Auditórium

El puteo de la política venezolana

“No ambicionemos políticos semidioses, sino el termino usado doctrinalmente como hombres medios, quienes en un normal contexto tengan muy delicado delinquir. Para que poner a alguien en la tesitura de que frente a todas las supuestas facilidades de favorecerse a si mismo o a otros sea su conciencia la que le induzca a declinar esta alternativa. No necesitamos crear prohombres sino corregir el sistema. Ibiza Melián. Fragmento de su ensayo: La corrupción en España y sus causas. Fin de la cita.

La depravación de la ética en la política venezolana, ha causado profundos daños a la sociedad. Muy lamentables y duros de recuperar: putearon la ciudadanía y debilitaron la institucionalidad democrática que soporta nuestras vidas a través del Estado de Derecho.

Venezuela es un país en demolición. Nuestros políticos se han vuelto, chabacanos, chismosos, banales, mediocres etc. Han perdido la brillante oportunidad con esta tragedia económica que vive la Republica de trabajar apasionadamente por reconstruir a Venezuela, aun cuando el mayor trabajo es recuperar la economía del país por el bienestar de todos nosotros. El trabajo político apasionado perdió su razón de lucha, constante, continua, en contra del chismorreo. Y la banalidad que nos acecha permanentemente. Solo quien conoce y reconoce el verdadero valor de la política sabe ponderarla en su justa medida como motor de desarrollo social. Politiqueros de ambos bandos exhiben en los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos, una grave carencia: y es que no sienten pasión por la desgracia que vive Venezuela y no muestran interés en trabajar para sacarla de este atolladero. No demuestran esa pasión que impulsaba en el siglo XX a todos los líderes políticos de todas las tendencias por el trabajo constructivo y abnegado que realizaban los dirigentes de esa época por nuestro país, Contribuyendo a su crecimiento, consolidación y desarrollo: ejemplo. Metro de Caracas, Hidroeléctrica del Gurí, Sistema Eléctrico Nacional, Empresas de Guayana, PDVSA etc.

La ciudadanía es una institución sumamente importante para la consistencia y consolidación de la democracia moderna. Allí donde la ciudadanía se concreta como un movimiento activo siempre atento al desempeño de la clase política delegada en el poder, siempre temporal y limitada a un periodo determinado de ejercicio efectivo, las inquietudes de la sociedad pueden ser mejor canalizadas porque estas inquietudes fluyen en el discurso púbico que logra correr desde la base constituyente siempre activa de la sociedad hasta las instituciones que efectivamente dan forma histórica al Estado moderno.

Hoy la ciudadanía observa en una forma evaluadora el mal desempeño de estos servidores públicos, cuando se salen de los márgenes de la ley cuando claudican frente a lo que fomenta la política banal, y el chisme de pasillo de lo vulgar, lo intrascendente, carente de sustancia y fundamento.

El país ve un nuevo tipo de maldad que a través del burocratismo más ramplón han transformado a las instituciones del Estado en malolientes cuadrillas de maquinarias partidistas para repartir bolsas de comidas, bembonas de gas, ordenar colas de vehículos en las bombas de gasolina etc. El mal se putea, así, cuando renunciamos a discernir entre el bien y el mal, y más todavía, cuando renunciamos a juzgar, por qué es preferible que el bien triunfe sobre el mal: cuando no repudiamos el mal, ya que la tolerancia politiquera de ambos bandos permite que el mal siga cundiendo y generando pánico.

La política es una ciencia y no un latrocinio de rameras, y desarrollada en los últimos años como enseñanza en los países de tendencia democrática que han alcanzado el desarrollo, nacidos de la democracia, y en el rechazo a las ideas totalitarias, son el resultado del actuar político organizado de los ciudadanos de un país para rechazar la politiquería de albañal. Nunca antes en la historia de Venezuela la política llegó a los niveles mas bajo de las aguas putrefactas a tal punto de secularización como en la Revolución Bolivariana. Sus consecuencias hoy son muy profundas. Hay que realizar una labor de filigrana por nuevos actores políticos que dejen sentir su influencia viva en la corrección de este desastre.

Frente a la opresión de una Venezuela colonizada por árabes, chinos, rusos y cubanos hasta convertirnos en un virreinato insolvente de Damasco, Pekín, Moscú, la Habana , contrariando a nuestros próceres independentistas cuando asentaron su causa en los valores republicanos y democráticos que heredáramos de la teoría política de esos siglos que nos antecedieron. Más allá de las formulaciones ideológicas estalinistas, Por eso somos susceptibles de enmienda y de mejorar, el motor que dinamice estos movimientos con una voluntad firme e inquebrantable por hacer de Venezuela un país más justo.

Incorporar valores políticos de avanzada democrática es una voluntad de trabajo mucho más profunda que se esfuerza por hacer de nuestro país no solo una nación concretada en instituciones parasitarias, sino en un modo de ser, de sentir y de estar en el mundo globalizado. La pasión totalitaria y represiva negativa y entreguista del régimen, donde adquiere su talante más destructivo. Donde solo existen militares como reyes y súbditos, en unas eventuales elecciones hay que devolverles a los ciudadanos el derecho de auto determinarse como pueblo autónomo a través de las elecciones conscientes libres del chantaje. La pasión por una Venezuela libre de árabes, chinos y cubanos, en los años fundacionales de nuestra vida republicana, se supo aunarse a una voluntad irrefrenable por sembrar a Venezuela de justicia para que los venezolan@s puedan darle al país lo mejor de sí mismos, y de sí mismas, y no huyan del país que los vio nacer.

