Los efectos de la “metropolización” (2012-2020/30/50)
El subperíodo 2012-2020/30/50, se caracterizó por el supuesto carácter antiurbano de la Revolución Bolivariana. La lobreguez citadina ha sido principalmente denunciada en términos del imaginario rural que se ha traído al centro mismo de las grandes ciudades de Venezuela, con “conucos” se han colonizado en los espacios urbanos. Ante un doble discurso oficial sobre lo urbano, expansivo y punitivo a la vez, completan el tapiz anacrónico y populista de unas ciudades apocalípticas, pero auroral al mismo tiempo los resultados del gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros (interina 5 de marzo de 2013, primer mandato 13 de abril de 2013 y segundo mandato el 10 de enero 2019 hasta el 2025), son polémicos en cuanto a la Democracia Participativa y Protagónica.
DEL DIAGNÓSTICO A LA ACCIÓN ANTICIPADA
En aras de interpretar y definir la composición de la población de la ciudad de Cumaná, desde el 2012 a los años 2020, 2030 y 2050, abordamos la proyección de población a estos años en base al PDUL 1993 [1] y estimaciones 2030 y 2050 de Freddy Pérez Quijada [4].
El desarrollo de este paso nos coloca frente a escenarios de futuros posibles y ante la posibilidad de sugerir maniobras estratégicas para evitar que la generación más numerosa de la historia del Municipio Sucre, en los últimos ciento treinta años, deje de recibir las oportunidades de tanto para su crecimiento urbano como para el desarrollo económico.
El estudio del comportamiento de la variable población de Cumaná permite inferir que de mantenerse vigente la hipótesis de crecimiento poblacional que predomino en esta entidad para el periodo 2001-2011, el porcentaje de población que aporta el Estado Sucre al total nacional tendera a incrementarse levemente para los años 2020 (3.41%) y 2030 (3.59%). Lo que no garantiza la proyección es que la población estimada se quede en esta entidad.
La población de Cumaná para el 2020 se señalaba en 360.970 habitantes. Y para el 2050 se estima que podría llegar a 490.445 personas. Eso quiere decir que entre el 2021 y el 2050 la población de Cumaná podría crecer en una cantidad cercana a 129.474 nuevos habitantes. Estas casi 25.894 familias necesitaran viviendas, equipamientos urbanos y servicios.
Además de programas sociales y una situación económica que les permita vivir adecuadamente. Como se puede apreciar aún persiste una insistencia sistemática por seguir apegados a las reglas de un juego económico que en cierto modo heredamos de un pasado remoto. Creemos que se impone la deconstrucción urbana como táctica. La innovación, la anticipación y el recambio de las reglas son necesarios.
UNIDAD GEOGRÁFICA O COLLAGE ESTRUCTURADO
Si nos aproximamos al paisaje desplegado como una unidad geográfica de prolongada visibilidad y de continua identidad, Cumaná aparece como un collage estructurado en las mismas unidades espaciales del subperíodo anterior (1991-2010); de donde podríamos entender la continuidad a partir de la imagen de una onda expansiva que prolonga desde el área de interés histórico, irradiando sus ondulaciones hacia un quinto ámbito o territorio haciéndose ciudad de sí misma: la planicie central o el macro-centro, la planicie dispersa o difusa, la planicie de la periferización, la planicie hacia la zona protectora y de amortización [Figura 1] y la ciudad de los asentamientos irregulares [Figura 2].
Este último ámbito territorial, fue seguido por una fuerte expansión urbana, alcanzando sus cotas de crecimiento más significativos después de la primera década del año 2000. Promoviendo una evolución que se caracterizó por los bajos niveles de compactación del tejido y una trama urbana muy orgánica, como producto del desarrollo de los “asentamientos no controlados” que han dominado la estructura general de la ciudad de Cumaná, más aun a partir de lo que se reconoce como la segunda periferización o corredura de la poligonal urbana del año de 1991, cuando se incrementó la superficie de la ciudad hasta 12.736 hectáreas. En Cumaná, la presión del crecimiento urbano y la insuficiente oferta de suelo para la población, ocasionó que los nuevos habitantes principalmente los de bajos ingresos, se asentaran en zonas no aptas para el uso urbano y que las políticas de planeación quedaran rebasadas ante el crecimiento acelerado.
