La ciencia militar supone un profundo conocimiento de la estrategia y visión de la totalidad de una situación, es decir, profundidad en el tiempo-espacio y una comprensión de las relaciones de los diferentes factores. Los militares abordan estos objetivos con mesas situacionales, juegos de guerra, institutos de altos estudios militares, grupos de inteligencia, entre otros. Ellos saben que, en definitiva, la inteligencia dirige al fusil y decide la batalla. Veamos.
Venezuela enfrenta hoy una situación delicada: el petróleo bajó a niveles nunca vistos, esto significa graves dificultades económicas, sociales; además, padecemos una cuarentena que ha desquiciado la psiquis de la sociedad. Ya esto es suficiente razón para alertar a la inteligencia militar, pero hay algo más preocupante aún: el gobierno que, en definitiva, dirige la acción militar da muestra de no entender un cuadro complejo, no va más allá del día y su horizonte estratégico es nulo, actúa con tacticismo.
Los militares deben estar preocupados, sus centros de estudios deben estar al tanto de que el derrumbe de los precios del petróleo no es una baja por razones coyunturales, por cambio de estación o por una razón táctica. Esa baja indica un derrumbe en el aparato industrial mundial, la paralización de la economía mundial, del capitalismo mundial. Ellos saben que vienen dificultades nunca vistas, de las que sólo saldrán airosos los gobiernos inteligentes, los que entiendan la situación en toda su gravedad.
Deben estar preocupados, porque somos un país petrolero sin petróleo y con un gobierno sin conocimiento de la geopolítica mundial, de la situación mundial; un gobierno que en su tren ejecutivo no tiene expertos petroleros. Es claro que este gobierno que despilfarró el petróleo a 60 a 70 el barril, que con ese barril y esa producción lo que produjo fue escombros, ruinas, no podrá resolver la situación de la merma brutal de producción y precios. Un gobierno capaz de tener a la inteligencia petrolera en la cárcel, el exilio, el cementerio, y al timón de la industria a unos ignaros certificados.
Es a ellos, a los militares, que les caerá la culpa por apoyar un gobierno de destrucción nacional, el país se hunde y se hunde el prestigio de los militares. Sin dudas, están preocupados, el asunto está en cómo reaccionan frente a esta preocupación: unos buscarán soluciones individuales; otros serán llevados por el espíritu militar, la preocupación por la sociedad, por la herencia que ellos representan, esos son la esperanza, los que piensen en la Patria y corren riesgos más allá de lo personal.
Son días de decisiones difíciles: de callar y ser traidores por omisión, o de actuar y ser leales por acción. Los civiles tiene el mismo dilema, allí hay gente oportunista, políticos tradicionales, proposiciones de la antipatria, pero allí también hay gente preocupada por la Patria, capaz de sacrificar lo personal por el bien social. Es con esos militares y con esos civiles patriotas de verdad verdad, que se debe construir la alianza cívico militar capaz de guiar al país en las crisis que vienen, que salve a los militares de ser agentes represivos de intereses ajenos a sus tradiciones históricas de Ejército Libertador, que salve a los civiles de ser rebaño, como dijo Bolívar, “instrumento ciego de su propia destrucción”.
¡Viva Chávez!