En política, al igual que en la vida, hay momentos para llegar y momentos para hacer mutis, para salir. Hoy, sin dudas, es el momento en que maduro puede demostrar un poquito de sensatez, dar una postrera señal de cariño hacia este país.
El madurismo fracasó, quién lo duda, la realidad está allí, no es necesario repasar el inventario de errores y la lista de calamidades. El madurismo fracasó, no pudo construir equipo de trabajo, se rodeó de la mediocridad, decretó delito al talento, persiguió la crítica, despreció al pensamiento. El resultado fue la ruina. Ahora bien, establecido el fracaso, cuál es el futuro del país y del gobierno. El gobierno en su fase agonizante ya no cuenta en el análisis político, está de salida, sólo importa su último gesto. Veamos.
El destino del madurismo es el abismo y el extraño mérito de ser uno de los gobiernos más perniciosos de la historia continental, no lo puede evitar, lo que sí puede impedir es la llegada del fascismo cabalgando la bota militar, o en los navíos gringos que entronicen a un guaidó o a alguien igual pero peor. Para eso es necesario que instale una mesa de diálogo chavista, ésta es más importante que la del diálogo con la derecha externa.
La mesa de diálogo debe tener una agenda con sólo dos puntos: la salida de maduro y la conformación del gobierno chavista de sucesión. Los asistentes a este diálogo se pueden escoger entre los muchos cuadros dentro y fuera del gobierno, para estos efectos se debe decretar una amnistía, o mejor un alto al fuego del gobierno. Para facilitar el entendimiento, en lo inmediato deben renunciar Tarek el fiscal y Tareck el economista, como muestra de propósito de enmienda, de voluntad de despedida con dignidad, de cese de la persecución política. No adelantamos nombres por razones obvias.
El nuevo gobierno tiene como tarea rescatar la esperanza, la confianza de la población, aplicar un plan de emergencia, recuperar la economía. No es propósito de este escrito entrar en detalles, ya los miembros tendrán oportunidad de señalar el nuevo rumbo del país, no en cien días, sino en cuarenta y cinco.
La conformación de esta mesa de diálogo, de este gobierno chavista, es urgente, el tiempo corre en contra, el país no aguanta mucho antes de desmembrarse. Son días de gran prueba para el madurismo, no sólo para maduro, sino también para su entorno más íntimo; y para la constituyente, que ve derretir en el fuego de la inacción el prestigio que alguna vez tuvo. Son tiempos de asumir responsabilidades para aquellos que dijeron llevar el morral de Chávez, es hora de demostrar su talante, es hora de definir si siguen siendo chavistas…
Es posible, es lícito pensar, que el gobierno ya este demasiado maleado para dar esta última manifestación de altura, de dignidad. Pero estamos seguros que dentro del Chavismo no faltará el que tenga el valor, el coraje de convocar este diálogo. Quizá esto sea tarea de la constituyente, del PSUV, quizá allí queden voces capaces de salirse del rebaño.