Sin dudas Chávez fue, es, un gigante, y lo es por lo profundo de su pensamiento, por su capacidad de escaparse del cerco ideológico de su tiempo, por empinarse sobre los hombros de gigantes y avanzar en la historia cuando todo indicaba el fin irremediable de la vida en manos del capitalismo.
Chávez superó a la democracia burguesa, cuando planteó con valentía el Socialismo, cuando por sobre todo cálculo político tomó en sus manos las banderas de la Revolución; así entró en una nueva dimensión, revivió la batalla milenaria por la humanización de la humanidad. Se puede decir que la historia de la humanidad es la historia de la lucha por su humanización, de la búsqueda del hombre de su condición social, en contra del extrañamiento de su condición de animal social.
Estos nuevos objetivos políticos, humanos, le dieron un nuevo sentido a la sociedad, por primera vez en siglos esta sociedad tuvo un objetivo social: el rescate de su condición humana, su relación fraterna, el destino común. Las masas conocieron una nueva fuerza, razones sagradas por las cuales luchar. Regresaron las grandes movilizaciones, volvió el amor a caminar por las calles, la luz, el verbo se hizo carne con Chávez.
Ahora, estos gaznápiros que pretenden ser sus herederos y no le llegan ni a los calcetines intentan enjaular al Comandante en las rejas de la democracia burguesa; su meta no tiene la grandeza del Socialismo, se limita a los confines aceptados por el capitalismo, a las reglas del sistema, se contentan con una elección burguesa, sus metas son miopes, su vista es corta.
Los hombres grandes lo son porque los habitan las grandes ideas que fracturan su tiempo, por fundar mundos, guiar al humano en la búsqueda de nuevas metas, crear nuevas relaciones, cambiar la manera de pensar el futuro. Siempre se encuentran con la oposición de la antihumanidad, de los heraldos de lo mediocre, de los que pregonan que todos siga igual, de los enemigos de los cambios profundos; a veces, muchas veces, se topan con la incomprensión de las masas que festejan su crucifixión, que no defienden sus ideas, que los abandonan al pie del patíbulo.
Entonces, que no hablen en nombre de Chávez, que no lo reduzcan a la mezquindad, a la hipocresía del juego democrático. Que no priven a la humanidad del pensamiento y el ejemplo del Comandante. Con él fuimos vanguardia del mundo, del rescate de la Esperanza. El monstruo deshumanizador, el capitalismo, encontró un muro de dignidad que impedía su carrera loca hacia la extinción de la vida. Chávez le devolvió al mundo la idea de un nuevo mundo posible, habló alto y claro en los foros mundiales.
La defensa del legado de Chávez no es un asunto meramente político, se trata del futuro del humano. En estos tiempos, cuando pocos asumen sus ideas Socialistas, cuando los comunistas -que es el otro nombre de los cristianos primitivos- son pocos y pocos quieren asumir esas ideas, es imperativo rescatar el pensamiento más elevado del Comandante Chávez, defender sus ideas, seguir su ejemplo.
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