En el título nos permitimos parafrasear las palabras de Marie Roland, guillotinada en la Revolución Francesa: "¡Oh Libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!". Es así, en nombre de la Paz se justifican guerras, el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón, el asesinato de ciudadanos; en nombre de la paz se condena a las luchas revolucionarias, se persigue, se asesina; cuántos crímenes en su nombre.
El sistema capitalista es el reino de la violencia, del todos contra todos, el reino de la agresión brutal a la mayoría de la población. Los capitalistas consideran Paz sólo al sistema de agresión, de explotación deshumanizadora. Para el capitalismo, millones de desempleados sin derecho a la vida ¡es paz!; millones de hambrientos, paz; millones sin futuro, sin estudio, sin esperanzas, ¡paz!. El que atente contra esta situación, el que tire una piedra, grite, escriba, organice la insurgencia, es acusado de perturbar la paz. El capitalismo impone una manipulación a la gran masa con sus poderosos medios de comunicación, adiestra al humano para que actúe como un robot que obedece a los estímulos de la pequeña pantalla de cristal, lo llena de falsedades, y a los pocos que consiguen librarse del mundo acondicionado los acusa de violar la paz.
La historia nos enseña que las luchas de los oprimidos son la lucha contra la paz de los opresores: Cristo perturbó la paz cuando arremetió contra los mercaderes del templo, Espartaco alteró la paz de los romanos, Simón Bolívar el gran perturbador de la paz del imperio español, Sacco y Vanzetti alteraron la paz de los capitalistas gringos, el Che y Fidel bombardearon la paz de batista y de los gringos. Fabricio, Argimiro, Douglas, perturbaron la paz de la cuarta republica, Marx y Lenin aún incomodan la paz del capitalismo; Chávez el gran perturbador de la paz de los capitalistas que hoy consiguieron de nuevo la paz con este gobierno.
El madurismo enterrador no podía ser la excepción, cuando traiciona al Socialismo y se entrega al capitalismo, necesariamente debía reprimir a la población ahora hambrienta, desconcertada, frustrada, y sin razones sagradas para vivir, para luchar, y entonces, apeló a la gran excusa: La paz. Quién atente contra el madurismo atenta contra la paz, esa es la ley magna de este pranato.
Nosotros decimos que romper la paz del madurismo, no sólo es lícito, sino que es un deber de todos. Es un derecho humano rebelarse contra el pranato madurista, como fue un derecho la insurgencia de 1810, o la del 23 de Enero del 58, o la lucha de las guerrillas del 60, o el 4 de febrero. Ante el fracaso del gobierno, frente a su agonía, sino se alzan los chavistas auténticos estarán entregando el país a la sucesión de la derecha gringa, a los guaidoses.
Las condiciones para la rebelión están dadas, la situación económica clama por hacer algo. Este gobierno no ha podido borrar el recuerdo de Chávez, está allí presente en el corazón de la masa humilde, su ejemplo es experiencia palpable para millones; la teoría que guíe la acción está allí en el Plan de la Patria y el discurso de presentación ante el CNE. La historia espera por sus parteros.