Venezuela padece una catástrofe de proporciones geológicas, no se conoce registro histórico de tantas calamidades desde los dolores de parto de la nacionalidad. Y el apocalipsis se acentúa por la desidia de sus hijos.
Varios son los mecanismos que se usan para no asumir la responsabilidad debida con el país. Uno, el más socorrido, es endilgar la culpa de todos estos males a maduro, y despacharlo con un recuerdo a su madre. De esta manera, pensamos que ya cumplimos, nos descargamos de responsabilidades, es un mal nacional, aquí nadie es responsable de nada, unos le echan la culpa a maduro, y maduro a trump. Los que asumen sus responsabilidades son pocos.
Nos olvidamos que maduro está allí por obra y gracia de nosotros, de todos, unos por omisión, otros por flojos, otros por apoyarlos. Los maduristas, los constituyentistas, los del psuv, todos callan, aplauden, justifican. En privado reconocen algunas fallas, en público inculpan a trump, a las medidas; se olvidan la masacre que hicieron con pdvsa, origen de todo este desastre: nos convirtieron en un país petrolero… sin petróleo.
Ninguno cumple sus obligaciones: el partido de fiscalizar, la constituyente de legislar y controlar. ¿Cómo es posible que estemos en las puertas de una guerra con Colombia, producto de la estulticia de los gobernantes, que ya está prácticamente declarada, y la constituyente que funge de parlamento ni siquiera llame al Ministro de la Defensa para interpelarlo y deja la iniciativa de la guerra en manos de voceros supernumerarios irresponsables? ¿Cómo es posible que el partido no reúna su congreso ante la emergencia y discuta el tema? ¿Cómo es posible que por esos lares no se oiga una crítica sincera, verdadera, que conlleve una rectificación?
Pero no sólo eso, que ya es suficiente, además nos hacemos los tontos frente a tanto disparate del madurismo. Todos los días sale un alto vocero del madurismo y excreta una barbaridad, un disparate inmenso, una ley ya desgastada, una medida comprobadamente inútil; los presos continúan presos, las faes asesina diariamente, la pena de muerte esta instituida, y no pasa nada, nadie chista, millones huérfanos de dirección abandonan al país, ni los líderes obreros que a lo sumo piden aumento del salario mínimo, ni los intelectuales, ni los estudiantes, los campesinos.
No importa lo que pase, nada mueve, ni al gobierno, ni a la oposición chavista, ni a la oposición gringa que espera que del cielo le caiga el poder. Somos -nos convirtieron en- un país entumecido, inerte. No hay fuerza ni para una pinta de protesta en una pared. No hay vanguardia, no hay emoción. Nos disolvemos, y en nuestra abulia asistimos a la destrucción de la Patria.
Es así, todos somos culpables, responsables, todos debemos entender que la salida de este túnel macabro nos compete, nadie puede quedarse al margen, todos son importantes, que cada uno haga de acuerdo a sus posibilidades: los dirigentes dirijan con coraje, convoquen, los gremios actúen. Las consignan brotan de las entrañas de la realidad, son muy nítidas: “es necesario la salida de maduro y su entorno”. “El país no debe caer en manos de la derecha fascista, gringa, bolsonárica”. Es necesario enrumbarnos hacia el futuro, no podemos regresar al pasado de la cuarta. Tenemos una obligación con las futuras generaciones, que no se registre en la historia que dejamos disolver el país y no lo defendimos de nosotros mismos ni de los imperios rapiñas, que preferimos callar, que ni siquiera tiramos una piedra, un grito, que nadie lo intentó…