El ciclo que comenzó con el asesinato de Chávez amenaza con un desenlace en los próximos días. Este momento pasará a nuestra historia como el periodo cuando los sueños más hermosos de un pueblo fueron trocados en una pesadilla cruel que lanzó al país al profundo orco. Para contribuir a entender la fase final del ciclo de entrega, recordemos un poco de historia.
El 23 de enero del ’58 se abrió una oportunidad revolucionaria que fue frustrada con una operación muy fina del capitalismo: lo primero fue el llamado a elecciones para dejar a la política en el terreno de la democracia burguesa, de sus leyes, de su psicología; el segundo ingrediente fue el llamado a la unidad que esterilizó el pensamiento revolucionario, anestesió la discusión ideológica, la crítica, impidió de esta manera la evaluación del camino, envolvió el pensamiento revolucionario en la pugna electoral, y así privó el avance revolucionario. La reacción a esa traición fue tardía, pero no inútil. A pesar de las opiniones que califican a la lucha armada de un "ir al monte de unos jóvenes para que lo picaran los zancudos", o los dogmáticos que la etiquetan como "vanguardismo" o "guerrerismo", aquella gesta mantuvo encendida la llama que hizo posible la continuidad revolucionaria con Chávez.
El espíritu revolucionario pospuesto por la derrota del 23 de Enero resurge con fuerza, luego del medio siglo de la cuarta república. Chávez es el retomar de los sueños humanistas del 23 de Enero. El madurismo es el resurgir de la barbarie del pacto de punto fijo, de la democracia burguesa, de la cuarta república.
El madurismo va desarrollando con éxito el desmontaje de la acción chavista, se trataba de eliminar los avances en la construcción de la nueva sociedad: el primer objetivo fue sustituir el espíritu de pertenencia a la sociedad por el egoísmo base psicológica del capitalismo. Este objetivo lo consiguieron con la rebatiña del "dakazo", la pulverización del PSUV, el desmontaje de la organización social con el carnet de la Patria, y sobre todo con la demolición de la aceptación de las masas del objetivo socialista asimilando la hecatombe económica del madurismo con el Chavismo.
Conseguidos esos objetivos, la meta siguiente de los capitalistas es recomponer a la democracia burguesa. Y en ese escenario se mueven las fuerzas políticas capitalistas: todos se olvidaron de Chávez, de la manera más descarada se preparan para intervenir en las próximas elecciones, la meta no pasa de unas "elecciones libres" que es sinónimo de carnaval, de subasta de la Patria, se buscan candidatos, se sumergen en la lógica de la querella electoral. El criterio que guía las acciones es la captación de votos, no se hable de socialismo, eso no da voto, no se hable ni mal ni bien de Chávez, sólo se recuerde para enlodarlo, transferirle las culpas del desastre.
Ahora presenciamos una operación por instalar en la psiquis colectiva la idea de la cuarta república como la solución a todos los problemas, ese circo político que fue la cuarta se repite, ahora las organizaciones políticas entran en ese juego, pugnan por los votos, se mueven de acuerdo a las encuestas, esconden sus principios capitalistas en una nube de promesas aéreas.
Ahora bien, toda esta pretensión tiene un problema: la cuarta república fue sustituida porque se agotó como forma política que correspondía a un país rentista. Es decir, la nueva cuarta surge ya vieja, decrépita, agotada, es una forma que no emociona a las masas, no tienen credibilidad sus actores, ni el gobierno, ni la oposición tolerada, ellos no tienen nada que decirle al país, así se explica el fracaso del madurismo, quiso revivir a un bagazo y fracasó. Podemos concluir que no se puede instalar a la nueva cuarta si no es sobre una terrible represión. O quizá ya la cuarta no corresponde a este periodo histórico de un país rentista sin renta, con las masas sin líderes, sin partidos revolucionarios, sin relevo de los desacreditados partidos socialdemócratas. Esta represión puede surgir de una radicalización hacia el fascismo del madurismo, o de su sustitución por una dictadura fascista.
Todo lo anterior indica con claridad que la nación se encuentra en una encrucijada, si el paisaje político sigue copado por los oportunistas, por los caza puestos, el futuro será una dictadura feroz. La otra posibilidad es el resurgir del Chavismo socialista, capaz de dar continuidad a los sueños del 23 de Enero, aglutinar a las masas tras razones sagradas para luchar, de crear una dirección creíble, y querible.
Es la lucha centenaria entre el humanismo y la barbarie…
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!