La barbarie silenciosa

Una barbarie es una acción de crueldad y violencia en la cual hay una completa ausencia de civilidad, educación, cortesía y respeto hacia el prójimo, por lo general está acompañada de fiereza, crueldad y agresiones. Así mismo, los individuos que la propician carecen de valores éticos y morales. Es el estrato inferior del humanismo, lo contrario es civilización. La barbarie es propia, no de los animales, solo de los humanos, de algunos seres quienes por disposición natural son inclinados a derramar sangre con exceso de brutalidad y por lo general, ocasionan heridos, mutilados y cadáveres.

Casi siempre se asocia la barbarie con el ruido, con las explosiones, con bombardeos provenientes de las armas accionadas por seres humanos. La historia nos refiere de numerosas barbaries en el afán de los malos de apoderarse por la vía violenta de los enseres, las posesiones y las riquezas ajenas.

Los naturales del Nuevo Mundo, nunca habían escuchado las explosiones provenientes de las armas que funcionaban con pólvora. Lamentablemente cuando lo descubrieron sus chozas estaban destruidas, sus territorios pasaron a manos de los conquistadores provenientes del otro lado del mar. Así mismo, asociaron el ruido de los obuses, arcabuces y cañones con la barbarie de los hombres blancos que los esclavizaron, que les arrebataron los hijos para adoctrinarlos en una fe extraña y les mancillaban su cultura ancestral. Aquella barbarie se prolongó por siglos, de tal manera que aquella población originaria fue aniquilada quedando muy pocos herederos de los pueblos que desconocían el ruido que anunciaban la barbarie.

Pero la barbarie asociada a las explosiones no era nueva para los conquistadores castellanos y aragoneses, guerreros que pertenecían a la cultura europea. Por siglos la ferocidad genética de aquellos representantes de la "cultura occidental" era algo cotidiano, como era exterminarse los unos a los otros. Bien por razones religiosas, por imponer la "verdadera fe"; bien por la apropiación de territorios para ampliar los reinos; bien para controlar una ruta comercial; o bien para la imposición de una estirpe. O simplemente, por razones que solo los humanos son capaces de justificar para declararle la guerra a otro y de esta manera comenzar la barbarie destructora de civilizaciones.

Las explosiones eran el anuncio que transportaban los vientos de guerra, es decir, el presagio de la barbarie. Con la modernidad ya las detonaciones no llegaban por la infantería o la caballería, recientemente los científicos pusieron a la orden el conocimiento para que los estampidos provenían por vía aérea y marítima. Comenzaron a fabricarse barcos con cañones y torpedos para que los disparos alcanzaran los objetivos ubicados muy lejos, así mismo, aviones artillados capaces de llevar ametralladores y bombas para acabar con ciudades enteras, sembradíos, seres humanos, animales y todo aquello que caminara y volara a su alrededor. Era la mejor expresión de la barbarie, la ruidosa que anunciaba el fin del mundo para los pueblos que desaparecían mansamente. Algunos seres humanos no ocultan su crueldad, muestran que son capaces de llevar la barbarie a zonas alejadas, para eso dominan la tierra con tanques modernos, el mar con los destructores y el aire con los cazabombarderos. Es la tecnología al servicio de la barbarie.

Pero los científicos no habían concluido sus investigaciones y descubrieron lo que era capaz un átomo en una reacción en cadena. Fue así que la barbarie se modernizó y se descubrió, con la complacencia de científicos, políticos, militares e industriales, la manera de matar al por mayor. Se había inventado una bomba llamada atómica suficiente para aniquilar a 200 mil personas en menos de 10 segundos, una sola bomba, una sola explosión y ya está, no es necesaria la intervención de tropas. Un solo asesino puede destruir una población de 300 mil inocentes. La barbarie en su mejor expresión. Fue lo que sucedió en Hiroshima y Nagasaki, la prueba más evidente de lo "preparado" de algunos seres humanos en términos de crueldad.

