En la política, como en la vida, hay señales que determinan el rumbo de los acontecimientos, simplifican la complejidad de la realidad; saber leerlas confiere ventaja, buscarlas es deber de cualquier análisis. Veamos.
Cuando en el terremoto de 1812 Bolívar enfrenta a los curas monárquicos que atribuían la tragedia a la rebelión independentista, proclamando: "Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca", en ese momento nacía el Libertador y se indicaba el rumbo indómito hacia la independencia
El llamado "hombre del tanque", que en 1989 se enfrentó solo a una columna de tanques en la Plaza Tiananmen, fue una señal de la caída del Socialismo chino. Cuando Fidel da la orden de regresar al Granma para recoger a un combatiente que había caído al mar picado en la madrugada antes del desembarco, allí nació la etapa gloriosa de la Revolución Cubana, después reafirmada con el "grito de Alegría de Pío", que bajo el asedio de aviones y soldados se oyó en medio de la refriega: "Aquí no se rinde nadie", esto marcó el carácter viril de aquella Revolución.
Cuando el Comandante Chávez profiere el grito de "Por Ahora" definía a grandes e importantes señales el carácter de la Revolución que nacía. Reconoció no haber logrado los objetivos propuestos, esto, reconocer, no evadir, era y es un comportamiento reservado a los corazones y mentes de alta calidad revolucionaria. Dejó claro que la adversidad de ese día no era obstáculo para abandonar la lucha.
Intentemos ahora buscar las señales del presente para otear un poco en el futuro. Busquemos a los principales actores de este gran drama que es la Venezuela post Chávez.
El primer actor, quién lo puede negar, es Nicolás Maduro, simula ser presidente y en realidad es un dictador aunque como a todo dictador le disgusta el término; no es necesario gastar tinta demostrando esa cualidad en maduro. El segundo actor es guaidó, que ocupa el papel de contrafigura, de antagonista necesario para el movimiento del teatro. Los dos operan como una especie de germen de la restauración de la democracia burguesa.
El tercer actor principal es el Ministro Rafael Ramírez, cuyo papel principal viene reafirmado por ser blanco de ataques por parte de Maduro y de Guaidó. Ramírez no encaja en el libreto bipartidista de la restauración capitalista. Representa al chavismo primitivo, auténtico, representa al Comandante Chávez, su imagen y su pensamiento. Los ataques tienen el mismo fin: aplastar la posibilidad revolucionaria, la resurrección del chavismo, y los ataques tienen el mismo contenido, se habla de corrupción, de castillos, de otras pendejadas pero, siguiendo el estilo del fiscal, no hay pruebas, sólo la campaña mediática. Es extraño que ambos, Guaidó y Maduro, tengan el mismo enemigo, y los mismos argumentos en su contra.
Es así, son tres los actores, y sólo dos las posiciones, los contrincantes: aquí el enfrentamiento es entre socialismo y capitalismo. De un lado están el madurismo en alianza con la derecha antipatria, gringa, y en el otro bando está el Socialismo cuyo más conspicuo combatiente es el Ministro Rafael Ramírez. Esa es la lectura a las señales de la realidad.