Escondido, operando sigilosamente desde una residencia diplomática, siempre de manera rastrera, cobarde y ruin. Así actúa el líder neofascista Leopoldo López, dando rienda suelta a sus infaustas maquinaciones, al borde mismo de las miserias humanas.
Este cómodo "huésped" de un reino extranjero se ha comprado todos los números de las barrabasadas golpistas en la historia política de Venezuela de las últimas dos décadas. Es una verdadera desgracia, un ave agorera, que todo lo que toca lo destruye y corrompe. Su participación, como principal conspirador, es abierta, pública y notoria. Su prontuario criminal es bien largo y él lo exhibe con total arrogancia (cosas metabólicas del fascismo).
Leopoldo López es una de las mentes macabras detrás del golpe de Estado del 11 abril del 2002; planificó y dirigió las guarimbas violentas de los años 2014 y 2017; organizó el intento de magnicidio con Drones del año 2018; participó en el fiasco insurreccional del puente Altamira en abril del 2019 (que utilizó solo para fugarse); y más recientemente aparece señalado como el máximo dirigente detrás de la fallida invasión marítima denominada Operación Gedeón en este año 2020. Siendo esta su obra cumbre, con la contratación de mercenarios extranjeros para ejecutar el magnicidio y golpe de Estado en contra de las autoridades legítimamente electas.
Como buen cobarde que es, lo niega todo. Se lava las manos y sigue maquinando a las sombras, con su agenda llena de intriga y perfidia. Siempre está escondido detrás de la falda de la sifrina. Nunca da la cara, ni reconoce en lo absoluto alguna responsabilidad. Leopoldo López ha demostrado su poca valentía y ha quedado en evidencia al colocar sus mezquinos intereses por encima del bienestar del país. Como buen apátrida ha vendido su capital político al mejor postor, al imperio norteamericano. Convirtiéndose en un paria que pulula rastreramente a las sombras de la legalidad. El rechazo a sus acciones violentas es incuestionable, por eso la orfandad en el apoyo popular. Se ha quedado solo.
Leopoldo López y sus secuaces han perdido toda la vocación democrática. Ante tantos fracasos electorales, su metabolismo se ha transmutado en un esperpento proclive a la violencia sanguinaria y al exterminio físico del adversario político. Con absoluta claridad, y ante la imposibilidad de tomar el poder por la vía política (por la vía democrática de los votos), han puesto todas sus apuestas en la salida de facto, en la salida de fuerza. Por eso, los partidos de extrema derecha (sus hordas neofascistas), Voluntad Popular y Primero Justicia, han jugado a sabotear todos los procesos electorales posteriores al año 2015, aplicando la máxima de que si no puede ganar elecciones hay que patear la mesa.
En este contexto, las revelaciones de The Wall Street Journal solo ratifican lo que todo el pueblo venezolano ya conoce sobre los bajos escrúpulos de la extrema derecha venezolana. Todos sabemos que el mantuano Leopoldo López, el fracasado "gurú" del neofascismo criollo, es la maquiavélica cabeza detrás de los más recientes intentos por romper el hilo constitucional en Venezuela. Tiene su total impronta criminal la afirmación cierta de que "en 2019, mientras algunos líderes de la oposición venezolanos y diplomáticos prosiguieron las negociaciones con Maduro para ganar el derecho a elecciones libres y justas, López y sus colaboradores más cercanos buscaron una empresa de seguridad sin alertar a los políticos de otros partidos opositores a Maduro".
También señala el periódico norteamericano que el fanático neofascista Leopoldo López y los hampones de Voluntad Popular, de manera personalísima, "consideraron al menos seis propuestas de contratistas de seguridad privada para llevar a cabo incursiones militares para provocar una rebelión en las Fuerzas Armadas de Venezuela y derrocar al presidente". Todas las conspiraciones dirigidas desde la "real" embajada (nada de neutralidad política) donde reside el "huésped" López y desde sus centros operativos ubicados en Bogotá y Estados Unidos.
Las "conversaciones" y coordinaciones realizadas libremente por López, permitieron contar con la absoluta autorización para entrenar con total libertad a las fuerzas mercenarias desde territorio colombiano. Permitiendo este país el libre zarpe (con los barcos cargados de armas) de las fracasadas fuerzas invasoras.
Para financiar la conspiración armada contaron con los ingentes recursos (la parte que no se han robado) que el irresponsable gobierno del inefable Donald Trump les ha traspasado de manera ilícita. Los ilusos del Departamento de Estado les vendieron espejitos a los apátridas criollos a cambio de comprometer todo el petróleo y las riquezas del país. Los mercenarios contratados por López, fracasaron por intentar aplicar los vetustos manuales de invasión del Tío Sam, los mismos utilizados torpemente en Afganistán, Irak, Siria, Libia y Yemen. Un fracaso tras otro.
El pueblo venezolano ha logrado derrotar la conspiración, dejando a la extrema derecha fascista totalmente vencida, desmoralizada y ante una nueva coyuntura: tener que rechazar el camino electoral por ser contraria a sus fines golpistas. Pero el daño está hecho y es de grandes proporciones. No hay manera de que el espurio diputado Guaidó pueda recuperar sus "credenciales democráticas" (las que nunca ha tenido). La extrema derecha neofascista navega a la deriva hacia otro vergonzoso fracaso.