El 4 de febrero de 1992 debe ser recordado como la madrugada en que regresó la política grande a Venezuela. Antes el país estaba sumergido en el más absoluto cretinismo, la política se había transformado en un torneo inocuo, un combate de sombras que no conducía a ninguna parte. Los revolucionarios diezmados, arrinconados, derrotados por la inconsecuencia; los reformistas, nutridos por los renegados, ensayando sus peleas de papel; el sistema capitalista en su apogeo, la miseria reinaba; la desidia, la embriaguez de teorías distraccionistas eran la norma.
Esa madrugada, un impacto, un rayo despertó la consciencia colectiva, fue una cátedra de política grande: "El problema estaba en Miraflores y allá fueron los jóvenes patriotas a buscar la solución". Aquella tanqueta en las puertas del palacio enseñó más que mil clases, que diez mil discursos, derrumbó en minutos todas las teorías de revolución sin tomar el poder, "aclaró que la política gira alrededor del poder, el resto se le subordina." Los patriotas del 4 rompieron con el hechizo de la democracia burguesa, la entendieron como una dictadura con camuflaje de democracia. Inspirados en Bolívar, siguieron su mandato: «Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho».
Y esa madrugada comenzó el andar hacia la tierra prometida de felicidad, de vida amorosa, "con todos por el bien de todos"; la aurora tantas veces anhelada regresó para iluminar la esperanza, el país se conmocionó, se hizo uno, se elevó a niveles inéditos de solidaridad, volvió la alegría a las calles, la vida tenía sentido, el pueblo se reconoció en las hazañas de los libertadores, la unión cívico-militar encontró metas, motivos altruistas humanistas, la masa encontró un líder y estableció con él un conexión amorosa que permitió victorias en todos los campos, se derrotó el analfabetismo, la ignorancia retrocedió, se vencieron los intentos permanentes de volver al pasado, la economía prosperó, los humildes se vieron reivindicados moral y materialmente. Fuimos un país del futuro…
Muchos años después nos encontramos en la misma encrucijada, aquella aurora, aquel camino hacia la felicidad devino en asesinato del líder, traición y regreso a la dictadura capitalista con un disfraz grotesco. La enseñanza del 4 de febrero no se agota, tiene vigencia, es un ejemplo. Su recuerdo es un mandato, en los momentos más oscuros, cuando todo se da por perdido, un rayo valiente, audaz, ilumina el camino.
Es así, las condiciones están dadas, la realidad clama por un nuevo Asalto al Miraflores funesto, es necesario tomar el cielo por asalto, el planeta precisa urgente una señal de que un nuevo mundo es posible, de ello depende el futuro de todos, el destino del mundo ahora sumido unánime en el capitalismo suicida. Estamos seguros que vendrán nuevos 4 de febreros, aprenderemos a "arar en el mar y obtener frutos", volverá el "por ahora", regresarán los unicornios, volarán alto y la prodiga aurora iluminará los cielos. No hay atajos, es hora de revivir la política grande. Toda acción, toda teoría debe girar alrededor del poder. Se deben repetir mil 4 de febreros, con su audacia, su claridad política, su altruismo.
Gloria al 4 de Febrero