LA PLANICIE DISPERSA O DIFUSA
La ciudad en transición, en la otra ciudad, la cual se aproxima más a la de fragmentos urbanos dispersos sobre el territorio, separado por pedazos no urbanizados, lo que nos conduce a la idea de ciudad dispersa y periférica. Este panorama se identifica como la inmensa lejanía crecida hacia el sur-este del área de interés histórico de Cumaná. Presente como un vasto horizonte y una marcada horizontalidad, ofrece la perspectiva épica de una ciudad dispersa y sin límites. Es el espacio característicamente abierto de la llanura, paulatinamente ocupado por construcciones rurales, avanzado sobre el área verde productiva del Sistema de Riego de Cumaná (SRC/1942) [3].
En la suburbia dispersa no aparecían hitos arquitectónicos, ni grandes obras de ingeniería de penetración vial, sola la capilaridad tróncales carreteras de tierra cruzadas entre el río Manzanares y sabanas fértiles. En las tierras de sus alrededores surgieron sembradíos y plantaciones abandonadas. Es la travesía de una nueva retícula conjugada con los terrenos productivos. La imagen estaba marcada por las invasiones de viviendas fragilísimas y la estructura mixta rural-urbana.
La ciudad dispersa o difusa se abrió como una prolongación del espacio territorial urbano, más allá de los ámbitos tradicionales y modernos: correspondió a un arco dispuesto hacia oeste. La dispersión abarcó, desde los sectores correspondientes a los terrenos del viejo aeropuerto de San Luis y los del Núcleo de Sucre de la Universidad de Oriente, rótulo de espacios vacantes entre la zona compacta y la dispersa, al oeste, hasta el este, incluyendo el cono de proyección del aeropuerto Antonio José de Sucre, quedaron como piezas claves de este paisaje.
Pues, se constituyeron en importantes vacios territoriales que se presentaban como verdaderos enigmas urbanos y que interrumpieron, muchas veces, el paisaje edilicio y humano, en pleno corazón del centro de la ciudad. Este fenómeno de crecimiento peri-urbano eliminó los límites entre la zona rural y la zona metropolitana. Por lo que se pudo definir dos tipos de dispersión:
La primera, la urbanizada, que poseía los servicios. Esta identificó acciones como “villas cerradas”, promovidas por los inversores privados. Ubicadas sobre las avenidas Carúpano, Andrés Eloy Blanco, Cancamure y La rotaria, estas villas han generado la imagen de fortalezas amuralladas, incrementando o acompañando la dispersión, producto a su vez, de la influencia expatria en tierra cumanesa, mostrándonos el paisaje de la anticiudad, de la negación absoluta de la relación con el entorno, pues lo más importante es la “seguridad” y el “confort”.
La segunda, la precaria o espontánea, sin servicios, aguas ni vialidad. Se originó por el crecimiento sin límite, promovida por patrones de comportamiento urbano-rural, característicos de las ocupaciones espaciales del hábitat tradicional-popular o invasiones espontáneas, dispuestas en los terrenos del aeropuerto Antonio José de Sucre y las avenidas Andrés Eloy Blanco y la Carúpano.
Esta contienda urbanística o des-urbanización generó una imagen de ciudad sin fronteras, extensa, infinita, una ciudad informal, precaria y desparramada e incontrolable, distinta a los patrones tradicionales de ordenamiento urbano. Sin embargo, en el marco de la celebración de los 500 de Cumaná (2015), se anunció la construcción de 43 obras de infraestructura y servicios, lo que generaría el fortalecimiento de otro ámbito claro de dispersión, lo cual perfilaría el crecimiento de urbanismo de clases populares como síntoma de la política oficial de la Gran Misión Vivienda Venezuela, que sólo apuntó a los números, dejando entrever un paisaje de un nuevo pueblo, una suerte de nueva ciudad: no se trataba de hacer 5.000 viviendas en Cumaná.
Se trataba de hacer ciudad y crear las condiciones urbanas necesarias y deseables para esas viviendas. Se debió hacer énfasis en la importancia de una percepción más amplia que fuera más allá de lo cuantitativo. Esa política habitacional para la ciudad de Cumaná, planteó su estrategia de forma simple: no se tenía claro el objetivo, pues, de nada sirvieron los recursos, la voluntad o el apoyo político. Solo tratar de resolver un déficit cuantitativo fue un error: no se trataba de producir viviendas, se trataba de construir ciudad.
La experiencia debe enseñarnos que, en ese ejercicio de producir unidades de vivienda independientes del hecho urbano, se equivocó PDVSA. No se puede hacer vivienda sin conciliar los planes urbanos -que eran y seguirán siendo competencia del municipio- con las viviendas aun hoy sin culminar su construcción. No obstante, la participación comunitaria en materia de vivienda era fundamental, debió ser articulada y recibir soporte de formación técnico para ejecutar sus proyectos.
