La Guaratara

Ruptura Colonial

Mientras, sesudos, pensadores de "izquierda" se disputan y distancian en el mismo campo teórico que los "hermana", los jóvenes de Colombia y Chile se abrazan -de verdad verdad- con los pueblos ancestrales, campesinos, artistas y las madres de los barrios, para combatir con valentía y determinación al Estado criminal, racista y machista que los somete. Como Duque y Piñera quieren ser más Netanyahu que el mismo Netanyahu, el último zombi pinochetista promueve el matrimonio igualitario, más por parecerse a Israel que a la juventud chilena y Duque condecora a los policías genocidas, tal cual lo hace el autócrata hebreo con los escuadrones que masacran civiles palestinos. Cada quien juega su papel, interpreta sus roles impecablemente; la narco-burguesía colombiana y el neofascismo chileno, igual que los canales europeos en su empeño por alarmar al mundo ante el peligro que significa cualquier candidato "Chavista" en tal o cual elección.

Es la, inminente, ruptura colonial, tema largamente analizado, debatido, manoseado y disputado por curtidos catedráticos que, mientras lucen prendas ancestrales, rebuscados discursos y le ponen nombres caribes a cosas de la ciudad, siguen comportándose tan burocráticos, entreguistas, divisionistas y arrogantes como cualquier colono. Es así como la ruptura colonial definitiva vino de las calles, del arte, de la furia, de las movilizaciones, alimentadas, sí, desde universidades, pero también de las montañas guerrilleras y la resistencia indígena, especialmente de la indignación acumulada en siglos de racismo, machismo, explotación, miseria y falsedades ideológicas que ya no engañan a esta generación, hija de la pólvora y el barro, de las calles y los cantos, de Bolívar y los ríos, porque, entre tanta bruma discursiva, irrumpe como el Catatumbo, sonoro y sublime, vigente y ardiente el Padre Libertador Simón Bolívar, tan alto y hermoso, que canales como DW en Alemania o la ABC española, no se atreven a mencionarlo, apenas extraen del discurso del candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, retazos de izquierda y del "madurismo", cuando en la profundidad del legado de Chávez están, incólumes, dignos, galopantes, Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Sucre, Manuela y las Amautas del Tawantisuyu.

Ni todo el cine de Hollywood, ni los fríos debates academicistas, lograron adormecer la fuerza indetenible de una ruptura colonial, como la que encabezan Chile, Colombia y Perú, sea cual sea el escenario que se plantee en la nación Inca, la ruptura es un hecho, porque la super estructura corrupta, criminal, neocolonial, terrorista y bancaria de Lima, apostó todas sus fichas a su encarnación inmoral: Keiko, ensalzada por todas las cadenas de Europa que, a su vez, calificaban a Pedro Castillo de "chavista", como si la liberación del Perú no fuera hija de la resistencia ancestral y la gloria bolivariana, reivindicada en el verbo brillante de José Carlos Mariátegui.

Es un espíritu, no un fantasma; un fuego epocal que se vive en Bolivia, Cuba, Nicaragua, Chile, Colombia, Perú, México, Argentina, un fuego que, simbólicamente, es la única salvación de la Amazonía brasileña y la humanidad: sólo el empuje, la ruptura con el neocolonialismo que encabeza esta generación, como esclarecedor vaticino de Eduard Punset, la que podrá detener la desertificación amazónica que Bolsonaro está dispuesto a llevar a cabo para completar el ciclo destructivo preconcebido por las grandes corporaciones para el año 2050: reducir la población y estandarizar el flujo de materias primas, alimentos y mano de obra para la opulenta vida de 200 millones de ricos y la subsistencia miserable de 5 mil millones de personas.



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Joaquín Román Rondón Santiago

Profesor universitario

 unellezjoaquin@gmail.com      @LaGuaratara

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