¿Nos acordamos de “Fiesta” de Joan Manuel Serrat?
La firma del reciente acuerdo entre el gobierno y una parte de la oposición fue (¿un momentáneo?) sembrar de bombilla en mis calles. A pesar de este sembrar de bombillas, aún mis calles se encuentra a oscuras y no es por el colapso de CORPOELECT.
Es un avanece los resultados de este diálogo que terminó con 6 puntos. Faltan 14 para alcanzar la máxima nota y falta un poco menos (4 puntos) para aprobar (no superar) la situación con la nota mínima (10 puntos).
El amigo Juan Martorano calificó la firma de este acuerdo,como una jugada brillante posible, según él, porque existe una cabeza como la de Jorge Rodríguez. Una cabeza estratégica, si no copio mal el sentido que intentó darle Juan Martorano a su idea. Una cabeza supuestamente bien puesta, si me fijo en el decir de Edgar Morin. Dijo el amigo Martorano.“Esta jugada de ayer, desde la frialdad política más allá de las afinidades ideológicas, a mi juicio, además de estratégica, fue brillante (y el cerebro de ella fue Jorge Rodríguez, de ello no me cabe la menor duda) ya que al levantarse Guaidó de la mesa, le crean ahora un gran problema, puesto que para el momento en que escribo estas líneas y aparezcan publicadas, se debe escenificar la sesión ordinaria de la plenaria de la Asamblea Nacional (en desacato, no está de más recordarlo) ahora con la incorporación del PSUV y el GPP- Simón Bolívar”. Estoy ahora revisando el sentido y alcance de esta palabrita “estratégica”, que viene alcanzando entre nosotros, el estatus y significado de la palabrita “vaina”. “Estratégica”, como palabra llena huecos. Cierto es, que el gobierno gana tiempo y eso tal vez, sea estratégico para el gobierno. (subrayado mio)
El amigo Martorano sabe que el acuerdo no es el final del conflicto. Sabe o debe saber el amigo Juan, que no se ha doblegado la fuerza más dura pero no más popular de la oposición y esto llama a una reconsideración de lo estratégico de este acuerdo. Pienso que es un paso muy importante que debe justificar el reclamo de otros aún más importante para alcanzar la condición de jugada estratégica.
Con el acuerdo firmado, “mi calle se vistió de fiesta”. El acuerdo, considerando un poco la letra de esta canción, faltó el gusano y hoy con alguna pena, el asunto volvió al punto. Debo decir, como lo canta Joan Manuel Serrat. “Se acabo. Por una noche se olvidó que cada uno es cada cual. Vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabo la fiesta”.
Como dice la canción, “hoy el noble y el villano,/El prohombre y el gusano/bailan y se dan la mano /sin importarle la facha. Faltó el gusano y los gusanitos, pero hay que preguntarse, si es necesario para hacer luego la gran fiesta, el gusano y los gusanitos tal y como se han venido asomando.
El sancocho Venezuela tiene el caldo moraó porque se metieron muchas manos ajenas. En una reciente declaración, el supuesto dueño de la olla con el sancocho, fijó su posición. Falta saber si los que dialogan reciban sus acuerdos. Sostuvo el dueño (hasta ahora) de la olla con el sancocho, lo siguiente:
“Maduro y sus compinches atrajeron a un pequeño grupo marginal de políticos a participar en un llamado diálogo y lo distorsionó como si hablaran en nombre de la oposición democrática”, afirmó en un comunicado el Departamento de Estado.”
Es estratégico (esto si estratégico) quebrar la política de EEUU. Difícil, pero si ese quiebre en el plano internacional y nacional, la situación no deja de ser casi la misma con un acuerdo. Un punto en este acuerdo, pudo haber estado enfocado en una importante cruzada por el mundo, para sensibilizar a la opinión pública internacional, que los problemas de Venezuela se resuelven aquí. Las sanciones impuesta por EE.UU, es la peor de las dictaduras que pueden existir hoy. El problema es el gusano y los gusanitos.
Hay que multiplicar los diálogos sin perder de vista, el papel del soberano en este asunto. Hay que multiplicar los diálogos, sin descuidar la condición de esta pelea. Es necesario que esta pelea por la paz y democracia en Venezuela, tome sentido con la participación del soberano y con un apoyo de una junta patriótica, que asuma esta pelea en el plano internacional.