"Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos que la naturaleza había separado, y que nuestra Patria reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana"…
Con estas palabras, cierra el Libertador su discurso al Congreso de Angostura. Muestra así su esencia de líder, de conductor: su visión de futuro, su entrega a esa visión, su vocación estratégica. Su vida y su pensamiento nos dan lecciones de liderazgo: el líder, el conductor de pueblos, debe ser guiado por una visión universal, estratégica, despojada del interés individual, importándose por su tiempo y por el tiempo futuro, sin esperar otra recompensa que el reconocimiento de su gente, eso que llaman la gloria.
En contraste, la medianía no consigue elevarse más allá de su tiempo y de su entorno, consume su miserable vida confinado en sus problemas personales; cuando en funciones de gobierno su vuelo es rasante, en su gestión prima su bienestar, no corre riesgo, cuida el cargo, al carecer de estrategia debe ser pragmático, esclavo de los vientos, sube con la marea y desciende con ella. Su gobierno pasa sin pena ni gloria. Así llega a la vejez y no será recordado, los bienes materiales que consiguió acumular a costa de su medianía ya no le sirven. Es el momento de los arrepentimientos tardíos, ya nada hay que hacer. Vendrán otros mediocres con la misma visión corta.
El pueblo tendrá la grandeza de sus dirigentes. Pueblo y dirigentes forman un binomio que funciona al unísono, uno se refleja en el otro, se condicionan mutuamente, son parte de un mismo todo. Unos dirigentes mediocres conducen al pueblo que los acepta a su destrucción. Este país lo ha padecido, parece que el mundo pasa por una etapa de gobernantes mediocres: trump es un ejemplo, y también bolsonaro, duque no es mejor, y pare Ud. de contar, en ese campo Venezuela se destaca. Parece que con Chávez culminó un ciclo mundial de grandes dirigentes. El capitalismo, la democracia burguesa, selecciona a los gobernantes mediocres, los que ofrecen prebendas inmediatas, los que guían a sus pueblos con la zanahoria por delante hacia el abismo.
Ahora más que nunca, Venezuela, el mundo, requieren de líderes con "imaginación fija en los siglos futuros", con estrategia grande, sólo ellos podrán sacarnos del abismo donde hemos caído, sólo ellos tendrán la capacidad de plantearnos metas que restituyan las bases morales, espirituales perdidas, condición previa a la recuperación material. Sólo un pueblo con líderes estratégicos podrán recuperar el camino extraviado. Ese es el reto para este pueblo y el desafío a sus más auténticos líderes, hoy golpeados, perseguidos, incomprendidos. Chávez indicó un camino de grandeza, trascendente, con visión de futuro, la traición a su legado nos trajo a la miseria espiritual y material.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!