Recientemente, con motivo del aniversario del Correo del Orinoco, uno de los cinco presidentes (diosdado, padrino, los dos hermanos) del madurismo nos dijo que ese periódico bolivariano era un ejemplo de la batalla de ideas que debía ser centro de su gobierno. La pretensión merece reflexión.
¿Prestigia este gobierno la batalla de ideas? La respuesta no necesita mucho esfuerzo, es un rotundo no. El quinteto le teme a las ideas, las exilia, las encarcela, las censura. Larga es la lista de los impedidos de salir en la televisión, larga la lista de los programas cerrados, los periodistas presos, hasta un simple twitter te puede llevar a un calabozo, y una entrevista inoportuna a un despido.
Era de esperar esa actitud, el quinteto carece de ideas transcendentes, sólo piensa en lo inmediato, en satisfacer los apetitos, por eso sus ideas son cortas, de poco vuelo, del día a día. En Venezuela han existido gobernantes cortos de ideas, pero, paradójicamente, con la inteligencia suficiente para convocar al conocimiento al gobierno, rodearse de los que saben.
Estos de hoy, además de no tener ideas, tienen la mala maña de odiar a la inteligencia, despreciar al conocimiento, o mejor, temerle; nadie debe brillar más que ellos, entonces el nivel de luz desciende, nadie puede destacarse de la mediocridad. Para ellos el conocimiento, la inteligencia, no son necesarios, se pueden simular; para ellos es lo mismo saber que aparentar conocimiento, así, se "sabe" de todo. Con sólo oír unas cuantas frases minutos antes de salir en un programa de televisión se vuelven "expertos" en criptomonedas, en virología, en petróleo, en política internacional, y hasta un "estratega" militar.
La batalla de ideas no es un capricho que se puede o no tomar, es una necesidad vital para un país, para una civilización. Se puede decir que la calidad de la batalla de ideas será la calidad de esa sociedad, que en resumidas cuentas la esencia de un país, la verdadera riqueza de un país son sus ideas, su pensamiento, que nacen de eso que llaman batalla de ideas y no es otra cosa que las puertas abiertas a la crítica, a la discusión, el respeto al pensamiento ajeno.
Aquí con este gobierno la primera víctima fue la crítica, el criticar fue considerado altamente sospechoso, y allí comenzó a cubrir al país el manto gris de la unanimidad, no hay un programa de televisión donde un presentador haga una pequeña crítica al gobierno, no hay una discusión, una discrepancia sobre algún tema, la unanimidad nos aplasta.
La guía de un verdadero gobierno debe ser el "Moral y Luces" del Libertador, el amor al conocimiento, a la batalla de ideas, pero de verdad con ideas, no sólo simulación; esa es la manera de retomar el rumbo hacia la nación que soñaron los próceres. La lucha por las ideas es la lucha por la libertad de pensamiento. Se debería haber colocado en la entrada de toda edificación oficial, empezando por Miraflores: la frase de Bolívar: "un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción" y en el uniforme, en las patrullas de los cuerpos represivos, en las cárceles, la frase "las ideas no se matan". Algún día llegará un gobierno que lo haga y lo cumpla ese día estaremos en el camino justo…