“Siempre, todo lo he hecho por amor. Por amor al árbol, al río, me hice pintor. Por amor al saber, al estudio, me fui de mi pueblo querido, a estudiar. Por amor al deporte me hice pelotero. Por amor a la Patria me hice soldado. Por amor al pueblo me hice Presidente, ustedes me hicieron presidente. He gobernado estos años por amor. Por amor hicimos Barrio Adentro. Por amor hicimos Misión Robinson. Por amor hicimos Mercal. Todo lo hemos hecho por amor. Aún hay mucho por hacer. Necesito más tiempo…”.
Cuando el comandante Hugo Chávez lanzó el citado "Mensaje de amor para el pueblo de mi Venezuela", el oposicionismo gritó, chilló, rabió, bramó, pataleó, se desesperó y desató toda su furia mediática.
Entre otras voces exasperadas del oposicionismo se levantó la de Rosalio Castillo Lara, quien calificó al mensaje de amor de Chávez como “una ridiculez” (Notitarde, 21-11-2006). Y sin esconder su insistente histeria-neurosis, el Arzobispo de Coro, monseñor Roberto Lückert León, alegó casi con una mecánica pavloviana antichavista de inspiración porrista castillo laraniana que "Chávez lo que ha sembrado en estos años ha sido agresión y animadversión del venezolano contra el venezolano. Él es Presidente de todos los venezolanos y no puede discriminar a nadie, porque debe gobernar para todos y pareciera que sólo gobierna para los que están con él". (Agencia Católica de Informaciones, ACI, 11-10-2006).
Sin dar a conocer muchos argumentos, el analista de Datanálisis Luis Vicente León dijo que todo respondía a “una estrategia para reducir el estrés de los neutrales y evitar migraciones en el último mes de campaña". (El Universal, domingo 05-11-2006).
Amor sin pudor
Pero el oposicionismo laico y el paranoico fanatismo clerical se equivocaron en su orquestado ataque al mensaje de amor del presidente Chávez ("Necesito tu voto, tu voto por amor"). Ello quedó demostrado en los resultados que arrojó un sondeo realizado en la segunda semana de octubre por la encuestadora Cifras Escenarios C.A. La investigación aseguró que al 76,7% de los 1.180 consultados le gustó el mensaje de amor de la campaña del Presidente-candidato. Un 21,2% lo rechazó. Y hasta allí llegó el oposicionismo vociferante en su ataque filial Chávez-amor-pueblo.
Una vez más el sector opositor no dio pie con bola, ya que partió de la errada premisa de que Chávez recurría “a su mensaje de amor” como parte de “un recurso demagógico electoral sólo para ganar votos a su favor”.
Fundamentalmente, el oposicionismo erró porque no tomó en cuenta que el tema del amor forma y siempre ha formado parte del discurso del comandante Chávez. Así lo deja ver un trabajo de investigación publicado en la revista Espacio Abierto, volumen 9, Nº. 1, enero-marzo del año 2000, publicación auspiciada por la Asociación Venezolana de Sociología y la Internacional Sociological Asociation.
Esta investigación realizada hace seis años por el profesor de la Escuela de Sociología de la Universidad del Zulia, Daniel Castro Aniyar, se basó en el análisis, desde una perspectiva antropológica de lo contemporáneo, de noticias publicadas en los periódicos Panorama, El Nacional y La Verdad con la finalidad de abordar y comprender el liderazgo de Hugo Chávez.
Castro Aniyar, analizando la campaña electoral de 1998, resalta que “Chávez rechazó el discurso electoral prevaleciente en la historia democrática venezolana de los últimos 15 años”. En cambio “hablaba, sin el menor pudor, poseído como en trance, usando, por ejemplo, la palabra “amor”.
En tal sentido, el sociólogo refuerza su apreciación citando una nota periodística de un discurso pronunciado por Chávez en 1998. Esta información, según nuestro punto de vista, se puede inscribir sin pérdidas en la campaña electoral de 2006: “El pueblo no quiere la guerra, quiere la paz… y va a votar, no por los que quieren confundirlo, sino que va a votar por el amor. No por Chávez, ni por los partidos que me apoyan… Porque a Venezuela sólo la podrá salvar el amor”.
Destaca el sociólogo que Chávez de 1998 “solitario en el camino de las élites intelectuales”, no temió formular expresiones como: “Yo estoy lleno de amor”, “necesitamos amor”, “los caminos del pueblo, que son los caminos de Dios…”.
Al ahondar en la relación entre el discurso y la sociedad venezolana puede mostrarnos que “Chávez sujeta la confianza en su público en base a un liderazgo carismático, pero profundamente diferente al de sus oponentes”.
En su investigación, Castro Aniyar demuestra que Chávez no ha temido expresar su amor al “pueblo”. Por ello señala que “la palabra pueblo navega por su discurso llevando consigo a todos sus tripulantes (miserables, niños, ancianas, viejos sabios, la gente que le habla desde las esquinas…)” en un viaje fundamentalmente poético”.
Ante esta innegable simbiosis Chávez-pueblo, convertida en auténtico amor, el presidente-candidato acierta cada vez que canta a viva voz el bolero Frenesí de Alberto Domínguez: “Esa locura de vivir y amar / es sólo amor frenesí”. Y ese indestructible amor frenesí quedará demostrado una vez más el 3 de diciembre, porque amor con amor se paga.
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