El asunto de las elecciones del 6 de diciembre en Venezuela, como las de mayo de 2018, son un tema jurídico y político que se resuelve con una sola palabra: Soberanía.
Las doctrinas aceptadas universalmente sobre reconocimiento de gobiernos, ligan estos al del Estado. Todo Estado tiene para serlo territorio, pueblo y un gobierno que tiene autoridad sobre ellos.
La soberanía de un Estado-nación es una noción interna ligada a la población, la cual se manifiesta en varias aristas. Una de ellas, es la autodeterminación. Los pueblos se dan a sí mismo su gobierno, lo mantienen o lo cambian a su tiempo.
El respeto por la soberanía nacional la garantizan las fuerzas internas, y el acato a los principios universales. Una base de ello es la cultura de cada país o Estado-nación.
Así hay estados con monarquías absolutas y monarquía constitucionales. Estados con democracias parlamentarias, democracias presidencialistas. Los sistemas de votación pueden variar, unos votos directo universal y secreto, otros por colegios electorales, de segundo, tercer grado. Todos ellos respetables si son aceptados y ejercidos soberanamente por cada pueblo.
Vale decir, para aquellos países, como Venezuela, que tienen un sistema democrático sustentado en elecciones, para que estas sean válidas no es necesario, en ningún escenario, que gobiernos foráneos las validen o reconozcan, sería un tutelaje contrario a la soberanía. En la actualidad, no existe en el mundo ningún organismo supranacional en el área electoral.
La observación electoral internacional, tiene el objetivo de acompañar o coadyuvar, pero nunca de certificar. Cada Estado-nación tiene la potestad de invitar o no a una veeduría electoral externa.
Lo importante para garantizar una elección transparente es que el árbitro tenga un sistema que posibilite auditorías, equidad de los actores al acceso a la difusión y medios de información.
Beligerancia
En algunas situaciones, se han dado casos, dentro de un Estado-nación de grupos en conflictos bélicos o políticos que son reconocidos como beligerantes y se convierten en actores internacionales cuando acceden a organismos multilaterales o gobiernos extranjeros que pudieran intervenir de acuerdo a los métodos de solución pacífica de controversias.
Sobre los gobiernos en el exilio o ficticios, como se recordará, salvo los expulsados de sus países durante la II Guerra Mundial, son intentos fallidos apoyados por enemigos del gobierno de un Estado-nación determinado. Es el caso de Venezuela, donde se ha estimulado una situación de gobierno ficticio para apoderarse de recursos económicos colocados en el exterior, bajo la tutela de los gobiernos de EEUU, Unión Europea y Grupo de Lima.
En conclusión, el resultado de las elecciones de Venezuela, y cualquier otro país solo puede ser cuestionado por los actores internos a través de las instituciones pertinentes como poder electoral y poder judicial.
Abstención
La abstención forma parte del análisis de un acto electoral, en especial cuando el voto no es obligatorio, pero su porcentaje no es vinculante con los resultados. Son pocos los casos de abstención activa. En Colombia lo hay solo para los referendo que para ser válidos debe haber un mínimo de 26% de participación popular. En los países de la Unión Europea, en los cuales se han efectuado varios referendos no se exige porcentaje mínimo para la validez.
La abstención, como la elección misma, es un asunto interno. Su mensaje implícito va dirigido a los actores políticos. Podría significar apatía, falta de maquinaria de los partidos políticos para movilizar a sus partidarios, —en Venezuela, solo el PSUV, ha demostrado tenerla—, triunfalismo, resignación.
Por supuesto, no puede negarse la incidencia del sector oposicionista en torno al gobierno ficticio que por órdenes tutelares, no participó. No obstante eso, siempre hay un mensaje que debe ser meditado y reflexionado, mientras más alto sea el número de abstencionistas.
Ahora bien, la abstención podría causar, en el caso de las elecciones de Venezuela, que no se alcance el gran objetivo de la amplia representatividad ideológica en el parlamento que abra las puertas a debates y conversaciones plurales. Una mayoría calificada podría caer en la tentación de pasar la aplanadora, sin mayores debates, más cuando esta mayoría es gobierno.
La abstención, en Venezuela, donde a pesar de que la oferta presidencial de la renuncia, convirtió las elecciones en un referendo, fue alta, por variadas razones, pero es un asunto interno. No viene al caso compararlas con la de otros países del mundo. Como asunto interno, por tanto soberano, debe ser afrontado nacionalmente, por cada actor político.
En resumen, en Venezuela hubo un acto electoral, arbitrado, con base constitucional, con garantías, auditable, observado y realizado con la normalidad tradicional en este tipo de actividades democráticas nacionales.
Todo cuestionamiento internacional a las elecciones, al gobierno del Estado-nación venezolano tiene una sola respuesta: La soberanía reside en el pueblo.