Mi palabra

El presidente argentino ¡Otro extraño dictador!

"Un político piensa en las próximas elecciones.

Un estadista en la próxima generación"

J. Freeman Clarke

La oposición derechista en Latinoamérica se acostumbró a darse su paseíto por Washington, y apenas llegan lo primero que preguntan, es por la Casa Blanca, y si no los atienden, se tiran sus SELFIS para dar muestras de su acercamiento con los gobiernos de turno de los Estados Unidos. Cuando gobiernan se autocalifican, como lo más puro de la democracia, pero, al perder, sacan el libreto para aplicarle al vencedor, y entre las partes de ese guion repiten de manera machacona en primer orden la palabra DICTADOR, sin distar mucho entre un gobernante y otro, si los que gobiernan están al lado del pueblo o tratan de alejarse de las directrices emanadas de USA.

Al comandante Chávez, le dieron un golpe de estado; regresó por la acción del pueblo y las fuerzas armadas con un crucifijo en la mano, y a los pocos días, volvió la oposición con el mismo estribillo: ¡El dictador Chávez!, ¡Chávez el dictador! Esto dio suficiente motivo para que, el genial y humilde escritor uruguayo Eduardo Galeano, ironizara: "Extraño dictador, este Chávez, uno enciende la televisión o la radio, y lo que se oye, es que en Venezuela no hay libertad de expresión, porque está mandando un dictador, y todavía no han cerrado una televisora o una radio"

De verdad, que es extraña la dictadura, donde gobierna la izquierda, porque todos sus gobernantes son calificados de dictadores, mientras en Estados Unidos, falta poco para santificarlos. La cadena de triunfos de gobiernos de izquierda en Suramérica, asustó tanto al imperialismo, que por nada del mundo se podía quedar cruzado de brazos, viendo florecer un nuevo modelo económico, y a la vez, como le tiraban las puertas, para tratar de impedirles el paso, y de esta manera detener la usurpación en lo que consideran y en muchos casos utilizan, como su patio trasero.

Todos esos gobernantes, que llegaron por el voto popular en elecciones libres y democráticas, impulsados por el deseo de cambio y libertad, tratando de zafarse de la presión constante de los gobiernos estadounidenses, han sido calificados alegremente por la oposición apátrida, como dictadores. Tan dictadores, que la única falla, es precisamente en no aplicar la mano dura, para frenar la irresponsabilidad de quienes se creen dueños, amos y señores de un país, así, lo hayan destrozado, vendiéndolo o hipotecándolo, como lo hizo Mauricio Macri en Argentina, y hasta el momento el dictador Alberto Fernández, había hecho, como el Quijote, cuando le dice a su escudero: "Dejad que ladren los perros, es muestra que cabalgamos" frase atribuida en primer lugar a Cervantes, pero todo parece indicar, que el autor es Johann Wolfgang Von Goethe.

Pero llegó la hora de arrugar la cara, y aplicar el razonamiento con la verdad en la mano; y ese mandatario electo por el voto popular, el mismo que la oposición argentina no se cansa de llamar dictador, encendió la hoguera con el adjetivo imbécil para fustigar a unos opositores irresponsables: "Ayer leía a un imbécil que me llamaba dictador. ¿cuál es la dictadura que ejerzo? ¿cuidar a la gente?" "Escuchó otros imbéciles que dicen que los contagios son una solución política ¡¿Alguien piensa que el que gobierna un país gana con la cantidad de contagiados?!" Este resplandor sirvió para que se sintieran acalorados, y respondieran, pero estoy seguro, que el presidente argentino, nuevamente se acordara de la frase del Quijote, en medio de las grandes dificultades heredadas, y ahondadas por la pandemia.



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Narciso Torrealba


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