportan las sonrisas de los demás; llevan la amargura sembrada en la mente, sin poder sonreír ni siquiera haciéndole cosquilla.

Piénselo bien, cuando vaya a cancelar algún servicio, y se encuentre con una cola interminable; trate en lo posible de mostrar una sonrisa y no se le ocurra preguntar desesperado por el último, no le vaya a pasar como me sucedió a mí, en cierta ocasión al preguntar: ¿Quién es el último? una señora entrada en años, con un camisón largo y floreado propio de carnaval, respondió riéndose, como si tenía muchos años conociéndome: "Pelón, ¿quién va ser? ¡Usted!, acaba de llegar, haga la cola tranquilo" todos los presentes lanzaron una soberana risotada, como si estaban ensayando. A partir de ese momento la dama se convirtió en el centro de atracción; cuando me veían se reían, como "recordándome" la atrevida mujer, quien con gracia y espontaneidad amenizó el largo rato de espera, haciendo valer la expresión: "A mal tiempo, buena cara" la manera más sencilla de disipar los malos ratos.

Son tantas las experiencias vivas en esas hileras de pensantes, que en una oportunidad, casi en el momento de pagar, la persona que me antecedía se le ocurrió decir: ¡La vida está llena de contradicciones! Y para reafirmar lo dicho por el amigo, le agregué: ¡Tiene toda la razón, porque las actividades más agradables en la vida, no se pueden practicar en el mismo momento: sonreír, y hacer el amor! Al marcharme, me despidieron los que estaban más cerca, con unas soberanas risotadas de oreja a oreja, destacando dos mujeres con las canas poblándole las bien cuidadas y tupidas cabelleras, al no poder contener las risas, dejando escapar la picardía, y coquetería de nuestras hermosas féminas.

 



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Narciso Torrealba


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