Estaba escrito: sin un mínimo de sentido de Estado, sin una pizca de visión de nación, sin una pequeña idea de la geopolítica no se puede gobernar sin hacer un desastre. Estaba previsto, era como darle una escopeta a un mono ebrio. Y pasó lo que tenía que pasar. Veamos.
Cuando el poder le cayó del cielo al pragmatismo, a la mafia sindical, ésta no tuvo la sabiduría de cambiar su manera de actuar, quiso gobernar el país como se gobierna un sindicato de tercera categoría. El resultado es una tranca fenomenal, un laberinto griego. El fiasco de Noruega, un naufragio anunciado, es señal clara de la imposibilidad casi absoluta de resolver esta situación por las buenas.
El problema central del gobierno es que perdió la mayoría, pero no por poco, por mucho. Y desde aquellos días del referéndum, toda su acción de gobierno gira alrededor de escamotear esta realidad, allí adentro sólo hay la visión corta de permanecer un día a costa de lo que sea, se comportan como un elefante en una cristalería, han destruido todo, como un barbarazo. No hay nada en pie, donde se meta la lupa se encuentran ruinas. Somos un país borrado, vacío, en fase final de desaparición. No es necesario un inventario de daños, el informe es escueto pero dramático: ¡todo está destruido!
La debacle ha afectado la esfera política: la oposición de derecha se quitó el disfraz y se pasó a los gringos, todos adquirieron nacionalidad gringa, esperan la invasión arrodillados en la arena. El Chavismo sufrió un duro golpe con el asesinato de Chávez, y otro de iguales proporciones con la traición del madurismo. Ahora yace a la orilla, atontado, incapaz de reaccionar.
Mientras, unos se resisten, los otros esperan que los musiues le saquen las castañas del fuego, los últimos están anestesiados, y el país camina hacia la extinción. Los países también se extinguen, no tienen vida infinita, y desaparecen por mala práctica de sus ciudadanos. Esa es la situación de la Patria de Bolívar y Chávez, sus hijos la están dejando morir.
Aquí no hay salida negociada, el madurismo no acepta su realidad, no tiene mente para eso, prefiere acabar con el oro (ya con el petróleo acabó), prefiere hundir el barco antes de aceptar su fracaso y su incapacidad para gobernar. Lo ha demostrado de mil maneras.
Entonces, el futuro se decidirá por la fuerza. Ya los gringos tienen su opción definida, ya han asomado militares de derecha que a la menor chance corren para el norte y cantan más que el canario de la abuela. Es el momento de los venezolanos, de los chavistas.
Chávez llevó este país a niveles de ejemplo para el mundo, lo sacó del tremedal de la cuarta república, de la socialdemocracia, y lo hizo conocer, rozar con la punta de los dedos a una nueva sociedad donde todos vivamos como hermanos. Esa sociedad asomó en Abril, en la lucha contra el sabotaje petrolero, en las brigadas internacionales de la Misión Ribas, con el trato amoroso en Barrio Adentro.
Con Chávez se demostró que esa nueva sociedad es posible.