El caso de Popo, es una manera también de entender, que la excepción, no siempre confirma la regla. Todos los tacarigueros(as) vuelan desde muy pequeño. Son muy inteligente, son seres humanos con una gracia especial y por esa condición de ver el mundo muy fácil a través del humor, son seres que vuelan desde que están en el vientre de sus madres. O sea, un tacariguero tiene garantizado naturalmente la posibilidad de volar.
Cheguaco volaba alto. Su vuelo aún Tacarigua lo aprovecha y continuará aprovechándolo porque Cheguaco, realmente dejó sembrado su vuelo y sabiduría en Tacarigua. Melitón con su gracia volaba muy bien y Dios se lo llevó muy temprano, porque en el cielo no había una persona con la gracia y la inteligencia de Melitón y por eso, Dios dispuso de un viaje especial y se lo llevó muy tempranamente.
Después que se fue Melitón, algunos tacarigueros como Millo, llevan la inteligencia como escondida. Sacan la inteligencia casi clandestinamente, vuelan y luego la guardan, como el que lleva una china (gomera) en el bolsillo.
El único tacariguero que no pudo volar fue Popo. No fue la excepción de la regla. Se propuso volar mucho más alto que todo y le vieron cara de loco y por eso le decían el loco Popo. Le cortaron sus alas y Popo el loco, se las ingenio como todo loco y se ató dos palmas de coco en sus brazos, pero no pudo porque él estaba naturalmente preparado para volar y se lo prohibieron. Ya pasado de años, Popo andaba por San Sebastián caminado por sus calles, como reclamando el derecho que tuvo de volar. En el cielo, seguramente Popo estará volando con Cheguaco y con Melitón, porque como tacariguero, Popo nació para volar.
Nota: Próspero Velásquez fue el loco Popo, que el profesor David Guerra describió en una pequeña pero hermosa historia, publicada en su libro: San Sebastián de Tacarigua, editado por el Fondo Editorial Tacarigua.