Es asombrosa la reacción de la masa sin líderes, no se inmola, emigra al exterior o al interior de su mezquina vida; no hay acciones colectivas, sólo los une por un instante el egoísmo, y luego regresa la desbandada de las individualidades. En estas condiciones, la política, que es una actividad en la cual el individuo expresa su sentimiento social, donde la sociedad se manifiesta como un organismo, al perderse la condición social de la sociedad, la política es capturada por un élite hamponil.
Al capitalismo no le corresponde una sociedad integrada, al contrario, le teme. Su naturaleza es afín a una suma de egoísmos, de individualidades en perenne competencia, simples máquinas de consumo y producción, los que no entren en estas definiciones son no-humanos, desechos sociales, marginados de la falsa sociedad.
El Socialismo es ante todo integración de la sociedad, rescate de la condición social del humano, rescate de la política como actividad principal de la sociedad. Sin el egoísmo el capitalismo no es viable, éste prospera en el terreno de las individualidades en competencia con el prójimo.
No es de extrañar entonces que en este proceso de desmontaje de la posibilidad socialista, de liquidación del pensamiento social del Comandante Chávez, el primer paso del gobierno de maduro fue fragmentar la sociedad, acabar con la integración social que se había logrado en el camino al Socialismo. El partido, organización política de la masa, fue sustituido por un carnet que certifica la individualización; la organización social fue pulverizada por el clientelismo de las cajas de alimentos; las comunas quedaron como piezas de vitrina para mostrar a los visitantes, no como motores para alcanzar peldaños superiores de organización social.
El éxito del proceso de restauración del capitalismo se puede medir por la destrucción del país, y sobre todo de la mentalidad colectiva. El madurismo produjo el arrase casi total de nuestra condición social. Basta salir, dar dos pasos en la calle para sentir la agresividad de los semejantes, la rivalidad en lo cotidiano, la depredación en el ambiente. Todos lo vivimos, sobran los detalles, las historias.
Las adversidades son condiciones propicias para la consolidación de una vanguardia, la calamidad funciona como un filtro de los oportunistas, de los vividores, permite formar un núcleo que en principio "esta guiado por profundos sentimientos de amor" y no por "Las aguas heladas del cálculo egoísta". Se logra así la condición primera para construir la vanguardia, el desprendimiento, el altruismo de sus militantes, se rescata en ese pequeño núcleo inicial el sentido de sociedad, la realización del individuo en la búsqueda del bien social, se proyecta sobre el resto de la sociedad el ejemplo, la necesidad del rescate social.
Para salvar al país en peligro, pero más para salvar a la humanidad hoy unánime en las fauces del capitalismo, es necesario el ejemplo, que el mundo sepa que un nuevo mundo es posible, demostrar que no todo es esta pelea del capitalismo con su sombra, de cristina con macri, de lula con bolsonaro, de correa con moreno, de maduro con guaidó, todos la misma miasma. Que el mundo sepa que hay reservas humanas para mostrar el camino, que no todo está perdido, que el humano no es una pasión inútil, que tiene salvación.
La vanguardia y su acción aparecerán, es inevitable. Nacerá de las entrañas de la fragmentación social, será luz resaltante en la oscuridad. Hay que hacerla, nadie la hará por nosotros.