LA PLANICIE DE LOS ASENTAMIENTOS IRREGULARES
En las viejas formalizaciones las construcciones respondían más al valor de uso que al valor de cambio; sin que esta afirmación trate de negar la existencia del negocio inmobiliario, que tiene antecedentes muy lejanos y del que se dice que ya Cicerón en sus tiempos explotaba con éxito. Afirmamos simplemente que la “burguesía” de la época antes del capitalismo inmobiliario fue mucho menos exigente y científica que la actual y ello redundó en menores distorsiones formales. Otra ventaja fue que no era obra de arquitectos que trataban de exaltar su ego creador, y entonces la producción artesanal resultaba casi estandarizada en sus unidades y elementos, imponiendo además el parcelamiento estrecho, una contigüidad generadora de un continuum espacial de horizontalidades, donde se inscribía la verticalidad de los ritmos de vanos y pilastras.
Toda arquitectura popular dio siempre resultados de armonía parecida, como lo comprobamos en cualquier pueblo andino o en cualquier aldea europea, como consecuencia de una mayor homogeneidad social correspondiente a menor división en el número de clases o fracciones de clases. Y en nuestro caso, ya desde los comienzos de la homogeneidad social de los cascos urbanos de los colonizadores blancos, fue defendida por la segregación del indio a poblaciones colaterales, como se hipotetizó en mi trabajo de investigación histórico-urbana sobre el antiguo caserío Altagracia de Cumaná [4].
Sobre esto, afirmamos, que la estructura espacial no es independiente de los niveles económicos, políticos, ideológicos y técnicos de las sociedades que la ejecutan. Y si bien podemos admitir en el nivel formal autonomía, no es posible prescindir de la articulación de la forma con los otros niveles y mucho menos con el económico como determinante. Y, al mismo tiempo, aseveramos que la nueva forma urbana, será avalada y confirmada por el poder político, que modificará a través de sus organismos de planificación, reglamentos, decretos, normas y disposiciones para legitimar y sancionar la nueva práctica de apropiación y modelaje del espacio urbano-arquitectónico.
Un análisis más imparcial sobre lo viejo diría que lo propio no es tan propio; que el plano arquitectónico de patio nace en el Mediterráneo hace milenios; que el adobe como material constructivo es aún más viejo; que los techos de caña, barro y tejas se multiplican en los Andes y sin tejas holandesas; que la celosía y las persianas son de origen árabe; la pavimentación de ladrillos hidráulicos es de origen italiano; los plafones en latón martillado y repujado traídos de Paris; las grandes alfombras persas; los candelabros araña de cristal; los muebles Luis XV; el comedor con sillas de estilo victoriano-inglés; los paneles de madera acristalados; las vitrinas con la platería de servicio y la vajilla de porcelana blanca mandados a hacer en Inglaterra y, por si fuera poco, las obras de arte del siglo XVIII.
La nueva formalización entorpeció la presencia de la escala humana de la fachada-calle y la vida comunitaria que creaba aquella forma urbana. Asimismo, obstaculizó la relación de la tapia perimetral del jardín nobiliario con su arco triunfal trilobulado y los lugares de reunión social: la biblioteca, el salón de fiestas, la terraza, el patio central, el jardín y la capilla palatina. Como contraposición, la vieja formalización del Palacio del Márquez de Cajigal, ya no tiene escala humana, no tiene calles, ni fachadas, no existen lugares de reunión que fomenten la comunicación, convirtiéndose en la causa de la pérdida de la vida comunitaria y de todos aquellos valores pretéritos. Por lo que preguntamos, ¿Cómo se manifiesta la nueva formalización urbana en un centro secundario de provincia como Cumaná?
En primer lugar, en centros de esta naturaleza, se verificará cuando el nivel político cumple su papel jurídico de apoyo a las clases dominantes mediante planes regionales que se ajustan a las tendencias de transformación urbana que impone el nuevo imaginario, a través de la prioridad a las grandes obras propagandísticas gubernamentales, bien visibles. Y, en segundo lugar, en la ejecución de obras no prioritarias para las necesidades sociales reales y verdaderas, anticientífico por ideológico, mientras abundan ranchos y faltan los servicios urbanos elementales.
