Después de la peste

Este periodo lo registrará la historia como la peor peste política que haya azotado a un país de este lado del mundo, causante de un daño a la sociedad similar a un ataque nuclear. El daño ya lo sabemos, es mayor en el espíritu, pero alcanza también a lo social, lo económico, no hay rincón de la sociedad a salvo de la acción perniciosa del virus del madurismo.

El diagnóstico dramático lo conocemos, y también conocemos las causas: a quién se le ocurre poner preso a más de cien gerentes, a la directiva de una empresa, que producía tres millones de barriles de petróleo al día y era una de las cinco primeras del mundo. Ya esa acción delataba la pelaje de los nuevos gobernantes, allí se ha debido decretar la emergencia política, desde allí supimos de la incapacidad y el odio. Pero como todo en la vida, esto también pasará, lo que nos compete ahora es estudiar qué hacer luego de que esta peste se esfume, cómo levantar al país desde los escombros del madurismo. Veamos.

Lo primero es devolver a la masa las razones sagradas por las cuales luchar, darle un sentido altruista a la vida, derrotar el metalismo, es decir, lo primero es una campaña de saneamiento espiritual, derrotar el pragmatismo dentro del alma nacional, devolverle el sentido de sociedad a la gente. Para eso es necesario un instrumento organizativo que agrupe a los mejores, a los de más elevada conciencia del deber social, más altruismo, capaces de entregar su vida por el bien común. Ese instrumento existe, ha dado muestras de heroísmo, lo hizo en abril y en la lucha contra el sabotaje petrolero, es disciplinado y sobre todo es un organismo pleno de altruismo, de generosidad: es el partido de Chávez, hoy secuestrado, mediatizado, por una camarilla que lo ha convertido en un cadáver ambulante, que no cuestiona nada, que no les es incómodo, que aprueba cualquier tropelía.

No es posible recuperar la moral de la población sin recuperar la moral de su instrumento más consciente, sólo de esa jefatura, de esos cuadros medios, de sus militantes de base puede emanar el ejemplo que insufle moral al resto de la sociedad. Ese partido debe ser el pilar de la formación política, el reservorio del humanismo, soporte de los cambios sociales.

Es urgente entonces, hablar, tocar a las bases chavistas hoy engañadas en el PSUV, rescatar ese partido para la causa chavista, hoy convertido en un partido de la cuarta. Esa es tarea fundamental de hoy, es difícil, el daño ha tocado hondo en el corazón del partido, años de manipulación lo han transformado en una entelequia, sólo en una apariencia, una sombra atrás del recuerdo legítimo del Comandante Chávez, engañado por su propia dirigencia que hoy domina al partido, camarilla que hace tiempo dejó de ser chavista, al contrario, traicionó el sueño y el pensamiento del Comandante.

El PSUV debe seguir existiendo luego de que pase la peste, esa será la garantía de la posibilidad de resistencia a la barbarie que se gesta. El capitalismo salvaje que anuncian los restauradores de la cuarta significa no resolver los problemas que hoy tenemos, al contrario, significa profundizarlos, sabemos, lo hemos vivido, que el capitalismo produce miseria espiritual y material, marginalidad, los males que hoy padecemos son males del capitalismo desatado. La existencia del PSUV, no como una caricatura, sino como el partido aguerrido de Chávez es responsabilidad de los chavistas, de todos, los que aún están dentro del partido, los expulsados por mezquindades de la costra, los que se fueron asqueados…



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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