A la memoria de mi amigo Jesús María Pacheco, muerto por Coronavirus en España el 13 abril de 2020

La memoria no es solo el recuerdo
es también la palabra

Un poeta

Jesús María y yo

Nunca fui a la iglesia, vengo de un hogar ateo, mi relación con la iglesia siempre fue distante y puedo decir que lo poco que tengo de catolicismo arranca del amor a dos hombres, al padre Jesús Gazo y al padre Numa Molina, a ambos los quiero, los respeto y los amo; pero desde que era un chamito oía que se hablaba de «Jesús, María y José», y vine a conocer de qué se trataba cuando conocí a Jesús María Pacheco, quien en un banco de una plaza en Los Teques me dio toda una explicación religiosa…pachequito así llamábamos a un hombre de 1,80 de estatura, meticuloso, pausado en el hablar con muchas virtudes y un solo defecto, era 6 años mayor que yo, hoy no se notan, pero ayer sí. Yo era un chamito y pachequito todo un hombre….era nuestro diputado a la asamblea legislativa del estado Miranda, y yo, que venía de La Pastora y de la juventud de AD, era el flamante secretario general del MIR en ese estado. Un día sentado en el mismo banco de la misma plaza de Los Teques, donde acudía 15 y ultimo con mi diputado, entre cuitas clandestinas iba a recoger 5 bolívares, léase bien cinco bolívares; asignación que me otorgaba el partido como una deducción del sueldo de Jesús María Pacheco. Esa cantidad, que percibí por tres meses, me tenía que alcanzar para vivir una quincena… hasta que un día me dijo mi jefe «te vas a la guerrilla»: me montaron en un jeep y me llevaron a un sitio llamado los Altos de Altagracia, una serranía límite de los estados Aragua y Guárico.

Jesús María Pacheco, el hombre callado, bondadoso, parco en el hablar ignoraba en manos de quien me dejaba…ahí me asignaron otro jefe, recuerdo era de apellido Perozo, era de Mérida y le decían «»mami chulí», venía de hacer curso de guerrillas en Cuba.

Mi jefe duró una semana en la guerrilla, a la semana se rajó elegantemente; salió del campamento para un contacto y nunca más regresó -no sé si aún vive- y el partido designo a este carajito como comandante de esa guerrilla en ciernes, integrado por 4 grandes hombres y tres carentes de toda formación y voluntad política, nuestro único combate fue con la plaga y la plaga nos derrotó….entre nosotros había también otro personaje quien después se convertiría en un traidor…traidor que no lo perdonó nadie, solo la complicidad del silencio de una dirección nacional que no dijo nada, que se quedó callada igual que lo hizo Jesús María con Gonzalo Utrera, militante de Guatire, alias «tenienta Colina» , agente de la digepol y que fue perseguidor de centenares de campesinos en El Bachiller.

Los otros cuatros grandes hombres, todos están muertos cubiertos por la gloria con que te abraza la revolución, unos cayeron en el fragor de una batalla, con el fusil al hombro echando tiros, otros en las tinieblas de la tortura arropados en su silencio y uno de ellos cobijado en sus secretos, su heroísmo y su vida clandestina; no sabía que yo, por poco tiempo había sido el jefe de Máximo Canales o Paul del rio. Y fui jefe: de Hernández, un estudiante de ingeniería, nacido en el barrio «La Trilla»; le decíamos «la bestia», apartaba el monte con su cuerpo; de quien llamábamos «gato amarillo», con la argucia y la viveza propia del campesino; y de un hombre vivo, zagas, ágil en sus movimientos, cuyo nombre era Ortega. Todos muertos, menos el traidor.

…traidor que merece un punto y aparte para que las futuras generaciones lo conozcan, o por lo menos no se olviden de él, o conozcan la historia narrada por nosotros y no se la cuente un filibustero…….en ese «pichón » de guerrilla participó unos de los traidores más cretinos de la época, me refiero a «»Piar José Sosa Oca… conocidos por todos como Piar Sosa.

