Pocas dudas caben, Venezuela es un país en vías de extinción. No hay gobierno, no hay Estado, los habitantes emigran por millones, las instituciones están siendo borradas, las leyes son sólo papel. La presidencia, eje de la nación, se transformó en un ente asustadizo que pide a Dios resolver lo que a él compete, y evacúa las responsabilidades como el que se cambia de camisa.
El país está paralizado.
La oposición de derecha deposita sus esperanzas en una invasión, no corren riesgos, esperan que el comando sur se decida, ya ellos abrieron las puertas y sus corazones a los gringos. El gobierno no sabe qué hacer, la presidencia sólo es experta en transferir las culpas a factores externos, nunca se equivoca, nunca hace algo mal, para los problemas económicos la presidencia tiene un plan: Dios proveerá; si existen problemas con Colombia, la presidencia traslada la iniciativa a la Fuerza Armada, dice: "hagan contra Colombia lo que se merece, los autorizo", lo que sea que esa barbaridad signifique. Y así van los días, el país disolviéndose y ellos imperturbables, disparatados. Los chavistas auténticos, siguen paralizados en su duelo, no atinan a entender que el cuadro político-social cambió, no consiguen conectar con el espíritu rebelde, insurgente, de Chávez, del 4 de febrero.
El país camina, deambula, como perro sin dueño, no tiene rumbo, se disuelve, el éxodo de millones es sólo un síntoma, la inflación lo complementa, la pérdida total de la moneda nacional engullida por el dólar lo reafirma, la carencia de credibilidad en las leyes y las instituciones completa el paisaje yermo.
Nadie sabe qué hacer, no hay vanguardia, sólo fraudes; gente que habla, que repite, lo que otros repitieron, frases huecas, oídos indiferentes. Todos esperan un poco de renta, que alguien reparta, nadie corre riesgo, nadie hace esfuerzo, que todo caiga del cielo, que alguien nos regale un país, el país que no tenernos la virilidad de defender. Todos conviven como en un acuerdo entre pares, cómplices, no se pisan la manguera, no hacen olas en la piscina.
Nadie pide la renuncia de maduro y volver al Plan de la Patria, al sueño chavista. Todos apuntan a unas elecciones burguesas que son como un amortiguador de la crisis, repetir la traición del 23 de Enero. Los gringos esperan, acechan para que las aguas no salgan de su cauce, todo debe quedar dentro del capitalismo, enterrar definitivamente la obra del asesinado, deformar su recuerdo.
La Patria se hunde y nadie acude al llamado del clarín, nadie se atreve. Parece que se perdió la moral, la decencia, los militares corren y se esconden bajo los fustanes de los gringos. Da pena ajena ver a generales que aquí lucían poderosos, ahora confundidos, incapaces de parir una opción propia, colocándose al servicio de los gringos. Da vergüenza el silencio de los militares que aceptan cualquier trastada en honor a una disciplina boba.
La Patria espera que surja una vanguardia que guíe el camino de la reconstrucción. Es una tarea que requiere audacia, atreverse a romper con el manto de conformismo que arropa al país. El trópico es real y es mágico, donde menos se espera salta una liebre, vuela un gavilán… Una madrugada de estas, revive lo que muchos esperan.