Para qué hacer tantos ruidos con explosiones de armas y con bombas atómicas, si es tan fácil matar personas sin hacer ruido. Se puede llegar a una moderna tecnología para aniquilar poblaciones enteras sin un disparo, sin bombas y sin derramamiento de sangre. La "civilización occidental" está en el momento culmínate de la barbarie silenciosa, fue así que inventaron las armas de destrucción masiva. Germinan las armas biológicas, armas capaces de eliminar a un número elevado de personas de manera indiscriminada sin destruir las ciudades. Para esto basta con esparcir por el aire esporas venenosas o en una represa verter virus, bacterias y otros agentes vivos altamente contagiosos de una virulencia terrorífica con un gran poder patógeno. Era el triunfo de la "razón", la mejor expresión de la crueldad de los seres humanos. Es la barbarie silenciosa, competente para acabar con las personas sin hacer ruido, para esto basta una infección intratable hasta ocasionar la muerte.

Pero la barbarie silenciosa no es nada nuevo, la emplearon las vetustas monarquías medievales para rendir a los habitantes de las fortificaciones, castillos y de las ciudades amuralladas. Se trataba del asedio, una vez que los habitantes de los recintos nombrados se le acaban los armas se procedía a cercarlos para matar de hambre y de sed a sus moradores. Uno de los más nombrados fue el asedio a Calais en el siglo XV por parte del rey inglés Eduardo III, el asedio a Constantinopla en el 1453 d.C, el del castillo de Montsegur, situado en el sur de Francia, fue el último reducto de los defensores del gnosticismo de los cátaros en el siglo XIII. Como se observa los seres humanos han sido muy "inteligentes y pródigos" para inventar métodos o armas para destruirse entre sí.

Sin embargo, lo que no inventan los científicos, los militares, los fabricantes de armas para la aniquilación de los seres humanos se les ocurre a los políticos de las grandes potencias. Estos nuevos criminales inventaron otra forma de asedio, una nueva manera de la barbarie silenciosa. Se trata de las sanciones y los bloqueos económicos y financieros aplicados a los países no sumisos a los mandatos de los gobernantes de los países ricos. Mucho de ellos testaferros y cancerberos de los dueños de los monopolios industriales, financieros y de las grades cooperaciones fabricantes de armas.

Un país sancionado económica, financiera y comercialmente está obligado a permanecer ausente en el mercado comercial y financiero internacional. Es decir, está impedido de exportar e importar productos. Así mismo, está inhabilitado para colocar sus mercancías en el mercado exterior, como consecuencia no podrá obtener divisas para hacer negocios, ni tampoco podrá comprar lo rubros necesarios como alimentos y medicinas que les asegure una buena calidad de vida a sus habitantes. De igual modo, no podrá obtener préstamo de la banca internacional que le permita cumplir los objetivos propuesto por el gobierno. Haciendo un símil con los asedios medievales, las sanciones aplicadas por EEUU y la UE a los diferentes pueblos como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Irán, Rusia, China condenan a los pueblos a morir de hambre y fallecer por carencias de medicinas, sobre todo a los tres primeros que no tienen el desarrollo económico e industrial de los otros países.

Estamos en presencia de la barbarie silenciosa, el ataque mudo de EEUU y los antiguos imperios criminales europeos, hoy agrupados en la UE. Parece ser que estos presidentes y primeros ministros son quienes califican los gobiernos buenos que satisfacen los dictados de las grandes corporaciones. Ellos son los que están en capacidad de reconocer o no los presidentes elegidos por el voto popular, secreto y directo; ellos son los que sancionan si los gobiernos favorecidos por el voto son democráticos o no; para que una elección tenga reconocimiento deben estar presentes los delegados de la UE. Es decir, EEUU y la UE se autodenominaron gendarme y juez electoral. En caso de que no se cumplan las exigencias de tales mentecatos, declaran que las elecciones no fueron democráticas, ni justas y no cumplieron los estándares extraños al país que llevo a cabo la gesta electoral.

Es la barbarie silenciosa, capaz de acabar con los seres humanos sin explosiones y como no hace ruido nadie escucha los sollozos desgarradores de los parientes de los muertos por hambre y carencia de medicinas. Aquello vigilantes internacionales de los derechos humanos, no tienen que hacerse los sordos porque esta barbarie no hace ruido. Estaba en lo cierto Robespierre cuando afirmo: "¿Hasta cuándo el furor de los déspotas será llamado justicia y del pueblo barbarie y rebelión? Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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