Diosdado habla de bombardear Bogotá, Pedro Carreño se regocija en la velocidad de los misiles, la televisión de Maduro les da cabida. Trump, con arrogancia criminal, da la orden para asesinar al General Soleimani; Irán, cautivo de la venganza, aplica el ojo por ojo, bombardea las bases gringas y amenaza con más. El gobierno gringo se vanagloria de tener el ejército más poderoso del mundo y amenaza, con odio bestial, a los monumentos culturales de Irán, patrimonios de la humanidad. Putin alardea con un misil capaz de superar varias veces la velocidad del sonido. Corea del Norte lanza sus cohetes. La amenaza nuclear recorre al mundo, el espíritu de muerte domina a la humanidad.
Los dirigentes de la humanidad tienen el mismo espíritu de muerte, están poseídos por Tánatos. Este espíritu no es accidental, tiene sus raíces más profundas en el alma social, vivimos una etapa destructiva, no sólo de la naturaleza, sino también de la relación humana. Cada vez más somos enemigos del prójimo, la guerra de todos contra todos nos convierte en una no sociedad, una no humanidad, los gobiernos tienen cada vez más las características de verdugos de la vida.
Es necesario detener esta carrera suicida. Ahora la política no es un mero asunto de gobierno local, se trata, con la urgencia de la vida o la muerte, de construir un ejemplo, de señalar el camino de otra forma de relación humana, fraterna, amorosa, que es la única manera de salvar al hombre.
Chávez entendió el dilema de la Humanidad y emprendió el camino de la sanación, supo que ya no es suficiente con la democracia burguesa, con elecciones "limpias", con un buen gobierno que garantice un reparto cercano a la equidad. Ahora es necesario cambiar radicalmente la manera de vivir, rescatar la visión armónica del hombre, su dependencia del resto de los hombres, su condición de animal social, y su relación íntima con la madre naturaleza. Es necesaria una nueva civilización.
La humanidad está acumulando lesiones a la relación entre los hombres y de estos con la naturaleza. Al principio estas lesiones producen efectos focales, circunscritos, pocos percibidos, así se piensa: "Australia está muy lejos", "la inundación no nos golpea, fue en otro país", "el mar contaminado no lo vemos, el plástico acumulado no es problema nuestro". Con el tiempo estos daños acumulados producirán una cambio, un salto de dimensiones planetarias, las condiciones para la vida se perderán y el daño será irreversible… la Tierra será otra, el clima, los mares, los continentes, todos cambiará de la noche a la mañana…
Hoy vivimos una carrera entre la vida y la destrucción producida por el humano. Si no cambiamos la manera de vivir, si no fundamos una nueva civilización no habrá futuro.
Hay esperanzas ya lo dijo Marx:
"La esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales." (Sexta Tesis sobre Feuerbach)
Significa que la esencia humana no es algo inmutable; se puede decir, entonces, que habrá un hombre del capitalismo, un hombre del esclavismo, y se puede afirmar que este desastre que hoy vivimos es producto del capitalismo, del hombre del capitalismo. Cobra urgencia salir del sistema causante de la catástrofe y fundar una nueva civilización basada en la relación armónica del hombre con sus semejantes y con la naturaleza. El rescate del hombre con pensamiento y sentimiento universal.
A nosotros, venezolanos chavistas, cabe el compromiso de retomar el camino para superar al capitalismo. Es evidente que este gobierno es parte de la cultura de la muerte, es evidente que debe ser superado para convertir al país en ejemplo para el mundo, en señal de que otra manera de vivir es posible.
La humanidad sólo tiene futuro fuera del capitalismo.