Cuando la política se putea, se pierde todo horizonte histórico que está a la vista. Se diluye la conciencia histórica, se abandona también la intención de reconstruir Venezuela. Diluida la voluntad de reconstruir a Venezuela, ya no hay voluntad por el trabajo creador que emprender en ese sentido ni, por consiguiente, tampoco la necesidad de justificar a Venezuela y todo lo que esta palabra implica cuando se le contrasta con la realidad que significa, describe y explica. Si bien el trabajo mayor es reconstruirnos a nosotros mismos. Solo así contribuirá la clase política cuando ha perdido el horizonte histórico que sustentaba nuestra existencia como el país petrolero latinoamericano más rico, que hoy luce empobrecido.

No se puede seguir debilitando al país, por el contario, pareciera ser la consigna de los mediocres de la politiquería. Hay que pensar ya en cómo fortalecer las fuentes de financiamiento que sustentan las arcas del Estado, en cómo ayudar a los contribuyentes tributarios a no eludir sus deudas con el Estado. De este modo se puede apostar por políticas públicas que atiendan nuestros problemas más urgentes y garantizar mejoras en la calidad de vida de la población más vulnerable. El puteo de la política ha traído como consecuencia la proliferación de políticos sin corazón, sin convicción ni voluntad de progreso.

Venezuela para ellos, no es una realidad. Ni siquiera una utopía quimera. Quizá solo el sueño cubano de un pueblo acostumbrado a la sumisión , el miedo y la miseria a punta de totalitarismo, control social, bachaquerismo y corrupción, son el resultado de un largo proceso antihistórico como esta moraleja de un historiador: “El viaje al mal se hace en pasos pequeños, y no en saltos enormes”.

Cuando la política se putea, se pierde el horizonte histórico diluyéndose también la conciencia histórica, y se abandona también la intención de reconstruir Venezuela.

La mediocridad hace que se esclerose toda la institucionalidad, se fragmente y se feuda lise, perdiéndose el horizonte social cuando son ocupadas por colectivos y comunas que gobiernan parcelas que no reconoce ninguna autoridad, y quiere borrar y diluir las leyes porque saben que en Venezuela existía corrupción, y fue demolida la barrera contra la corrupción y cambiada por una gobernanza palaciega, cortesana y promiscua, que coquetea con el crimen, y dio nacimiento a la figura del pranato, avalando la impunidad con leyes permisivas que en lugar de castigar, castigan las virtudes pedagógicas en contra de la violencia, la prepotencia, el abuso de autoridad, y el secuestro de la constitución y las leyes de la republica.

La politiquería hoy solo se esmera para asegurarse el vivir a costa de continuar las condiciones miserables en que vive y trabaja la mayoría de los venezolanos. Mientras tanto, la política buena sobrevive por medio de otros mecanismos como la música, la cultura, el deporte y, las redes sociales. Demuestran continuamente que han extirpado de su ser todo sentido de amor por Venezuela. El patrioterismo ramplón, el chauvinismo y el populismo en que se mueven no siempre los favorecen ni les reportan las ganancias anheladas.

En cambio, los ciudadanos honestos que contribuyen decididamente a la sobrevivencia cotidiana del país cancelan sus impuestos con total transparencia y tienen pleno conocimiento de las instancias más activas del Estado, donde está lo mejor de Venezuela, apuntalando esa apasionada voluntad de hacer un país digno y respetuoso de sus ciudadanos, un país viable y vivible que acoja a sus ciudadanos sin caer en el asistencialismo comunista, y que los acoja en el espíritu de colaboración que está en la constitución, que confía en el trabajo y en la organización de la ciudadanía para contener al Estado totalitario en su forma y sustancia, aportándole lo mejor de la ciudadanía.

Para la política genuina, el Estado representa la vía para la consolidación de los derechos ciudadanos, y la garantía de un equilibrio real en la vida social. En efecto, el Estado es un ente que regula las relaciones interpersonales a un nivel jurídico-social con la finalidad de garantizar una sana convivencia entre los diferentes intereses que pueden concurrir frente a las necesidades y las demandas productivas que requiere satisfacer una sociedad para garantizar su existencia y perdurabilidad.

Una política sana es la basada en principios y no en los perversos controles sociales precarios del comercio humano del bachaqueo sin tomar ni tener en cuenta las bondades y las ventajas que aporta la consolidación de una ciudadanía más consciente de su ser, de su poder de creatividad; no solo para frenar el deterioro de la instituciones democráticas, sino para impulsar el sentir democrático que dinamizará a la sociedad hacia el ejercicio pleno del derecho y a la concreción de los legítimos anhelos de justicia que la conciencia ética fundamenta y encausa. Sobre este argumento, Platón dixit: “es mejor padecer de injusticias que cometerlas, donde inclusive es mejor asumir las sanciones tras cometer malas acciones que pretender quedar en la impunidad”.


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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