El gobierno ha levantado la excusa de la corrupción como una manera de llenar el vacío de ideas que lo define. Al principio, usó el peligro de la invasión, con ese miedo distrajo al país de su incapacidad; luego, inventó una guerra económica que pretende eludir sus fracasos, siguió la provocación a Colombia, la guerra como válvula de escape. Y, finalmente, se aferra a la corrupción, como todo lo anterior, es una evasiva irresponsable que merece estudio, pensar un poco más allá de la consigna manipuladora. Pensemos.
Si queremos definir un corrupto podríamos caracterizarlo por ser un hombre de gran fortuna, mal habida, gastos excesivos en lujos inútiles. Deberíamos, añadir enemigo del gobierno, o de la fracción que lo denuncia. Y aquí tenemos el principal elemento de la corrupción: Fortuna, razón tenía el clásico cuando dijo: “no hay corrupto sin fortuna, si quieres identificar a un corrupto indaga su fortuna.” Indaguemos.
Existen fortunas que califican a una persona como corrupto y otras que no lo califican. Es decir, se piensa que hay fortunas legales bien habidas, y fortunas ilegales mal habidas. Profundicemos un poco.
¿De dónde provienen las fortunas? Podríamos recordar las palabras de San Ambrosio, uno de los Padres de la Iglesia: “Todo rico es ladrón o hijo de ladrón”. O a Balzac, cuando escribió: “Detrás de toda gran fortuna hay un crimen”. Si pensamos en Marx nos toparemos con un concepto perseguido por todos los capitalistas: la plusvalía, que en sencillo es el valor que el obrero produce y que no le es remunerado, o más directo: un obrero produce, por ejemplo, mil soberanos, o dólares (para estar a la moda), y el capitalista le paga solo un dólar. Esa es la explotación del trabajo, y es fuente de la riqueza en el capitalismo, es decir, la riqueza del capitalista es un robo, ¡es corrupción¡, pero no se persigue. La riqueza de cisneros, de mendoza, de los machado, de los zuloagas, los capriles, de los grandes palacetes en las urbanizaciones exquisitas no se persiguen,
La persecución de la corrupción que hoy vemos tiene como finalidad la distracción del robo mayor, salvar al capitalismo de toda crítica. Esta tarea corresponde al estamento político, ellos son los payasos del circo, los malabaristas.
Este gobierno y esta oposición utilizan la acusación de corrupción con varios fines, todos se mezclan, todos sirven a sus intereses inmediatos y al interés estratégico: proteger al sistema. Es así que montan ese escándalo en la asamblea, todos contra todos, la acusación es corrupción, nada de política allí, se confunden gobierno y oposición, mientras el sistema está cubierto, nadie lo toca. También la corrupción sirve para deshacerse de sus más enconados enemigos. Es el caso del Ministro Ramírez.
Si alguna concordancia con persecución semejante buscáramos en la historia, encontraríamos a Trotsky (aunque esto le dé piquiña a algunos). Trotsky fue perseguido por todos, por capitalistas y por estalinistas, aún existen por allí personas que no se les puede nombrar porque lo acusan de agente alemán. El caso de Ramírez, con sus variantes de tiempo y espacio, es similar. Lo acusan del gobierno, le temen por ser un líder del chavismo-chavista, tiene las credenciales, la historia para ser jefe. Lo acusan desde la oposición por ser un enemigo estratégico, contra él no habrá paz ni cuartel.
Mientras la corrupción, ladra la caravana capitalista pasa…