Mi palabra

Reacciones frente al dólar

“El humor es una de las mejores prendas

que se pueden vestir en sociedad”.

William Thackeray

Martes por la mañana, en una verdulería el rostro de los compradores cambiaba a medida que se iban enterándose de los precios; por supuesto todos estaban aumentados; la razón esgrimida, como argumento por el dueño del establecimiento para justificar el alza: ¡El dólar está aumentando! A medida que iban llegando los compradores se escuchaban los comentarios bastante pasado de tono, sobre los exagerados aumentos. Una señora, asidua cliente del negocio, al no más ver el precio de los plátanos por kilo, agarró una pieza de la codiciada fruta totalmente arrugada y negra, parecía un pedazo de tizón apagado por el agua, para preguntarle con rabia a la persona que, parecía el dueño o encargado del establecimiento: ¡No me vaya a decir, que estos podridos también los agarró el aumento del dólar! Para luego tirarlo en el mostrador, y marcharse hablando más, que una lora, cuando hay visita nueva.

La actitud de la mujer, desató las más variadas acotaciones, y no es para menos, no hay un día, que todo el mundo se acueste y se levante pensando en la moneda gringa, sin poder salvarse del aumento sin vaselina ¡Quédese quieto, para que no sufra tanto! Todas las féminas veían con cierta resignación las bolsitas, donde llevaban las pocas verduras. Una de ellas, la más dicharachera, no dejaba de reír, a pesar de los comentarios adversos de los precios, soltó unas palabras en medio de una sonora carcajada, despertando risotadas descontroladas en las caras de todos los presentes menos al dueño, el cual se mantenía muy serio, parecía un sordo en medio del bullicio: ¡Como el dólar ha hecho subir todo, espero un milagro con mi marido! Solamente se oyó ¡Si no puede la azulita, olvídese!

Por momentos las risas, fueron calmando la ansiedad de algunos clientes. Un joven llegó con el pelo levantado a la moda; parecían alambres germinando del cuero cabelludo. El detalle motivó a un señor, con el rostro marcado por las huellas de los años; no dejó pasar mucho tiempo para aportar su cuota a la incontrolable conversación entre risas, quejas, acusaciones, y resignaciones antes el despiadado aumento del dólar: “Este jovencito, está más jodido que yo” Una señora, a su lado no aguanto la curiosidad: ¿Por qué dice eso señor? ¡sí está lleno de salud! La Respuesta fue rápida para terminal de encender el rostro de los que estaban gozando un puyero (refrán muy utilizado hace algunos años, proveniente de una moneda venezolana: centavo–5 céntimos– o puya) a la vez despertó una ligera sonrisa en el rostro del dueño, que parecía no reír, ni haciéndole cosquilla; “Muy sencillo, está gastando en dólares a muy temprana edad; usa viagra, y goma para el cabello” La mujer sorprendida, volvió a indagar para calmar la curiosidad: ¿Cómo sabe usted? El señor, casi con un susurro le dijo: “No ve que se le está parando el pelo”. La mujer largo la carcajada, y el muchacho que lo había oído, volteó violentamente para responderle: ¡Mira pure, usted no va pa´ el baile, ni con dólares, ni con viagra! Para finalmente oírse de boca de una de las comadronas, que dio inició a la polémica sobre el dólar, casi en la puerta del negocio: ¡Ah mundo, y yo esperando milagros!


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Narciso Torrealba


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