Desde que mi chevrolet 1957 color naranja, se asomó al puente natural que tenemos en la República de Tacarigua y que se encuentra ubicado en plena bajada del portachuelo, noté algo normal pero extraordinario, que cuadraba exacta y naturalmente con la espectacular belleza que tiene este pequeño valle. En el cielo se veían cuatro arcoíres y se oían a los pericos con su tropel. Un arcoíris en cada punto cardinal, en una clara señal de solidaridad del creador con las matas, que estaban como lista para lazar un categórico pronunciamiento político.
Supe luego por la versión que me dio el guacharaco Carrao, que Dios se la jugaba con las matas, porque sin ellas, Dios entendía, que su momento de estirar la pata, podía llegarle.
Aún con esta hermosura de paisaje que llenaba de energía la vida, sabía por un ligera intuición que el ejercicio de la política me dejó, que algo acontecía entre los conucos de Juancho Marcano y Ñango Marín. Noté que el ambiente en los conucos estaba muy tenso, muy a pesar del regalo que Dios y la Virgen del Valle había enviado muy temprano. Como pude, caminé sigilosamente hacia el centro de los conucos, que curiosamente lo ocupaba el conuco de Juancho y el de Ñango. Vi, dese cierta distancia el jaleo.
Había prácticamente un especie de rebelión de los conucos. Las matas de anón, mamey, ají, chaco, yuca, catuche, nispero, cotoperí, cautaro, chica, tamarindo, cují, tua tua y otras muchas más, solicitaban un duro pronunciamiento contra el gremio médico. Un roble, que había abandonado su histórico lugar en el puente natural, decía que la medicina y la salud en Venezuela estaban completamente dolarizada, como si los médicos se hubiesen formados en EEUU pagando en dólares esta formación. Hasta los muertos con los cuales hacían sus prácticas -decía el roble- eran propiedad pública, que los gobiernos de la IV enviaban a las universidades, después que el muerto de hambre, moría naturalmente de hambre en plena pobreza en alguna calle de Venezuela. Estos pobres -decía la mata de roble- los recogían en las calles y los llevan a las escuelas de medicinas porque ni merecían por pobres, tener el derecho a una cristiana sepultura. Hoy -seguía el roble-, después que Chávez revertió la pobreza con su revolución, viene produciéndose una reposición de nuevos muertos de hambre porque la "revolución" de Maduro nos llevó a un poco más abajo de la IV y hay muertos sin dueños, que el ministerio de la felicidad expropia y los mandas a las escuelas de medicinas.
Se oyó luego una voz muy fuerte que interrumpía al roble en su larga intervención. Era la vieja mata de anón, que impaciente e indignada, pedía ir contra la nueva privatización y dolarización de la medicina. Si la situación continua así -decía la mata de anón-, la pobreza total llegara sin remedio y sin previo aviso a los conucos y como consecuencia de esto, las matas no contaría con conuqueros como Juancho Marcano para cuidarnos. Hasta la vieja privatización de la salud está prácticamente como en pico de zamuro, porque ni un perfil 20 pudo hacerse Mamanta en una clínica de Margarita. Mamanta fue por un perfil 20 y llegó ese ese día al conuco con el perfil en cero. Toda deprimida.
Muy lejos se veía a la mata de tamarindo alzar hasta el cielo sus ramas pidiendo un derecho de palabra. Interrumpió la mata de mango de Juancho a la mata de anón y le dijo, se le acabó un tiempo que usó sin la debida aprobación por mi parte. Seguidamente, la mata de mango de Juancho Marcano, le otorgó la palabra al camarada tamarindo, que se guindó en su discurso.
Epa camaradas. Oía la camarada mata de anón y me decía pa dentro: ¡fin de mundo! Ahora tenemos que pedir todo lo contrario. Antes oíamos un no a la privatización de la medicina. Hoy, como una gran ironía, no sé si procede, pedir que los servicios de salud sean un poquito mejor a como eran en la IV que era un servicio muy malo. Hay que pensar -decía el camarada tamarindo- en solicitar que vuelva la vieja privatización de la medicina, porque la privatización de hoy, es como para 0,30% de la población venezolana. La dolarización acaba con todo y hasta con la salud.
Sin embargo, no este el punto que deseo tocar en esta asamblea comunitaria de las matas. Exijo, que se haga un duro cuestionamiento, respecto a la práctica que ha institucionalizado el gremio médico que es muy racista. El gremio médico viene calificando a una persona en estado vegetativo, cuando no es capaz de mostrar signo de consciencia o de reaccionar a un estimulo. Esto- dijo el camarada tamarindo- es racismo del rancio. Tenemos que exigir que se borre esta calificación del léxico medico o se haga otro tipo de consideración.
Por ejemplo, cuando caen las lluvias yo me pongo floreado y luego llegan unos animalitos medios fastidiosos y pan-pan, me lleno de tamarindo. O sea -como dice Mamanta- produzco tamarindo. Juancho y Ñango han hecho un capital y vienen invadiendo la economía comunal de los conucos con dolares al vender la producción de mamey y mango en dólares. Cómo es entones, que los médicos llaman a una persona que no reaccionan en "vida vegetativa". ¿Cómo es eso? Nosotros chupamos agua y damos frutos. Guaidó, los diputados a la Asamblea nacional y a la constituyente por ejemplo, sólo chupan dolares y no producen nada. A ellos, no se le califica en vida vegetativa. No reaccionan, pero chupan. Cómo es que hay vida vegetativa para una persona que no reacciona y este supuesto presidente interino que ha estado chupando dólar del bueno sin dar un fruto, no se le declara en vida vegetativa.
Solicito que las matas emplacen fuertemente a Tarek Williams Saab para que deje el culipandeo con estas investigaciones que no terminen y declare a Guaidó en vida vegetativa. Pido además, que esta condición de vida vegetativa sirva para calificar a todos lo que chupan y se comportan como el mamón macho que está en el conuco de Pachico. Esta decisión de declarar al supuesto interino en vida vegetativa, debe ser extensiva hasta los diputados de la Asamblea Nacional y a los constituyentes. Ambos nos prometieron a su modo un paraíso y hasta la fecha, se han dedicado a chupar, como hacen las matas parasitas, que viven y acaban con las matas que echan frutos