La vieja formalización urbana de Cumaná sufre, a partir de mediados de los años 70, con la implementación de dos instrumentos de Ordenanza de Zonificación [5], a través de los cambios contra los que se pronuncian los mismos técnicos que los produjeron, vaya paradoja, lo cual confirma la postración de la técnica ante el poder económico-político. Se podrían resumir esos cambios, entre otros, como el aniquilamiento del área de interés histórico realizado en aras del servicio automotor para el desarrollo de nuevas actividades y revitalización de las viejas estancadas.
Resulta, que después de más de cuarenta años, Cumaná se transforma con la acentuación de la segmentación urbana, con la intensificación de la diferenciación producto de una cada vez más señalada segregación de clases y fracciones de clases, con la diferenciación funcional por la presencia o ausencia de servicios infraestructurales y equipos de consumo colectivo (educación, salud, vivienda, industria, entre otras), que nos lleva a diferenciar a Cumaná en dos grandes áreas a las que podríamos llamar la "ciudad" y la "no ciudad" (aquí la ocupación informal y anarquizada del espacio urbano se acerca al 70%). Es esta última, la que constituye el gran problema de Cumaná, en nada diferente del que crea la actual fase del capitalismo, en las demás ciudades subdesarrolladas de Venezuela.
No es a esta escala que surgen las críticas a la vieja forma urbana. Si asi fuera, si los críticos formales se hicieran con una percepción de las grandes formas modeladas por los niveles no formales, se estaría en el camino de una crítica correcta, que apuntaría a una teoría. No, ella se efectúa sobre la escala de los espacios pequeños y más aún sobre la ausencia de espacios con algún sentido estético que la nueva formalización no logra, naturalmente en el segmento de "ciudad" (aquí la ocupación formal y planificada del espacio urbano se acerca al 30%), porque en la otra, en los ranchos o subhabitaciones, sería otro el problema que deberíamos percibir.
Entonces, aparece como añoranza de calles y plazas, que en la nueva ciudad han perdido su función, de camino y exhibición la primera, por las razones explicadas de comunicación, y reunión la segunda, porque la comunicación se obtiene por los equipos divisibles y las reuniones cívicas subsisten manipuladas por las burocracias políticas que prefieren los espacios con asientos de los gimnasios cubiertos o polideportivos. Pero, quizás la crítica responda más a la añoranza del sentido de cerramiento, de la diferenciación entre el "afuera" y el "adentro", que según Norberg-Schulz [6], es una de las características determinantes del espacio urbano.
BIBLIOGRAFÍA
[1] MINISTERIO DE DESARROLLO URBANO (1993). Plan de Desarrollo Urbano Local, PDUL. Estudio de la Infraestructura Básica. MINDUR.
[2] PÉREZ QUIJADA, Freddy (2014). Cero ingenuidad, los números hablan. Cumaná-Venezuela. Editoriales Radoca C.A.
[3] FONDO NACIONAL DE DESARROLLO URBANO (FONDUR). El Sistema de Riego de Cumaná (SRC) (1942). Ministerio de Infraestructura. [Consultado: lunes, 02 de febrero del 2015].
[4] MARÍN-LISTA, S. E. (2016). El caserío Altagracia de Cumaná. La experiencia suburbana decimonónica finisecular. Obra inédita.
[5] MINISTERIO DE OBRAS PÚBLICAS (1975). Ordenanza de Zonificación. Plan de Desarrollo Urbano de Cumaná. MOP.
[6] NORBERG-SCHULZ, C. (2005). Los principios de la arquitectura moderna. Sobre la nueva tradición del siglo XX (vol. 7). Barcelona: Reverte.
NOTA: texto tomado del libro inédito del mismo autor
Título de la obra: CUMANÁ, LA OTRA CIUDAD. LA ARQUITECTURA DE LOS ÚLTIMOS 130 AÑOS. PERÍODO 1890-2020 Y PROYECCIONES 2030 Y 2050. Línea de investigación: Historia urbana local. Mayo, 2019.
ANEXOS
[Figura 1]. EL SISTEMA METROPOLITANO DE CUMANÁ
Marín Lista, S. E. (2015). El sistema metropolitano de Cumaná. El subperíodo 1991-2011. [Montaje gráfico de reconstrucción hipotética sobre el Plano de Ordenamiento Urbano de la ciudad de Cumaná del año de 1992].
[Figura 2]. LA CIUDAD DE LOS ASENTAMIENTOS IRREGULARES
Marín Lista, S. E. (2015). la ciudad de los asentamientos irregulares. El subperíodo 1991-2011. [Montaje gráfico de reconstrucción hipotética sobre el Plano de Ordenamiento Urbano de la ciudad de Cumaná del año de 1992].
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento!