La rebelión de los plebeyos: El Caracazo o el 4 de Febrero

Se huele en el aire que algo grande se avecina, se siente en la piel la proximidad de un desenlace. Las señales son directas, los hechos y la imaginación indican el fin de una pesadilla que nunca debió suceder. Veamos.

Se acumula el descontento social, al principio buscó un aliviadero en el éxodo, millones huyeron en búsqueda del sentido de la vida extraviado; sus remesas aliviaron las penurias internas. Pero la descomposición continuó, se agudizó, los días amanecen con una nueva carencia: gasolina, agua, electricidad, los días anochecen con miedo, con desasosiego; el virus, la fatalidad de una enfermedad, la delincuencia, qué comeremos mañana, ocupan el pensamiento. La esperanza se desvanece, el horizonte gris es mal augurio.

Los plebeyos, los desposeídos, se retuercen, es intolerable el maltrato que sólo obtiene mentiras, burlas, como respuestas. Ya los medios de comunicación, los programas televisivos de la adulación, la voz de miraflores no calman las angustias. El llanto de niños y viejas rompen la tranquilidad del rebaño. Algo está por pasar.

Petare es sólo una señal de la descomposición de la sociedad y de la inutilidad del lumpen en funciones de gobierno. Vivimos en medio de la tempestad, el estallido es inevitable, ya el Estado perdió el control espiritual, sólo le queda la represión, signo inequívoco de su debilidad. El desespero sobrepasó a las leyes, convoca la rebelión, la insurgencia brota con diferentes formas en todos los rincones, la desobediencia es norma. La pregunta importante es cómo será el desenlace. Existen sólo dos opciones, las otras vías han sido cerradas por la estulticia de los bandos políticos. Veamos.

Una opción, que ya asoma en las protestas espontáneas cerrando calles y carreteras, es la rebeldía de los plebeyos en los barrios dirigidos por sus pranes. Las masas sin dirección política creíble, querible, se inmolarán en un motín de egoísmo colectivo, de rabia desatada, de rencor incontenible, los mecanismos de represión del gobierno serán superados, las bandas armadas, cobardes por definición, oportunistas de corazón se sumarán al motín, sólo quedarán los militares obligados a una masacre que no quisieron evitar cuando había tiempo. Un 27 de febrero. El motín de los plebeyos se funde con la segunda posibilidad.

La segunda posibilidad es la salida del madurismo por un golpe, y aquí surge una incógnita: ese golpe será similar a un 4 de febrero, será dirigido por los sectores más sanos de los militares, será un nuevo amanecer, o al contrario será un golpe de lo más corrompido del sector, será el preludio de una dictadura fascista, será la profundización de las tinieblas.

Mucho se habla de la unidad cívico-militar, pues ahora es el momento de la verdadera unidad cívico-militar, la que es a favor de los plebeyos, de las grandes mayorías desposeídas. Sólo esa unidad podrá concretar la salida hacia un nuevo amanecer, derrotar las intenciones de resolver esta crisis en contra de los desposeídos, a favor de los imperios. Esa unidad debe ser construida ahora antes del estallido, antes del motín. Su actuación lo evitaría, debe orientar esa energía hacia la construcción y no hacía la destrucción. El momento es estelar, recordemos que toda crisis es revolucionaria, nos acercamos a una encrucijada cuando podemos retomar el camino de la redención, "desfacer agravios y enderezar entuertos"…



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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