Oro para las gobernaciones: Canto del cisne de este gobierno

Una sociedad, una civilización, la humanidad se sostiene sobre lo material, y también -de manera fundamental- en lo espiritual. Esa es la característica del homo sapiens, el mono que piensa, que tiene albedrío. Lo material sustenta a lo espiritual, y lo espiritual confiere al humano su condición de animal cultural, más allá del animal biológico. No es concebible una sociedad sin espíritu, sería una manada, un estómago, unos intestinos, sólo entrañas.

Nos podemos acercar a la espiritualidad de una sociedad estudiando sus móviles, qué la ocupa, en qué piensa, cómo trabaja, cómo son sus relaciones materiales, cuáles son sus dioses, sus imaginaciones, sus metas. Si ojeamos nuestra historia encontraremos que los periodos de grandeza lo fueron en lo espiritual. En la Independencia, aún lo recordamos, lo sentimos, el pueblo y sus dirigentes dieron lecciones de altruismo al mundo, de entrega a un ideal; la masa se volcó sobre el continente a llevar la buena nueva de la independencia, de la libertad, y Bolívar adelantado a su tiempo, supo que simultáneamente con liberar a los esclavos, a los pueblos, era imprescindible no sólo lo material sino lo espiritual: las luces, la moral, luchar contra la ignorancia, elevar la cultura.

La bonanza petrolera, el becerro del oro negro, inclinó a la sociedad hacia lo material; la captura de la riqueza petrolera fue la meta, el país se dividió en clases según su cercanía al petróleo, y éste determinó la espiritualidad. El país danzó alrededor del becerro negro y fue perdiendo su cordura, por la embriagues de la riqueza sin esfuerzo perdimos la conexión con la realidad, la visión de futuro. Nos convertimos, tal como vaticinó el Libertador, en un "pueblo instrumento ciego de su propia destrucción".

Chávez fue un excurso en ese camino hacia la destrucción, lamentablemente, sus falsificadores cayeron víctimas del mal del nuevo rico, no supieron entender la grandeza de la proposición del Comandante y fueron atrapados por la lógica del despilfarro de la riqueza fácil. Y el entierro de la Patria siguió su camino.

Este gobierno de los sucesores, o mejor de los falsificadores, dilapidó la riqueza dejada por Chávez, la repartieron como un botín, y destruyeron la altura moral conseguida durante el gobierno de Chávez; despojaron al país de su razón de existir, lo privaron de lo mejor de su historia. De esa manera, disolvieron el piso que los sostenía, la idealidad que los sustentaba se esfumó, las razones sagradas fueron sustituidas por la cacería de lo material. Este gobierno falsario persiguió la inteligencia, la cultura se redujo a unos cuantos subsidios.

Es así, este gobierno ha hecho mucho daño al país, el principal fue privarlo de su espiritualidad, anular su "moral y sus luces", preparó de esta manera el desastre, lo enrumbó a la extinción. La reconstrucción de la Patria es urgente, ya no es un asunto meramente político, se trata de salvar la existencia de la nación, de devolverle las razones sagradas por las cuales luchar, el sentido de la vida, la razón de su existencia, los pilares morales, las luces.

La única capacidad de este gobierno, ya lo ha demostrado, es destruir, de él no podemos esperar otra cosa. Ahora, al encontrarse sin becerro de petróleo, pretende reeditar el becerro de oro y decreta, con desfachatez, "oro para las gobernaciones". Así, insiste en el camino que nos trajo a este desastre.

Regalar el oro es el canto del cisne de este gobierno, su declaración de incapacidad, reafirma la necesidad de salir de los destructores cuanto antes.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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