No es fortuito que eso que aún llamamos Venezuela haya perdido millones de sus ciudadanos, no es por azar que los más variados países del mundo se fijen en la debilidad de esto que aún llamamos Venezuela y revoloteen como zamuros carroñeros. Es evidente que algo anda mal. Veamos.
Hoy carecemos de presidencia. Uno de los que funge de presidente cada vez que habla mete la mata, expele barbaridades, se comporta como un cabillero de un sindicato. Miraflores da pena ajena. Lo último fue el bochornoso espectáculo de la vicepresidenta, la segunda al mando, escondida en un avión encallado en un aeropuerto de España, ¿quería entrar a la brava, por la ventana? La lista de fracasos de Miraflores la conocemos, todos la padecemos, difícil encontrar un gobierno igual de malo que éste. El otro que se dice presidente es una franquicia gringa.
Del congreso no hay mucho que hablar, los congresistas dan pena ajena, se les ve por encimita el talante de pícaros, de buscavidas, y sus actuaciones no son mejores, la justicia está secuestrada, funciona al son que le dictan las mafias gobernantes. La Fuerza Armada parece descorazonada, sin fuerza, anestesiados sus mandos, sin pasión, sin razones sagradas para sobreponerse al agravio de que es víctima por sus propios integrantes que la agreden, son cómplices de la disolución de la institución, su cambio por pandillitas falsos colectivos.
La masa desposeída de vanguardia, dejada al garete, se bate entre irse del país o refugiarse en su cacería particular, alejado de la política, desprovista del sentido de pertenencia a una Patria, hijos de nadie deambulan por el mundo. No hay instituciones, no hay creadores de opinión, la televisión está intoxicada de charlatanes que imitan sabiduría pero se les ve el pecho sucio de tanto arrastrarse.
Parece mentira, pero ahora quedarse en el diagnóstico es reaccionario. La diferencia, lo revolucionario reside en la solución. La derecha, los izquierdistas light proponen regresar a la cuarta, como si aquí no ha pasado nada; al Chavismo pretenden esconderlo bajo la alfombra, al Socialismo convertirlo en este sarcasmo que es el madurismo, olvidarse de Chávez. El madurismo contribuye a este retroceso del país, es tal su desastre que cualquier otra cosa es considerada una bendición.
El ánimo nacional es sombrío, en el horizonte no se ve la solución, el desencanto cunde, la apatía reina. Ahora no hay una idea que agrupe, que despierte al país postrado, no se va más allá del logro inmediato, se pelea por los ingredientes de una caja, se pide una mejora económica, un aumento de sueldo, un bono es un logro. La gente calla y llora, se desespera y maldice, pero todo sin objetivo, sin política que es la disputa del poder. La masa inerme espera.
No es hora de nadar en "las aguas heladas del cálculo egoísta". Falta un líder, una vanguardia que se deje de melindres, que irrumpa con consignas combativas, que convoque a la resistencia, a la ofensiva contra este gobierno, contra la parsimonia de todos; que devele la patraña de conducirnos de nuevo a la cuarta y presentar ese atraso como un logro, que dote a la nación de razones sagradas por las cuáles luchar, que dé sentido a la vida, que emplace a la Fuerza Armada Nacional a tomar partido: ¿con la Patria o contra la Patria?¿Se comportará como ejército invasor o como heredera del Ejército Libertador?; que proponga con valentía volver al pensamiento de Chávez… Quien lo haga, Dios y la historia lo compensarán.