….la fecha para el contacto con los dirigentes campesinos del PCV estaba fijada, debía acudir a la cita, bajar a la casa de un campesino, allí me encontré con Esther Añez, dirigente nacional del MIR, a quien rendí cuenta de la precaria situación que vivíamos. Los únicos contactos de la zona eran militantes del PCV, y sus dirigentes eran Alonso Ojeda Olachea, excelente cuadro político, hombre honesto y lleno de sabiduría; y el otro un connotado sapo, policía y delator, llamado «Luisito» Núñez Tenorio, pero para adivino dios y para sabio salomón. Al día siguiente, cuando regreso al campamento, me encuentro a un compañero amarrado de una mata, pregunté el motivo y a quien se le había ocurrido esa locura, saltó quien yo había dejado encargado del campamento y me respondió que era él, porque ese combatiente le faltó el respeto: mi arrechera fue grande y yo mismo corté sus amarras y lo liberé; el autor de esa arbitrariedad era Piar Sosa, a quien yo había dejado encargado del campamento. Piar sosa había estado un tiempo muy corto en la Escuela militar y esa era la forma de castigar a quien incumplía una orden.

Lo demás es rutina de campamento, exploraciones y contactos con la gente del PCV. Un día cualquiera llegaron avisándonos que bajábamos a otra misión, pero nadie nos dijo que nuestro núcleo guerrillero desaparecería…unos fueron enviados al frente guerrillero Ezequiel Zamora, otros a una exploración en la parroquia Caruao, donde me tocó ir , otros a las Unidades de Tácticas de Combate; y la joya de la corona Piar Sosa a la UCV.

En la UCV, comenzó su camino a la traición, llegó a ser decano de la facultad de ingeniería y rector de la UCV; le abrió el camino a la derecha con su política neoliberal, ajeno a las luchas del movimiento estudiantil y al sus proyecto de una universidad autónoma… y llegó a convertirse en un gusano al servicio de la policía y militante de Acción Democrática…esa fue la vida de nuestro antiguo guerrillero…..hoy me dijeron que todavía vive, que está radicado en Apure.

Parte de esta historia las había compartido con Jesús María Pacheco, como muchas otras que vinieron después:….yo era diputado de la Liga Socialista y estando en defensa de un conflicto sindical textilero, llego la policía y aunque no se crea me hicieron preso. Estando yo dentro de la «jaula» los policías se dieron cuenta que habían cometido un error y me pedían que saliera en libertad de donde estaba recluido, les dije que lo haría cuando llegaran el jefe de la policía y Jesús María Pacheco como testigo. Así se hizo y así se cumplió, juntos libramos una cruzada acompañados por el también diputado Raúl Este

Por la libertad de los presos políticos y la defensa de los derechos humanos. Nos dedicamos a aprender y a enseñar, aprender a ser humildes, esa fue una de nuestras primeras lecciones y tener confianza en las generaciones futuras y comprendimos que quien construye la solidaridad, construye la igualdad. Hoy cuando nos atrevemos a construir nuestra historia, la hacemos desde el pasado más reciente, la historia del libro azul, del plan de la patria; pero aprendiendo también de nuestros muertos, de los presos y de tantos y tantos acontecimientos y actos de heroísmo en la que participaron y demostraron muchos que todavía viven como fiel recuerdo en la lucha por el socialismo.

Quienes tenemos una posición política y escribimos, no podemos tenerle miedo a la crítica. Jesús María Pacheco no era militante del PSUV, tampoco era su enemigo; pero era un hombre amante de las causas justas, militante del socialismo. Considero que el ningún pronunciamiento del gobierno sobre su muerte existe el miedo a la autocrítica- En ese poco a poco, granito a granito, Che María puso un poquito, colocó algo:

Seamos justos con él para poder dormir tranquilos y que una canción florezca de nuestros labios.

José María te recordaré siempre.



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David Nieves


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