Las señales son nítidas, el país avanza hacia otro caracazo, pero muchísimo más desastroso. Las condiciones objetivas, la crisis, al no encontrar conducción hacia la política, estallará en un gran motín destructor y no fundador; de esta manera, la masa se inmola y los sectores más honestos de las fuerzas de seguridad se ven arrastrados a la masacre. Después de miles de muertes vendrá la reflexión que alimenta la acción ya tardía.
Quienes no actúen ahora serán llevados por la tolvanera de los acontecimientos, empujados a acciones impensables, se convertirán en verdugos de los suyos, quedarán con el alma hecha jirones, nunca más volverán a ser, ya no se pertenecerán, huirán de los espejos.
Es el momento de las reservas más nobles de la dirigencia de este pueblo, de los militares y de los civiles. Hay que ir a buscar en las profundidades del espíritu nacional las fibras éticas que hicieron posible la Independencia, que guiaron a nuestros próceres. No son momentos para navegar en "las heladas aguas del cálculo egoísta". Es hora del sentido de pertenencia a la sociedad, a la humanidad.
Al descontento que aflora sin conducción, simple rabia sin objetivo, la dirección política revolucionaria está en el deber de proponerle metas diferentes de la derecha gringa que quiere pescar en la confusión, y también distintas a las del gobierno madurista cada vez más fascista y más pragmático. Al contrario, debe intentar que esa energía social se transforme en energía para retomar el rumbo de la construcción de la Patria que soñó Bolívar y que Chávez junto a la masa irredenta lucharon por hacer realidad.
El pueblo en rebeldía está esperando de sus líderes las consignas que guíen la acción, que resuman un pensamiento que viene desde Cristo, el reino del "amaos los unos a los otros", la fraternidad como ética social, el trabajo como bien común, la riqueza social para el bienestar social, y como nos enseñó el Apostol Martí: "Con todos y para el bien de todos".
Vivimos momentos estelares, las tinieblas producidas por la traición del madurismo son atravesadas por la luz de la esperanza. En el desenlace de la crisis se presenta un dilema a la nación: o la solución la provee la derecha fascista, a sangre y fuego aplastando a la masa, consiguiendo una paz de cementerio, que es la solución de los guaidoses y los maduristas, con diferencias de tiempo y de forma; o la solución la propone la resistencia digna de un chavismo heroico, de unos líderes calumniados, perseguidos, arrinconados por el poderoso aparato mediático del gobierno, que a pesar de todas las circunstancias adversas cuentan con la inmensa fuerza de las ideas que ya fueron probadas en la práctica, que ya el pueblo, los humildes, los desposeídos conocen desde la época de Chávez cuando unidos en torno a ideas altruista, con una dirección con alto sentido de pertenencia a la sociedad, entregada a la causa de todos, conoció su fuerza.
¡VOLVER A CHÁVEZ!