Lo primero que vamos a decir es que revolución significa cambio y disposición de carácter para estar dispuesto a ese cambio, es decir, tener una mente activa. Los seres humano acumulamos hábitos desde niños, muchos de ellos innecesarios y hasta perjudiciales (como el hábito de fumar) que al tiempo los hacemos convicciones, esto sumado a las convicciones que vamos cultivando y fijamos como profesionales o políticos, etc., desde las cuales creemos fundar nuestro carácter, nos hacemos tercos con esto: la cosmovisión del mundo vista a través de nuestros aprendizajes: lo abogados, el mundo como un gran tribunal, los geólogos, el mundo hecho de capas tectónicas y rocas, los virólogos, el mudo como una gran fuente de contagio, los botánicos, el mundo visto como un jardín, etc.
Una persona debe saber que para lograr objetivos principales, para vivir, y vivir bien en sociedad, por ejemplo, hay que saber adaptarse socialmente; que nuestras convicciones siempre serán provisionales frente a objetivos realmente importantes y fundamentales para la vida social; debemos estar abiertos a la crítica, pensar sobre o a partir de la crítica, sobre las fricciones con los otros, porque si no terminamos confundiéndonos con nuestras convicciones que no son sino herramientas de trabajo, estrategias intermedias respecto a la estrategia principal, a esos objetivos primordiales de saber vivir bien en sociedad con nuestros congéneres y con la naturaleza: perpetuarnos en el tiempo como especie.
Para lograr esta “atención” debemos aceptar la crítica que recibimos de afuera; y esta crítica es una sola. No existe crítica constructiva y crítica destructiva, existe solo la crítica. Aquél que no sabe qué hacer cuando es contrariado o contradicho con la crítica pierde la partida. Un gobierno soberbio pierde la partida, si no cambia pierde, si no modifica el camino que lo lleva a estrellarse, pierde. Un verdadero estadista escucha toda clase de crítica y contra ella pone a pruebe sus acciones. Podrá aceptarlas, administrarlas, o rechazarlas pero debe tomarlas en cuenta a la hora de tomar decisiones importantes, RESPECTO A LA ESTRATEGIA PRINCIPAL, no respecto a asuntos personales.
El caso de Vivas Santana es un ejemplo de intolerancia pero a la vez de torpeza de parte del gobierno. Denota que es frágil, susceptible a la crítica menor, al chisme, y esto es el colmo de la reacción, de la conducta reactiva, en un gobierno que debería estar pensando en asuntos más elevados, de mayor peso. La crítica de Vivas Santana, como toda crítica, hay que tomarla en cuenta, hay que “saber leerla”, y puede que no sea importante, que sean chismes. Encarcelar al profesor por esto es un acto de debilidad, cobardón, que dice más de las cualidades de nuestros líderes que de la del preso. Se trata de un gobierno reactivo, fundamentalmente reactivo.
Un gobernó reactivo es débil, no gobierna, solo sabe reaccionar. Para gobernar hay que saber actuar. Es lo que llaman ahora en el mundillo de la gerencia, ser proactivo. Bien, un gobierno que no es proactivo o activo es débil, es una anti gobierno, o en nuestro caso, cuando hablamos de revolución, es antirrevolucionario, es literalmente conservador, es “reaccionario”. Cuando comienza a detener a sus críticos, de la calidad que sean estos, actúa como cualquier dictadura que se sostiene en el poder de forma violenta, irracional, soberbia.
Creerse sus convicciones, es creer también que encarcelar al profesor Vivas Santana es correcto en nombre de la dignidad de nuestras instituciones, del honor y todas esa cosas que no se tienen pero que se defienden ante todo, y sobre todo porque no se tienen.
Un gobierno digno no le hace mella la ofensa fácil, el chisme, un gobierno fuerte no necesita la violencia para mantener a raya a sus enemigos. Así parezca una perogrullada, la autoridad se ejerce mediante el ejemplo, no por la fuerza. Mis padres ejercieron autoridad sobre mí sin haberme castigado jamás con violencia y chantajes, fueron maestros en todos los sentidos.
Nosotros nos unimos al reclamo colectivo por la libertad del profesor Vivas Santana, víctima de reaccionarios asustadizos, de un gobierno irracional y desbordado. E insistimos en que, en vez de seguir encarcelando a los que no son, convoque al chavismo y a los mejores asesores científicos y políticos para abordar de forma definitiva el presente y sobre todo el futuro que nos depara esta pela que ahora da la historia, SIN SOBERBIA, CON INTELIGENCIA Y CARÁCTER ADULTO (Y al fiscal, que deje de hacer como si trabajara. Todos sabemos que está asustado y confundido con eso de no saber dónde está localizada la verdad).